Ida Lupino: “Trate de hacerlo tan real como le sea posible”

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10 min readJul 4, 2023

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I D A L U P I NO

Por Abel Posadas

El nombre puede no decir nada a quienes no sean cinéfilos o hayan llegado a superar los setenta años. Inglesa de nacimiento -1916- y ciudadana norteamericana luego -1948-, Miss Lupino integra la gigantesca caravana de quienes desfilaron por Hollywood desde los años treinta y que fueron borrándose de la memoria colectiva a partir de la década del setenta.

Tampoco es de primera línea ni siquiera para la industria: jamás recibió un Oscar a pesar de saludables trabajos en más de una oportunidad. Pero esto es un lugar común con gente talentosa. Llegó a Hollywood contratada por la Paramount que necesitaba una joven inglesa para interpretar a Alicia, la del país de las maravillas. En Estados Unidos nada sabían del apellido Lupino, de origen italiano y cuna de actores desde el siglo XVII. La joven había viajado con su madre –su padre Stanley y su hermana Rita quedaron en Londres-. Luego de diversos rechazos y películas inferiores se encontró con que debía probar la radio. Así lo hizo e ingresó en el Lux Radio Theater en 1937. Dirigida por Cecil B. de Mille y en pareja con Robert Montgomery, ofrecieron el clásico de Hitchcock Los 39 escalones. En 1938 volvió a Londres, visitó a sus familiares pero no halló trabajo. Por consiguiente y de regreso en Hollywood se casó con el actor inglés Louis Hayward. Al parecer comenzó a ser conocida gracias al director William Wellman quien la eligió para La luz que agoniza (The Light that Failed (1939) junto a Ronald Colman. Su desempeño como una muchacha cockney de los barrios bajos le valió un contrato con la Warner Bros. Y se sucederían las películas, entre ellas El misterio de Fuske Manor (Ladies in Retirement -Charles Vidor.1941) que terminó siendo su película favorita. De ese mismo año es El último refugio (High Sierra-Raoul Walsh), coprotagonizada por Bogart…

ADIOS A LA WARNER

Hasta 1947 protagonizó lo que la productora le ordenaba. Y luego renunció. Es interesante la opinión de Vincent Sherman que la dirigió en 1943 en Una mujer perdida (The Hard Way). “Era muy difícil y terminamos no dirigiéndonos la palabra. Pero ella sacó el premio de los críticos de Nueva York por ese papel y fue el único que le dieron en toda su trayectoria. Difícil pero valiosa”. En 1948 se casa por segunda vez con un ejecutivo de la Columbia, Collier Young y pareció haber encontrado al hombre ideal para sus planes.

Entre los dos fundan Emerald Productions e Ida se lanza a dirigir. Lo hace con Los jóvenes amantes (Not Wanted (1949). En realidad quien comenzó a dirigir la película fue Elmer Clinton pero sufrió un infarto. Por razones de presupuesto, Ida se decidió a hacerse cargo. Había aprendido a manejar una cámara en los intervalos de la Warner. “Debo agradecer a los técnicos que me dieron lecciones mientras yo estaba o suspendida o entre películas. Pero debo aclarar que lo que me gustaba de veras era escribir y componer música”. El guión en el que ella colaboró se ocupa de una joven que luego de un efímero romance queda embarazada. Sin el apoyo de sus padres y rechazada por el frustrado pianista con quien mantuvo relaciones sexuales decide irse del pueblo.

Busca un empleo e intenta mantenerse a flote. Conoce a otro joven que pareciera comprenderla. Por fin, decide internarse en una clínica donde luego del parto, su hijo es entregado, con su consentimiento, a otra pareja. Sobreviene la crisis y la urgencia por recuperar a quien ya no le pertenece. Intentan hacerle comprender que ha hecho feliz a dos personas y existe en la muchacha un vaivén que se decide recién al final, cuando emprende esa veloz carrera hacia ninguna parte y es auxiliada por el joven comprensivo. Ese desenlace es de veras una novedad porque es la que termina con el muchacho en sus brazos, envolviéndolo de tal forma que pareciera que es ella la que lo ha rescatado. Si bien es cierto que había producciones independientes hacia fines de los 40 -y también antes-, lo curioso es que Miss Lupino, perteneciente desde siempre al sistema de estudios, haya tirado por la borda la afectación y el amaneramiento de los realizadores comunes que se dedicaban a estos temas. Habitualmente caían en el más horrendo melodrama. Ella se encarga de otorgarle a las tomas y a la marcación de actores una cierta frialdad, como si los alejara para que el espectador pudiera verlos con mayor objetividad.

