Cocinando con Elisa, Lucía Laragione

Adriana Santa Cruz
Leedor
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3 min readApr 16, 2022

Nicole, una cocinera experta, recibe a Elisa, su aprendiz, a quien deberá enseñarle los secretos para satisfacer a sus patrones. El sótano de una estancia es el lugar donde no solo se preparan exóticos platos, sino donde se establece una relación de poder entre ambas.

Nicole es soberbia, reniega de su clase social –incluso cambia su nombre, “Nicolasa”– y en todo momento aprovecha para señalar la ignorancia de Elisa. Sin embargo, las dos son iguales, en tanto que sus vidas giran en torno al matrimonio dueño de la estancia. “A los señores les gusta tal cosa o tal otra” se repite a lo largo de los diálogos entre las mujeres, lo que demuestra la sumisión que opera en ellas. Nicole ha estado atrapada en esa cocina por años, y aunque quiera darle a su profesión un aura sofisticada, Elisa le demostrará que es solo una cocinera entre otras.

Si bien la obra se vale del humor para presentar incluso las miserias que surgen entre las protagonistas, hay un fondo dramático que tiene que ver con otros temas como la frustración, el deseo, los celos. Nicole es una mujer grande que sabe, en el fondo, que ha desperdiciado su vida sirviendo a sus patrones; Elisa es joven, cree en el amor, tiene ilusiones y aspira a vivir de otra manera. Ese contraste también va generando en la primera un resentimiento que crece a medida que conoce más a su compañera.

Son destacables las actuaciones de Gabriela Villalonga y Luciana Procaccini: la maestra y su aprendiz muestran cuánto saben acerca de componer un personaje. Hay un contraste entre las vestimentas, los tonos de voz, la manera de caminar de ambas. Sin dudas, esta composición se apoya en lo espacial: ese sótano que habitan configura una especie de descenso hacia las oscuridades del alma, lo que demuestra que allí no solo se cocinan los alimentos diarios, sino también se cocina el destino de las mujeres. En este sentido, la dirección de Mariana Giovine crea una atmósfera gótica que acompaña perfectamente la historia que se va desplegando. Asimismo, hay que destacar la escenografía y los objetos que allí aparecen, todos signos que portan un significado que no siempre se explicita, pero que colabora en la caracterización de los personajes.

La obra, además, da cuenta de un tema con muchas implicancias para nuestro país: la violencia. Los hombres –que nunca aparecen, pero que son constantemente mencionados– son cazadores, y los animales son las presas. Nicole es mujer, pero también disfruta de cazarlos y de sacrificarlos. Cazar es otro acto de poder y se transforma en metáfora de un poder mayor, el del Estado en épocas de dictadura, y el final de la obra, sobre todo, abre el panorama hacia esta interpretación.

Cocinando con Elisa ganó la primera edición del Premio María Teresa León para autoras dramáticas otorgado por la Asociación de Directores de Escena de España en 1994. La obra fue estrenada en Buenos Aires y Madrid, y fue traducida al francés y al portugués.

Ficha artístico- técnica

Dirección: Mariana Giovine; Actúan: Gabriela Villalonga, Luciana Procaccini; Asistencia de dirección: Luis Cardozo, Juani Pascua; Diseño de vestuario y escenografía: Alejandro Mateo (ADEA) / Diseño de iluminación: Fernando Chacoma / Música original: Martín Pavlovsky / Fotografía: Gabriel Insaurralde / Producción: Marina Kryzczuk; Prensa: Daniel Franco

Funciones: sábados a las 18.30 h; Teatro: Beckett; Dirección: Guardia Vieja 3556, CABA; Entradas: $1200 y $800; Informes: 4867 5185

Instagram: @teatrobeckett

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Adriana Santa Cruz
Leedor
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Profesora y Licenciada en Letras, redactora y gestora cultural