Ella es Cristina: les chiques también ríe

Csaba Herke
Sitio Leedor
Published in
6 min readFeb 3, 2021

Aristóteles decía que la poesía es más filosófica porque cuenta hechos del orden universal, mientras la historia lo hace con hechos particulares.

“El historiador y el poeta no se diferencian por decir las cosas en verso o en prosa (pues se podrían poner en verso los textos de Heródoto, y no sería menos una historia en verso que en prosa), sino porque uno dice las cosas que ocurrieron y el otro dice las cosas como podrían ocurrir. Por eso la poesía es más filosófica y más elevada que la historia, pues la poesía dice más bien lo universal, en tanto que la historia dice lo particular”[1] (Aristóteles IX, 1541)

Éste es un tema más que debatido dentro del campo de las artes, en el cine es uno de los motivos de la creación del Indie, categoría en la que caen un conjunto de películas que por sus temáticas (por lo general minúsculas) le importan sólo a los participantes de un festival.

Sundance como festival independiente, el más grande quizás y ya de independiente tiene sólo el “sharm”, nos acostumbró a esta sensibilidad, la sensibilidad indie.

Grandes y notables filmes surgieron, podría decir que las marca un tiempo moroso, cierto aspecto melancolizado de la realidad, conflictos de índole marcadamente subjetivos que exponen cierta disfuncionalidad. Aclaro que en ningún texto mío entiendo la disfuncionalidad como negativa, todo lo contrario, la disfuncionalidad es el síntoma de que el sistema tal como se nos presenta, terriblemente destructivo del individuo y sus pesares.

El cine indie y su éxito se proyectaron rápidamente sobre narrativas estandard y plataformas de streaming creando en algunos casos, siendo funcional en otros al establecimiento de cierta sensibilidad epocal.

La prueba exitosa de Roma, creo que da pie a este film, aunque su andar sea completamente otro, un largo plano secuencia que describe casi de manera minimalista el ascenso en lo que se supone un edificio de departamentos, se propone como film moderno. Moderno porque la fotografía en blanco y negro remite inmediatamente a la fotografía Acto de desaparición, 1955 de André Kertész (Budapest,1894-EEUU,1985), una mujer subiendo una escalera, fotografía icónica del modernismo, o a ciertos planos de Hiroshima mon amour (Alain Resnais, Francia-Japón, 1959), fotografiada por Michio Takahashi y Sacha Vierni.

Sin embargo, el primerísimo primer plano del comienzo de Ella es Cristina, film de Gonzalo Maza, nos deja ver que la escalera tiene revestimiento de linóleo, este material si bien es un material plástico que refuerza lo moderno del film, también indica lo periférico del mismo, ¿por qué digo esto? Es sabido que una característica de la arquitectura periférica es la imitación, una suerte de “trompe l’oeil”, un manierismo, algo hecho a la manera “de”.

¿La propuesta del film no será acaso llevarnos a las imposturas de la clase media chilena? Si así fuese, estaríamos frente a un film auto consciente que revisa la pertenencia de clase tanto del director como guionista, sin embargo y como veremos, el transcurrir del film indica que esto es más un resultado del análisis que una propuesta de los autores.

Otra cosa que sorprende de la película de Maza es que Chile, país donde sucede nuestra historia, hasta la pandemia de covid, estaba sumergido en un proceso sumamente convulsionado y en el que la juventud tuvo notable participación, diferentes reclamos históricos no cumplidos y una conciencia social cada vez mayor y más aglutinada, se concretaron en largas jornadas de protesta en las calles; cosa del cual el film no deja entrever absolutamente nada, pareciera que a los barrios donde sucede estos “entuertos de amor” no ha llegado crisis alguna.

Hay una película bastante ingenioso que tiene como protagonista a Chris Rock, De vuelta en la tierra (Hermanos Weitz 2001, EEUU) donde un joven comediante afroamericano retorna a la vida en el cuerpo de un blanco rico corrupto. Una de las cosas más divertidas es cuando el mismo se da cuenta que los chistes que hacía en su cuerpo de blanco no los puede hacer más, que son desagradable, no sólo clasistas sino horriblemente racistas.

