El desorden que dejas: otro thriller español en Netflix

Con series como La casa de papel y Élite, a las que se suman varias películas (la denominada Trilogía de Baztán, Hogar, El practicante, entre otras), España se transformó en una clara opción para el televidente de Netflix a la hora de buscar historias de suspenso o, al menos, relatos en donde éste adquiere un lugar central. La miniserie El desorden que dejas se inscribe perfectamente en esta línea, la de productos efectivos pero a la vez sin grandes innovaciones.
Raquel (Inma Cuesta) es una profesora de literatura que se muda junto a su pareja a un pueblo en donde la familia de él tiene un restaurante. Será ni más ni menos que su retorno a las aulas, luego de haber acompañado a su madre en su lenta agonía. Raquel es una joven con temores pero a la vez fortalezas. Y lo que la espera en su nuevo hogar es algo más que un grupo de adolescentes revoltosos.
El nudo de esta miniserie, que se irá desentrañando a lo largo de seis capítulos, es la aparición del cuerpo sin vida de Viruca (Bárbara Lennie), la profesora a la que, sin saberlo, reemplazó Raquel. Las tensiones y los enfrentamientos con sus alumnos (en especial con el enigmático Iago, un adolescente que tuvo un affaire con su profesora fallecida), sumados a una serie de amenazas anónimas, la irán traumando progresivamente. Pero, al mismo tiempo, se le hará inevitable sumergirse en el enigma para tratar de resolverlo, convencida de que la versión oficial de “suicidio” merece ser revisada con minucia.
Basada en una historia de Carlos Montero (el creador de Elite, uno de los productos más exitosos y anodinos de la factoría de Netflix), El desorden que dejas tiene varias marcas que permiten emparentar ambos productos. Al apuntado suspenso como línea rectora del relato, se agrega la aparición de personajes sumamente estereotipados (los poderosos, las mujeres seductoras, el crimen asociado al sexo, las comunidades herméticas, etc.). Aquí lo más interesante se concentra en el distante vínculo entre la profesora recién llegada y la profesora muerta, quienes –de algún modo- entablan un diálogo silencioso. Sobre todo porque el misterio en torno a la muerte de Viruca le sirve a Raquel para poder revisar su propia vida y trazar, entonces, nuevas perspectivas. Fuera de esta línea dramática, la serie no ofrece mucho más que una correcta factura técnica. Suma mucho que el dúo protagónico esté compuesto por Cuesta y Lennie, quienes construyen interpretaciones capaces de darle un poco de sutileza a un producto que se dirige hacia los lugares más comunes.