Cine y Literatura no olvidan: La guerra del Chaco
--
Por Abel Posadas
La contienda entre Paraguay y Bolivia que tuviera lugar entre 1932 y 1935 y a la que se denominara Guerra del Chaco se transformó con los años en un mal recuerdo. No la hemos visto en los planes de estudio del secundario y la mayoría de la gente tiende a confundirla con la Guerra de la Triple Alianza –como si los siglos XIX y XX pudieran emparejarse fácilmente-.
No es nada fácil para los argentinos el dar vuelta la cara porque el Tratado de Paz, Amistad y Límites logró un acuerdo definitivo el 23 de abril de 2009 en Buenos Aires ya que Argentina había sido uno de los países mediadores. Y lo había sido desde el 4 de julio de 1938, con la redacción del primer documento. Cuando en 1935 cesaron las hostilidades, al argentino Carlos Saavedra Lamas se le concedió el Premio Nobel de la Paz. Todo parece haber caído en una licuadora cuyo eficaz resultado se tira al rincón de los desperdicios.
CINE, SIEMPRE CINE
Sin embargo, aquellos acontecimientos siguen enquistados en la mente de los creadores hasta el presente. Así, el cineasta boliviano Diego Mondaca estrenó en el año 2020 Chaco, una coproducción con Argentina que pasó luego a recorrer los circuitos internacionales. El realizador, en su primer largometraje, prefirió no mostrar las batallas sino las experiencias y el sufrimiento personal de los combatientes. Un grupo de soldados bolivianos al mando de un militar alemán de ambiguo pasado transitan un territorio plagado de yuyos casi secos en espera del ataque paraguayo. Para el guión, el director tuvo en cuenta las memorias de su abuelo, un ex combatiente de aquella contienda. También en Bolivia y en medio de los combates, Juan Peñaranda Minchín logró filmar La campaña del Chaco, un documental de 1933 que alcanzó a estrenarse en Buenos Aires años más tarde, aunque no en las salas comerciales. Y también merece citarse La Guerra del Chaco (Infierno Verde) de Luis Bazoberry García, concretada en 1936. En realidad es un medio metraje con las características de un documental que ha sido reestrenado recientemente en la cinemateca boliviana.
Por el lado paraguayo encontramos al fotógrafo argentino Roque Funes, que en 1932 consigue filmar En el infierno del Chaco, conocida en Argentina gracias a la recopilación que sobre el cine silente del país llevara a cabo el Museo del Cine.
Funes alcanzó a rodar los tres primeros meses de la contienda y en el documental se encuentran también quienes se hallaban al mando del ejército paraguayo. Este hombre regresó a Buenos Aires para convertirse luego en el fotógrafo exclusivo de Establecimientos Filmadores Argentinos –EFA-.
Existe, además, Boquerón, del boliviano Tonchy Antezama, una película de 124 minutos donde se explora la actitud de cuatro jóvenes de distinta extracción social. El momento elegido es el de septiembre de 1932 cuando se lleva a cabo la sangrienta batalla de Fortín Boquerón. Antezama ya había obtenido premios internacionales pero jamás dejó de lado la historia de su país. El realizador filmó Boquerón gracias a la coproducción con Paraguay, que de buena gana no sólo invirtió dinero sino que también le facilitó al realizador boliviano actores y también técnicos.
Si Boquerón aparece como el proyecto más ambicioso de parte tanto de Bolivia como del Paraguay, Hijo de hombre, la novela del paraguayo Augusto Roa Bastos, exiliado largo tiempo en Argentina, pasaría al cine en este país. Roa Bastos había encontrado una manera de ganarse la vida luego de un considerable peregrinaje: escribía guiones para el cine y uno de ellos se transformó en un éxito sin precedentes. Se trata de El trueno entre las hojas (Armando Bó-1958). Por lo tanto, se encargaría de guionar su propia novela. Demasiado extensa para una traslación cinematográfica correcta, se eligió el tercer módulo del texto, es decir, el correspondiente al desierto y a la batalla de Boquerón. Le empresa Argentina Sono Film se asoció a la hispana Suecia Film por un problema de costos y el rodaje no pudo llevarse a cabo en Paraguay. Se rodó en la provincia de Santiago del Estero y para el bombardeo se eligió a Chascomús en la provincia de Buenos Aires. El film se estrenó en 1961.