Si Almodovar, Thomas Mann o Zweig, son de los pocos artistas que pudieron abordar el problema de lo femenino manteniendo vigencia, profundidad y textura en el tiempo, es también claro que “Lo que ellas quieren” es un film en la mano de una mujer (Nancy Meyer) que si así no fuese las palabras de Bette Midler no causarían el mismo efecto, incluso serían banales e impostadas, burda fantasía masculina sobre la mujer, lo mismo pasa con Diane Keaton, o más específicamente con Sally Potter, Jane Champion, mujeres cuyos films atraviesan el cine institucional sin dejar de plantear la mirada y problemáticas femeninas que ningún varoncito por más “feministo” que se crea puede hacer.

Las mujeres siempre participaron del cine, aun cuando la dirección estaba reservada a un rol masculino; montajistas y continuistas, eran más mano de obra de tipo proletario más que lugares de gestión y dirección. También es injusto decir que el cine propagó o amplificó ciertos arquetipos , ya que hay que verlo en perspectivas locales y no se puede comparar la participación en la dirección de filmes en lo que se denominó campo socialista del mundo occidental , y en el mismo, el peso de la mujer en EEUU que en los países europeos

Hoy quizás reina en EEUU Biguelow[2], y Martel[3] en Argentina y en la América hispanoparlante, como figuras asentadas. Sin embargo, de lo que fue el campo socialista y la izquierda europea donde produjeron grandes realizadoras, (Mészáros, Jakubowska, Tyrlová, Deren, Shepitko, Kolonits, Holland entre otras) críticas al sistema, al rol de la mujer, a la violencia intrafamiliar, muchas veces sin concesión alguna, terribles como Medea, no queda mucho, aunque también re viéndolas, no sólo quedaron en el pasado de un medio hoy superabundante, sino también lejos de la sensibilidad actual.

Debido a esto, y con este cine en los ojos, es que señaló la pobreza, no sólo de recursos, sino que el propio planteo del film como mirada sobre la mujer, dos chicas que nada tienen que hacer, “van y vienen” entre una angustia no aclarada, que no se constituye en síntoma de nada, bailan se drogan, comen, charlan.

En otro plano queda un tema que pareciera no tener la mínima importancia y se vuelve central del film como si fuese un manifiesto sobre determinada clase social: las chicas traumadas que o van al psicólogo, van a estudiar teatro y se enredan con el director, aquí aparecen varias opiniones del director-guionista de manera solapada. La primera es que los directores de talleres populares o de barrio o e instituciones alternativas son unos perdedores y charlatanes, remarcando la idea que en el arte o triunfas o sos docente, tema que da para cortar pero digamos que es ideológicamente horrible, el otro es que esos charlatanes son unos narcisistas, abusivos, de hecho los hay y hay constancia, pero la manera en que está abordado el tema es un chiste, no llega al estatuto de tragedia.

El momento en donde muestra su foto con otros directores y actores, seduciendo a la muchacha es tan autorreferencial, tan de escuela de artes, tan para “pegarle” a alguien que sólo el director conoce, cosa que la vuelve no solo artero sino infantil y cobarde.

Un embarazo, que más parece un agregado obligado, calca de Énorme, ( Sophie Letourneur, Bélgica, 2019) el ataque histérico del hombre frente al agotamiento desesperanzado de la embarazada, nada sabremos del niño, casi lo desaparece, sólo lo enuncian, “te cuidaremos” dice una amiga a la otra pero visualmente le perdemos el rastro

Finalmente, como si fuese presentado por una compañía de streaming, la solución está en la sororidad, una humillada en la calle la otra humillada en la cama, sus manos agarradas a lo Thelma & Louise nos indican esta nueva realidad.

Otra cosa que se queda perdida en lo que podría ser un buen boceto, es la incómoda y perversa relación entre actriz, el director y su pareja, pero para eso ya estuvo Bergman o son trillers como “Perdiendo a Alice

[1] Aristóteles, Poética. IX, 1454, Ed. Colihue. pág 68

[2] Bigelow, Kathryn Ann, directora, guionista, productora, California 1951, EEUU

[3] Martel, Lucrecia, directora, guionista, Salta 1966, Arg.

--

--