El rock de la mediana edad
Leí el otro día por ahí, ni vale la pena citar la fuente dada la naturaleza endeble de la información, que a los 28 años uno deja de buscar nueva música. No creo que sea así, bah en realidad no tengo datos ni para afirmar ni para contradecir esa hipótesis, aunque debo reconocer que en mi caso si bien la búsqueda no cesó, es cierto que disminuyó su intensidad.
Pero bueno, como excusa puedo argumentar que durante la adolescencia acumulé una enorme cantidad de información sobre música (o lo que a mi me parecía una enorme cantidad de información en aquel momento) y que luego otros aspectos de la conducta humana llamaron mi atención. Una de las grandes tristezas de la vida es darse cuenta que uno no va a poder leer todos los libros que quiere, ni escuchar todos los discos que necesita; en definitiva, no va a conocer todo lo que uno debe conocer.
Claro que la nueva música que uno va descubriendo no es necesariamente música nueva. Lo que para uno es nuevo, puede tener varios siglos en el planeta. O puede ser muy actual, pero resulta que todo el mundo (literal) lo conocía, menos uno. A veces se encuentran cosas que son de “nicho” y uno siente una especie de diferenciación social banal y cae en una pura trivialidad intelectual. “These lyrics aren’t for everyone / Only few understand” (TØP, 2015)
¿A qué se debe tanta presentación? Bueno, lo voy a confesar. Me gusta mucho una banda, que la está pegando en todo el mundo desde hace un par de años, pero cuyo público principal son menores de 25 años. Claro, de eso me enteré después. Y me agarró como una suerte de culpa, como si hubiera un tipo de música que no se pudiera escuchar pasada determinada edad. Como si hubiera una literatura a la que uno tiene que renunciar. Como si no se pudieran disfrutar de colores o de sabores, simplemente porque somos serios. ¿O acaso los adultos no pueden mirar dibujitos animados?.
El grupo de rock de marras se llama “Twenty one pilots” (TØP) y lo encontré de casualidad. Pero una vez que escuché una de sus canciones, no pude parar de seguir buscando su música. Ya de movida me sedujo que el nombre provenga de una obra de Arthur Miller, titulada “All my sons”. La conexión literaria de las cosas, siempre me puede.
Por otro lado, algo que me gusta mucho, es que son prácticamente inclasificables; al menos si se toman las categorías canónicas del rock (desde el r&b hasta el indie, incluyendo todos los estilos del pop también). De golpe es una balada, que pasa a un techno-electrónico, que se pone heavy y salta al reggae, mientras hay un recitado de rap, todo sin solución de continuidad.
Sus canciones no son pegadizas, hay que escucharlas varias veces para que una forma ordenada (?) haga su aparición en la cabeza. Hasta que uno las reconoce y sus sonidos rebotan en el eco del fondo de la memoria. Y a partir de ahí, uno no puede dejar de escucharlos. En los 80 o 90, eso hubiera implicado ir a buscar en disquerías, hoy, gracias a Berners Lee, lo hacemos todo en la interné.
Otra cosa que me gusta mucho de TØP es que retoman la vieja tradición del rock de los discos conceptuales. Un mismo sentido a lo largo de todas las canciones. Al parecer esto fue un invento de Frank Sinatra, allá por finales de los años 50. Pero lo cierto es que fue en el rock, donde encontró sus más grandes cultores. Desde “Tommy” de The Who, hasta el vernáculo “La Biblia” de Vox Dei (y sus múltiples reinterpretaciones).
La formación es también poco convencional. Son un baterista (Josh Dun) y un bajista — pianista (Tyler Joseph) quien es también el compositor, el cantante y el poeta. Un power duo. Algunos de sus temas tienen nombres que, desde el vamos, ya son inquietantes. “Addict with a pen”, “Ode to sleep”, “Guns for hands” o “Heavedirtysoul”. Y por lo que puede verse en los videos, los conciertos en vivo son como una misa ricotera (¡niño hereje!).
Una última reflexión. En los videos de YouTube hay comentarios a las canciones. Como sucede en la Interné, hay de todo, desde estupideces hasta reflexiones acertadas. Pero hay algunos comentarios con los que me identifico. Son los de aquellos viejos como yo, que se rindieron ante la música de TØP y que sienten cierta culpa (estúpida) por escuchar la música de los pibes.