Cuidados paliativos y literatura
Podría empezar diciendo que Una presencia ideal es un libro raro, porque así -como único en su especie- quedó repicando en mi memoria. Aunque en rigor, no es raro, no tiene nada de raro. Lo raro es morir o vivir sabiendo que moriremos. Es un libro que habla de la muerte o más bien de esa antesala que podrían ser los cuidados paliativos. Es un libro, editado en Argentina por la Cia. Naviera Ilimitada, en el que Eduardo Berti -inspirado en la forma de Compañía K, de William March-, le da voz en primera persona a distintos integrantes de la unidad de cuidados paliativos del Centre Hospitalier Universitaire, en Rouen, Francia, fruto de una residencia médico literaria.
Esa proximidad de palabras me interesa: medico literaria. Una proximidad saludable. No solo hay que pedirle al discurso médico que no expulse a la literatura, también debemos pedirle a la literatura que no se autoexilie, que sepa estar presente aún donde parece no ser esperada, que consiga -con palabras de una de las médicas que le da título al libro-, una presencia ideal.
Decía que el libro es raro porque aparenta ser una cosa al comienzo, pero termina siendo otra, mucho mejor. Aparenta ser la recopilación de testimonios de enfermeras, camilleros, médicas, voluntarios, etc. de un servicio de cuidados paliativos. Pero resulta que la recopilación se supera a sí misma y consigue una acumulación de sentido que construye un relato con unidad sobre los albores de la muerte, sobre la potencialidad que alberga esa proximidad, sobre los límites de la presencia, sobre la intimidad del acto de morir, sobre el contraste de cuerpos vivos y muertos y de cómo unos se modifican a otros, a veces, sin siquiera darse cuenta.
Berti elige iniciar los testimonios con una auxiliar de enfermería que advierte que no leerá el libro y que suelta, además, una gran verdad: cada vez que se encuentra con médicos o enfermeras en una novela o en una película, o bien es excesivo o es un catálogo de golpes bajos. Berti elige empezar por ahí. Tomar el riesgo, advertir al lector que leer no será fácil y promete, sin decirlo, que intentará hacer algo distinto. Con un leguaje calmo y sin estridencias, acaso como lo es la práctica de los cuidados paliativos, lo consigue.
¿Cuál creen que es el error más común que comenten las familias con los pacientes?, pregunta la hija de una paciente al grupo de enfermeras. Una de ellas responde que a menudo observa que las familias pasan la noche con el paciente solo al final, cuando ya está en un estado muy delicado o casi inconsciente. Es una pena, porque hay que hablarse, decirse adiós, y la noche es ideal para eso. Hace menos de un año me tocó ser la hija que acompañaba a su madre en sus últimos días. Este libro me acercó a aquellos días que olvido y recuerdo sin demasiado control y me dio la tranquilidad de no haber cometido ese error.
