Duro de cuidar 2.

Csaba Herke
Sitio Leedor
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7 min readAug 12, 2021

Que Morgan Freeman es Dios lo sabemos hace rato, la pregunta es quizás, si queremos seguir teniendo un dios y qué tipo, en todo caso, de dios queremos.

A lo largo de la historia se discutió no sólo sobre su supuesta bondad sino también sobre el alcance de ésta, ¿Dios es un padre bondadoso, o uno ausente, o uno completamente loco? ¿Qué hacer en cada caso, si es que hay uno; y, sobre todo, si no hay ninguno, nuestras acciones ¿qué alcance tienen?.

Desde una mirada elemental, y basado en el título, si me toman desprevenido diría “no voy a perder tiempo en eso”. Habiéndola visto bajo una mirada que podríamos decir ramplona, el argumento es una vuelta de tuerca del ya tradicional policial en el que se forma una pareja despareja, rico-pobre, afro-blanco, racista-liberal; judío-negro. Una extraña pareja (Gene Saks, EEUU, 1968) exploraba la fórmula de la convivencia imposible, con protagonistas obligados a interactuar más allá de sus diferencias. Como la de un detective de elevados principios éticos y rígida moral, pero que caído en desgracia se une a un villano de altos valores éticos (en general, el quid de la historia es la mutua búsqueda de redención), y así componiendo la comedia, que suele tener como resultado último el problematizar la relación entre Etica y Moral.

Esta relación, y la manera en la que se resuelve,marca o delimita ideológicamente la historia. Films como Shane (George Stevens, EEUU, 1953) o The Search (John Ford, EEUU, 1956), digamos el western y por qué no el cine americano en su totalidad, está atravesado por este conflicto.

Cada época logró encontrar, aunque sea por momentos, dar algún tipo de respuesta al dilema, construyendo abstracciones como religión, patria, progreso o también género. De manera tal que reducción de un “otro” a cosa, permite al poder confirmar la unidad entre ética y moral. A costa de una de esas reducciones de la que cualquiera va ser acusado el resto de su vida, afirmaría que toda historia se puede reducir a uno y sólo un conflicto el que se da entre Ética y Moral. En definitiva ¿qué otro conflicto hay?

Me atrevo a decir que el film tiene dos principios, uno, que es divertido pero prescindible, la fiesta de premios, el segundo donde el film se hace cargo de una larga tradición de películas como What About Bob? (Frank Oz, EEUU, 1991), Mumford (Kasdan, EEUU, 1999) y donde el psicoanálisis está no solo seriamente encarado sino tiene la capacidad de reflexionar sobre la misma, jugando uno de lo momentos más inteligentes del film.

¿Por qué? preguntará el lector. Porque toca de manera concisa una serie de problemas nodales del psicoanálisis, además de trazar una relación directa con el film de Oz. De un manotazo muestra la existencia de la transferencia y contratransferencia pero también la imposibilidad muchas veces del análisis, y si uno presta atención a esto, quizás es claro porque la analista no puede intervenir o, desde cierta teoría, hay un elemento que no es analizable ¿Qué es lo que debería haber dicho la analista, respuesta que por algún motivo podemos suponer pero no sabemos, nos está vedada. Por eso sostengo que es inteligente (dejo a la imaginación y experiencia psicoanalítica del espectador la otra posible intervención de la analista).

Quizás toda la comedia se trate en definitiva de eso, de alguien buscando una razón a un universo desquiciado, alguien tratando de encontrar algún tipo de causalidad donde no la hay, ni la va haber, todo es un mera apariencia que sólo funciona sosteniendo nuestra razón.

Sabemos que no es la muerte del cliente (que se llama Kurosawa) que ese es el síntoma, pero podríamos decir algunas cosas al respecto, Kurosawa fué el primero que les arrojó a la cara de los EEUU que un western no era propiedad exclusiva de ellos, y por otro lado fué en este sentido el primer postmoderno, si por cruzar géneros se trata la cosa, pero que significa haberlo dejado morir? ¿haber olvidado que un cine de rasgos populares puede ser también un gran cine? (Italia, Kurosawa) o que lo mataron a costa de malos remakes? (Lucas) no olvidar que Lucas fue productor de Kurosawa, y nuestro film, supone que ya todos pertenecemos a la generación que conoce la saga. No nos olvidemos tampoco, que nuestro director es un experto en resucitar muertos

No es casual, bah para mí, que todo ocurra en Florencia,(centro nodal del renacimiento, ciudad que vivió de la acuñación y control de la moneda) y lo que podría ser un letárgico film de turismo vitivinícola nos instala rápidamente en un palazzo, que tranquilamente podría ser un Paladio o el propio palacio donde declara su amor el futuro Darth Wade, cuyo dueño, en este caso un Banderas (Aristotle Papadopulos) que no se ha cambiado desde “Entrevista con un vampiro” (Neil Jordan, EEUU, 1991). La relación con el género en cuestión, la confirma la propia Hayek, de hecho e inteligentemente el director prepara la escena para transformar el fim en uno de vampiros, pero permanentemente se corre del lugar para actualizar el tema. Como si el mismo fuese un monstruo sediento que sangre al que supuestamente resigna pero lo que sucede es que transforma la sangre en datos: lo que se quiere robar el vampiro del mundo son datos, no es ya la sangre, no hay resignación, el colmillo se ha convertido en un poderoso torno, la falta de poética del “asunto” es la misma que anuncia Weber, la ciencia a desencantado al mundo (Max Weber, el desencantamiento del mundo).

