Exit

Ezequiel Obregón
Leedor
Published in
2 min readJun 2, 2024

Tal vez porque su interlocutor inmediato sea la platea eminentemente burguesa, el teatro moderno supo encontrar en el universo laboral un material interesante para seguir produciendo lo que mejor sabe producir: drama. El mundo del trabajo, con su consabida flexibilidad, nos pone en una situación vulnerable a gran parte de quienes integramos una una sociedad que, a la vez, nos exige ser exitosos.

Casos recientes como El método Grönholm, de Jordi Galceran, ya se inmiscuyeron con sagacidad en un ámbito que nos interpela, y más aún cuando hace pie en la idea del desempleo, porque siempre es más sencillo empatizar con los que pierden, o los que están a punto de perder, víctimas de un sistema que casi nunca compensa a los que más se esfuerzan o a quienes han hecho mérito de forma honesta.

Como en aquella obra, Exit, de Agustí Franch, también se sumerge en las relaciones laborales desde la comedia, aunque en este caso el desparpajo y el humor físico están más exacerbados. La pieza, dirigida por la experimentada Corina Fiorillo, comienza con un panorama idílico: Lidia (Nandy Dupláa) llega, reluciente, como flamante directora de Recursos Humanos a su inmaculada oficia, dispuesta a enfrentar un desafío que, a las claras, resulta un gran paso en su carrera. La situación no tarda en desestabilizarse cuando recibe el llamado de una jefa déspota que la pone al tanto de los “10 mandamientos”; reglas estrictas -y en muchos casos antojadizas- que sirven para dejar en claro quién manda allí. Pero el problema mayor se desata cuando le informa que ese mismo día se presentarán dos empleados a su oficina y tendrá que despedir a alguno de ellos.

Casi en el acto, ingresarán a su oficina Manu (Juan Pablo Geretto), primero, y Maite (Fernanda Metilli), después, cada uno con sus “zonas de conflicto”, pero sin nada que haga suponer que son malos empleados. La primera parte de este encuentro le sirve a la obra para exponer a los personaje, revelar sus temores (no olvidar los “10 mandamientos”) e insinuar la catarata de disparates y gags físicos que estallarán una vez que se les revele por qué están allí, frente a Lidia.

Es, entonces, en la segunda mitad de la obra cuando Exit pone a sus actores en estado de gracia, trasgrediendo los límites de la comedia verbal hacia el territorio del humor slapstick. En ese sentido, resultan formidables las performances de Geretto y Metilli, aunque la que sorprende es Dupláa, cuyo imaginario en torno a la comedia está más vinculado a la de formato televisivo. En suma, Exit, desde un trasfondo ominoso y extraído del mundo contemporáneo, consigue extraer risas gracias a una suma de talentos que se dirimen en la escena, al punto de hacerla añicos.

--

--

Ezequiel Obregón
Leedor
Writer for

Escribo sobre cine, teatro y literatura. Cuenta de Medium para Leedor.