Elda y los monstruos, de Nicolás Herzog

Csaba Herke
Sitio Leedor
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2 min readMar 5, 2024

Una película amable que, típico de época, no termina de definir sus contornos entre el documental y la ficción (sin entrar en la problemática de géneros).

Una suerte de viaje iniciático, con reminiscencias de Cuenta conmigo (Stand by Me, Rob Reiner, EEUU 1982) y una historia a la que poco le antecede y explica, más que algún comentario sobre el pasado que le quiere dar sustento. Ningún conflicto más que comentarios, un casting inicial que no aporta más que querer ser inteligente. Comentarios casi al nivel de chismes, todas cosas que los que vamos a ver este tipo de películas conocemos hasta el hartazgo: el bulling, el ninguneo social, la incomprensión familiar, el encierro necesario pero también posiblemente tóxico en el grupo de pertenencia.

Ese viaje atraviesa una suerte de selva subtropical al encuentro con el altar de La Muda, travesti vilmente asesinada, mezcla de historia local y leyenda, su altar de características sincréticas se yerge donde la ¿selva? hace frontera con el río.

Su buena fotografía (que curiosamente se aprecia mejor en pantalla de TV) y buen montaje más la potente voz y simpatía de un posible futuro buen actor, hacen del film un objeto llevadero, que atraviesa con dignidad lo que podría tranquilamente hundirlo en el ridículo.

Herzog, que no es nuestro amigo Werner, hace en este film algo similar a lo que las Wachowski en el inconcluso serial Sense 8; donde el grupo protagónico de la historia, el que aquí hace el viaje, en realidad es un grupo de estudio antropológico, conformado por un “conjunto disidente” o mejor dicho los monstruos, los otros.

Un film ameno y educativo que, sin embargo, no logra ser didáctico, el homenaje final a Moura es lindo, y tiene su cuota de emoción. Entre el videoclip y un film que no sé bien qué es lo que quiere transmitir, lleno de clichés de época, una de las cosas más logradas que tiene es el aproximarnos ala movida LGTBQX+ del interior del país, cosa que en estos días no es poco, y sin llegar a la resistencia, a más de unos papis le va a venir bien verla, aunque sólo sea de reojo y sentados en la comodidad de su hogar.

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