Existen diferencias entre lo que llegó a la pantalla y el texto literario. No hay pueblos míticos para el cine y, en el final, Miguel Vera no ametralla el camión de Cristóbal López. Lo que tanto el texto literario como el cinematográfico dejan en claro es que los soldados no saben por qué ni para qué están luchando. Los hombres protagonistas son los que trasladan el agua y resultan las víctimas favoritas de los bolivianos. Se tuvo en cuenta la posible rispidez de las nacionalidades y por eso en la película los paraguayos no mencionan al enemigo como boliviano. Como había ocurrido con la Guerra del Chaco, también la película Hijo de hombre pareció haber caído en el olvido a pesar de elevarse por sobre los tropiezos habituales en el discurso fílmico argentino. Y es posible que ya nada de esto interese a quienes eligen permanecer en la ignorancia.
Por su parte, la joven Paz Encina dirige y escribe el guión de su ópera prima, llamada Hamaca paraguaya (2006). Se trata en realidad de un extenso plano secuencia en el que una pareja de ancianos espera a un hijo combatiente en la guerra que no volverá. La mujer es la que impreca al viejo con frases cínicas que llegan a ser hirientes. El hombre, en cambio, mientras ella se va, queda registrado por la cámara como si fuera a esperar al muchacho eternamente.
ADEMÁS Y EN LITERATURA
El ex combatiente paraguayo Jorge Ritter escribe La tierra ardía, publicado en 1936. Se lo lee como una autobiografía en la que el narrador cae en el abismo de la sinrazón. Pero es en Bolivia donde Augusto Céspedes publica uno de los mejores cuentos latinoamericanos: El pozo en 1936. En este texto –con título similar al del uruguayo Juan Carlos Onetti- se nos relata la lucha entre los dos bandos por un lugar bajo tierra en el que se supone hay agua -un error producto de la desesperación-. En realidad pareciera que no se tiene en Argentina un conocimiento cabal de este ciclo de novelas y cuentos sobre la Guerra del Chaco. Existe una suerte de conformidad alcanzada con el benemérito Premio Nobel de la Paz. A su vez, siempre en Paraguay, Sergio Villarejo escribe Ocho hombres, novela que narra el intercambio de experiencias entre los integrantes de una patrulla durante la contienda.
También tres novelas bolivianas merecen destacarse. Se trata de Aluvión de fuego de Oscar Cerruto, 1935, considerada entre las diez mejores de la literatura de ese país. La toma de conciencia de un joven de familia acomodada con respecto a lo que se está jugando en la reyerta es el tema original del texto. Por su parte Adolfo Costa Du Reis, de larga trayectoria en las letras de Bolivia, se dedicó en Laguna H-3 a indagar a través de la ficción las causas de la matanza general. Fue publicada en 1938. Por fin, Augusto Guzmán narra las peripecias del soldado común en Prisionero de guerra de 1936. A esta serie que gira alrededor de la contienda no le han faltado críticas. Así, el especialista de La Paz, Jorge Siles Salinas, en su estudio La literatura boliviana de la Guerra del Chaco señala que “la insensatez de la tragedia del Chaco radica precisamente en su carácter fratricida. Esto, desgraciadamente, no supo verlo ninguno de nuestros escritores de este ciclo literario”.
Tanto paraguayos como bolivianos, a partir del comienzo de la reyerta, plasmaron narraciones tanto fílmicas como literarias sobre la misma. La mayoría centró la problemática en el sufrimiento, en la muerte de hombres y mujeres que lucharon por una causa que desconocían. Se trataba del Gran Chaco Boreal en el que, supuestamente existían yacimientos petrolíferos. La Standard Oil de New Jersey lanzó la noticia que encendió la mecha. Luego, Gran Bretaña y Holanda –Royal Dutch Shell- se escudaron detrás de Paraguay y aparecieron como benefactores del país al que Bolivia le reclamaba tierras. Fue aquel el que perdió la guerra aunque la cesión de miles de kilómetros no implicó el hallazgo de petróleo. Era evidente que la compañía norteamericana tenía otras intenciones. Luego de los años 30, esta Guerra del Chaco se convertiría en trágico recuerdo. Para América del Sur fue un siniestro adelanto de lo que ocurriría a lo largo del siglo XX.
BIBLIOGRAFÍA
Huguet, Hernán Maximiliano. (Universidad Nacional de Lomas de Zamora), En torno a Hijo de Hombre, Revista Cartaphilus, Universidad de Murcia, España, 2010.
Posadas, Abel, Speroni, Marta, Landro, Mónica: Cine y Novela. Imágenes argentinas del siglo XX, Tomo III, pg 121–153, Editorial Argus, Artes y Humanidades, Buenos Aires-Los Angeles, 2012
Siles Salinas, Jorge: La literatura boliviana de la Guerra del Chaco, Universidad Católica de Bolivia, Sucre, 1962