Estrella roja: desde Córdoba a San Petersburgo

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2 min readNov 24, 2021

Deshumanización, incertidumbre, inteligencia artificial, opacidad, desolación. No hay verdades más en nuestro mundo actual, mucho menos una mirada modernista sobre el futuro. Es decir, no hay confianza en la máquina, ni en la ciencia. Más bien somos creyentes del apocalipsis. Si para Demócrito (no lo traigo yo sino el documental) lo que había fuera del átomo pertenecia a la Doxa, a la interpretación, nuestro mundo perplejo pertenece al amplio campo de la opinión.

¿Cuántos films (documentales o ficción) pueden crear su universo propio, existir por sí mismos, inventando sistemas nuevos de relaciones? Y cuántos films argentinos logran esto? El de Sofía Bordanave (La suave noche) lo hace. Anastasia (será la Romanov?) tiene un padre que dejó una herencia de escritos y un hermano que se llama Karl Mars (por Marte no por Marx). Es su voz la que escuchamos: una rusa hablando en un idioma extranjero.

Alexander Bogdánov publica en 1908 “Estrella Roja” un pequeño libro que homenajea esta película, que narra un viaje a Marte para crear un posible estado soviético. Ligada a los libros sobre viajes al espacio (Julio Verne y su viaje a la luna) Bogdánov se anticipa casi 10 años a la utopía revolucionaria que se concretaría en 1917. Bordenave viaja a Rusia en el 2017, filma en el campo de Marte (dios mitológico de la guerra) de San Petersburgo luego renombrada Leningrado.

Estrella Roja (Marte el planeta, Marte el dios de la guerra, Marte el campo de Marte) es un film que desde una región del centro de Argentina (Córdoba) piensa la utopia socialista a traves de un artilugio (en el buen sentido) que abraza literatura, cine, experimentos sobre el cuerpo, planteos de inmortalidad, una vida fuera del globo terráqueo y un cambio politico e histórico. Tampoco se puede mirar Estrella roja deseñando la peste que nos acosa hace dos años: colonizar otros planetas frente a la destrucción de éste,

Palacios abandonados, revoluciones perdidas y objetos olvidados. El futuro parece haberse tragado todo. ¿Hay algo más apocalíptico que eso? Katya camina desde el fondo del cuadro con su sobretodo hasta el piso: fuma, tiene el rostro ajado, mira el reloj nerviosa y dice “Para que empiece la Revolucion faltan 107 horas y 44 minutos.” Corre el año 2017 y se cumplen 100 años de un evento que cambiaría el mundo. Pero ya a esta altura pensamos que estos personajes son inmortales y que lo que pasa es que el tiempo es un ciclo que viviremos una y otra vez. Como las pestes y como las revoluciones.

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