El Universo de Clarita, según Tomás Lipgot

Csaba Herke
Sitio Leedor
Published in
5 min readApr 12, 2021

El Black Explotation, fue un subproducto de lo que actualmente se da en conocer como empoderamiento, en este caso el de la comunidad afroamericana de EEUU; el hasta entonces subhumano negro, de tendencias animales y violentas (Nacimiento de una nación, DW Griffith, EEUU, 1917) se descubría con una historia y la posibilidad de elevarse al Olimpo, Jesse Owens ganaba 4 medallas de oro en las Olimpiadas de Berlín de 1936 arrebatándoselas a los blancos arios, o los puños en alto de Tommie Smith y John Carlos, durante los Juegos Olímpicos de 1986.

Había pasado la época donde la representación del negro era el de un blanco con disfraz de negro como en la obra teatral “The Jazz singer” lo que se dio en llamar blackface y que está cruelmente parodiado por Spike Lee en su infravalorada pero audazmente visionaria Bamboozled (Spike Lee, EEUU, 2000).

Kennedy intentó y Lyndon Johnson llevó a cabo (no le quedó otra) el fin del apartheid, ley racial o el comienzo de la ley de derechos civiles de 1964 en EEUU, la 14ava enmienda; el cine supo rápidamente capitalizar el problema, reflejar la existencia de una comunidad al tiempo que le permitía explotar la necesidad de una nueva autopercepción, libertad sin límites pero también mostrar la belleza con que la comunidad empoderada podía ahora mostrarse; absorbida por el sistema, la libertad rápidamente se convierte en explotación, lo confirman filmes con films como Las noches rojas de Harlem (Gordon Parks, EEUU, 1971) o de manera paródica en Fritz el gato (Ralph Bakshi, EEUU, 1971)(Krumb se auto excluyó ofendido del guión) construyó sola el blacksplotation.

Por otra parte, tanto la historia del arte, la Filosofía, como la ciencia tiene grandes predicciones erróneas; mas, la mayoría de las predicciones en todos los ámbitos son erróneas, pero los documentales se siguen regocijando y mitificando repetidos hasta el hartazgo, la existencia de un supuesto evento único, una singularidad, los supuestos niños genios, desde Leonardo hasta Mozart, pasando por escuelas de estimulación intelectual, programas para niños superdotados (S.J.Gould, 1955), hasta las famosas y corruptas tardes televisivas de preguntas y respuestas.

Parece que hay padres que se congracian con la idea de que su hijo es algo especial, tan especial que merece estar en todas las salas, que merece ser visto en pantallas o demostrando las habilidades que por alguna razón misteriosa tuvieron la gracia en tener,sin llegar a la explotación infantil y sin proponérselo pero funcional a los tiempos el documental parece reabrir la discusión si la educación particularizada es mejor que la pública y masiva. ¿puede un niñe aprender con una pareja de tutores? ¿No es esa una educación elitista? este es un problema importante que por la fascinación con el personaje, los autores se complacen en desdeñar. O continúa acaso en la línea de la meritocracia, donde el padre y la comunidad invierten sólo en aquel que supuestamente muestra mayores cosas para algo, como en los modelos donde la calificación determina el lugar de estudio.

Con un afiche bonito, el documental de Tomás Lipgot presenta a una niña que en el afiche aparece ya en contrapicado y, como la imagen promete, puesta en el lugar de un documentalista adulto como si fuese un Carl Sagan que entiende por algún misterio de la naturaleza la teoría de cuerdas, la relatividad, la cuántica y la termodinámica juntas, pareciendo decir “acá tenemos a la niña que nos va a desentrañar la teoría unificada de campos y nos va a traer el futuro Premio Nóbel”

Está bien que el CONICET deba crear conciencia científica, que apoye emprendimientos (no se si ésto entra en el catálogo del arte) que no sean puramente ciencias duras, pero cuán universalizable es este ejemplo, o si creen que se va a cubrir el déficit de estudiantes de astronomía con estas producciones, se necesita mucho más y no es un comienzo auspicioso mitificar a las personas (una suerte de culto a la personalidad en otra escala).

De la misma manera que el 90 % de los niños genios no llega a genios en la madurez, también suelen tener serios problemas posteriores de adaptabilidad y sociabilidad, me extraña cómo los psicólogos de CONICET no levantaron la voz sobre esto habiendo tantas pruebas. Pero parece como siempre que callar y ser condescendiente es menos traumático que señalar que se está incurriendo una y otra vez en el mismo error, se está cargando de esperanzas algo que todavía debe madurar (de la misma por lo que se habla de una obra en tránsito) por sí mismo y eso significa que no se puede anteponer ahelos de personas adultas, que se debe cuidar a los niñes del mal tiempo mental que todavía le espera, de las desesperanzas y frustraciones; no es la manera sobre exponiendo a un niñe a un documental, para eso están los actores, para eso está el docusoap.

Desde el punto de vista cinematográfico hay que aplaudir al montajista que debe haber dejado la vida en la sala de edición, unos momentos herzogianos del film, desaprovechados justamente por todo lo que Herzog sabe teñir de grandeza hasta las lágrimas, (el giro del telescopio) al tiempo que deplorar y mirar con cierto cinismo del cual adolecen las directoras como todo el episodio de los anteojos para ver el eclipse, momentos en que el susodicho se anima a salir del eje y contar otra cosa, las autoras se toman todo demasiado en serio, sin poder dar cuenta de algo importante que pasa y es lo que se llama

Ficha Técnica

Dirección, Guion, Producción, Producción Ejecutiva: Tomás Lipgot
Fotografía: Javier Pistani
Edición: Emiliano Serra
Sonido: Hernán Severino
Música: Pablo Urristi
Compañía Productora: Duermevela
Intérpretes: Clara Micheletti, Sofía Méndez, Yayo Ekdesman, Alejandro López
Subtítulos para personas sordas e hipoacúsicas y audiodescripción: María Laura Ramos, María Gabriela Ortiz — Directoras, PERCEPCIONES TEXTUALES
Locución de la audiodescripción: Gustavo Pardi

--

--