Otro punto interesante que une ambas historias o mejor dicho que este film adeuda a Nosferatu es el funcionamiento de la profecía. En el film de Murnau, el pequeño notario está siendo permanentemente advertido y no se agencia. La peste llega a Wisborg, el notario no escucha porque no puede escuchar su propia muerte que está presagiada en las palabras del médico: “no se por que los jóvenes tienen prisa”. Su muerte por todo el mundo dicha; de la misma manera Michael Bryce (Ryan Reynolds) habla del amor pero no se escucha a quien ama porque está oculto en su devoción al padre; está fascinado con el guardia de Papadopulos, pero tal como si fuese Hitchcock o Carpenter finalmente lo mata de manera brutal, aunque lo dice, él lo dice, pero no puede oír su deseo y sigue empeñado en ser algo que no es, porque debe subsumirse en la voz del dios padre Freeman.

Hay un territorio en el mundo, un mundo de transición entre diversas culturas, que nos prodiga de pensadores siempre acorde a ese territorio, Kristeva, Todorov, Eliade, Žižek, Gimbutas, tan extraños como es extraño lo que dicen, un territorio que por su extrañeza se salvó tanto del pablovianismo Soviético como del discurso clinicalizado del mundo sajón (UK, EEUU). Quizás por eso, de esos misteriosos territorios nos llegan todavía voces que pueden revitalizar o dar sentido a lo que nos bombardean permanentemente que es viejo, o perimido.

Los Norteamericanos tienen una especie de doble vara para con el psicoanálisis, lo combatieron hasta convertirlo en un monstruo (Dr. Lecter)(The silence of the lambs, Jonathan Demme, EEUU, 1991) o volvieron banales ciertas premisas como en el Príncipe de las mareas (Barbra Streisand, EEUU, 1991); sin embargo, y a pesar de todo, desde Hitchcock hasta Carpenter, desde Cronenberg hasta Lynch el cine de diversas maneras, se ha aproximado al tema constantemente, incluso diría yo tiene un maridaje, que por las propias condiciones de producción permiten filtrar y que se filtren problemáticas que de otro modo serían obvias, palurdas o solemnemente declamativos, la propia negación a la psicología, podríamos decir, visibiliza su profundo maridaje, la propia negación del psicoanálisis hace del psicoanálisis su leit motiv.

Dice Zizek en “Goza tu síntoma”, refiriéndose a nuestros tiempos donde pareciera que todo el tiempo nos bombardean con la idea de la inutilidad del psicoanálisis y la muerte de las ideologías:

“Si es así la idolilogiekritik y el psicoanálisis ya no tienen en definitiva utilidad alguna, dado que la apuesta de su procedimiento interpretativo es que el sujeto no puede admitir abiertamente y asumir realmente la verdad acerca de lo que está haciendo. Con todo, el psicoanálisis abre un camino al desenmascaramiento de esa prueba aparente de su inutilidad al detectar debajo de la engañosa franqueza del cinismo postidelógico, los perfiles del fetichismo, y de tal manera, da acceso a la posibilidad de oponer el modo fetichista de la ideología , que predomina en nuestra época supuestamente “postideológica”, a su tradicional modo sintomal, en que la mentira ideológica que estructura nuestra percepción de la realidad se ve ante la amenaza de síntomas que actúan en calidad de “retornos de lo reprimido”, grietas en el entramado de esa mentira ideológica. El fetiche es, e efecto una especie de envers del síntoma. Es decir: el síntoma es la encarnación de la Mentira que nos permite sostener la insoportable verdad.” (Zizek, 14, 2021)

La pregunta es: ¿cuál es la verdad? Eso es lo que no le dice la analista o de otro modo, la analista está cansada de decirle a Michael y él no está en condiciones de escuchar, no es que no quiere oir, es que no puede escuchar.

Papadopulos se quiere vengar de Europa por haber puesto a su país de rodillas frente a los bancos, lo dice, “yo que soy el padre de Eeuropa, termino siendo un vil sirviente”. Freeman dios padre adoptivo desprecia a su hijo adoptado por no ser lo que él quisiera que sea. Freeman quisiera que su hijo fuese Papadopulos, su hijo vengativo, fuerte, latino (sus deslices gay no hacen más que confirmar su virilidad).

Quemar el porche ya lo hizo Ferris (Matthew Broderick) desbarranca en la Ben Rose House, diseñada por A. James Speyer una Ferrari 250 GT “California Spyder” propiedad del padre de su amigo Cameron Frye, (Alan Ruck) (Ferris Bueller’s Day Off, John Hughes, (February 18, 1950 — August 6, 2009) EEUU, 1986)

Pero por eso no deja de ser efectivo, quemar el fetiche, antes de darle muerte con su micropene (la victorinox) y liberarse y liberarlos de intentar que sea algo que él no quiere ser.

Morgan Freeman opta por un dios aristotélico, ni bueno ni malo, es. Michael prefiere unos padres disfuncionales pero que le permitan jugar, que le permitan ser, que les permita amarlos.

Si el film me dejó algo es lo siguiente: se ama al que se deja amar, por más loco que esté, no hay ninguna obligación de amar a nadie que no te ama, ama y serás amado, por más disfuncional que esto parezca

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