LA SEGUNDA DIRECTORA EN EL SONORO DE HOLLYWOOD

La primera había sido Dorothy Arzner, llegada del silente pero con cantidad de filmografía en el sonoro. Se fue de Hollywood en 1943 pero no se retiró por completo. Miss Lupino siempre manifestó su respeto por Arzner, aunque reconoció que se habían movido en esferas muy diferentes. La productora Emerald pasó a ser Filmakers con gran apoyo y trabajo de Collier Young, quien además de productor llegó a colaborar en los guiones. La Filmakers entregó al mercado La tragedia del temor (Never Fear) sobre una bailarina que sufre un ataque de polio. Parcialmente autobiográfico –Lupino padeció esta enfermedad-, el guión no pierde demasiado tiempo en lograr que la feliz pareja –la misma de Not Wanted- se traslade ahora al mundo de los discapacitados. Porque la protagonista debe internarse en una clínica donde los pacientes no son actores sino internos convalecientes de esta patología. Nuevamente el guión y la cámara conceden mayor importancia al personaje femenino. Ida creía que era imprescindible que se hicieran películas poniendo sobre el tapete la situación de la mujer en la sociedad norteamericana. La lucha por la recuperación es tratada en este caso de manera objetiva y alejada de todo pietismo. En 1950 y mientras actuaba con Robert Ryan en La casa en la sombra (On Dangerous Ground), el director Nicholas Ray sufrió una crisis nerviosa y Ida se hizo cargo de la película.

La casa en la sombra

Esto ocurría poco después que Miss Lupino hubiera filmado la que, tal vez, es su película más conocida. Nos referimos a Ultraje (Outrage-1950) donde se explora el problema de una violación y las consecuencias psicológicas en la víctima. El momento nocturno en que el delito se produce, está rodado utilizando grandes ángulos para subrayar la soledad y la impotencia de la víctima. Los espectadores saben quien fue. Poco importa esto si se lo compara con el desequilibro en que cae la joven. Se va a otro pueblo y en un momento en el que retrocede mentalmente hasta la violación, intenta matar a quien simplemente ha venido con intenciones bien diferentes. Es llevada a la justicia, pero el pastor del pueblo que la ha amparado desde que llegó, logra que la liberen. No le permite, sin embargo, que permanezca en el pueblo. Le pide y logra que regrese a su lugar de origen donde hay una promesa que cumplir: había dejado un novio preparado para el casamiento. No sabemos qué ocurrirá y no nos importa. Lo que interesa es que la muchacha regrese y enfrente a aquellos de quienes había huido.

LA LLEGADA DE LA R.K.O

Howard Hughes, siempre atento a las ganancias, se dio cuenta de que los productos que dirigía Lupino requerían muy bajo presupuesto y rendían, modestamente, en las boleterías. Por lo tanto ofreció a Filmakers los estudios de la R.K.O, además de otras facilidades siempre y cuando él se quedara con el 50% de las ganancias. Se aceptó el ofrecimiento y Lupino rodó Hard. Fast and Beautiful (I951), sobre las ambiciones de una madre con respecto a su hija tenista. Los títulos para América Latina varían y van desde De la misma sangre en Brasil, hasta Difícil, rápido y hermoso en otros países. Lo que logra Lupino con Claire Trevor –la madre en cuestión- debe ser tenido en cuenta. Hasta este momento Trevor había desempeñado papeles que nada tenían que ver con la maternidad, sino más bien con el whisky, las balas y los hoteles de baja categoría. Y. por otra parte, la directora no necesita de palabras para darnos a entender qué clase de entendimiento existe entre esta mujer ambiciosa y el manager de los torneos. Lupino había interpretado un rol semejante al de esta madre en The Hard Way. Pero resulta interesante ver la marcación impuesta a Trevor para darnos cuenta de que estaba muy alejada de los estudios cuando filmaba como directora. Para 1956 la Filmakers se encontraba en condiciones de contratar figuras importantes. El guión y la película a rodarse se titulaban The Bigamist. Para el rol de la esposa Collier Young pensó en Jane Greer que no pudo cumplir el compromiso y, por lo tanto, habló amigablemente con la que ahora era su mujer, Joan Fontaine. Esta, a su vez, aceptó siempre y cuando Ida interpretara el otro papel femenino. De este modo, el marido en la ficción –Edmond O Brien- se encontró con su mujer, Fontaine y con la amante con la que se casa, Lupino. Son tres personajes difíciles, al menos tal como están planteados por el guión. Resultan excesivamente honestos para con los demás y son incapaces de mentir. La dirección aprovechó en los primeros planos todo aquello que los actores podían trasmitir, despojados de engaños y jugarretas. Y a pesar de los violentos cambios sufridos por Fontaine en su carrera, Lupino consiguió extraer de ella lo mejor. Esto trae como resultado lo siguiente: el espectador no se encuentra en condiciones de juzgar no solamente al bígamo, sino de no emitir opiniones negativas con respecto a las dos mujeres. La película pareciera estar abriendo un signo de interrogación con respecto a la sociedad en la que estos seres se mueven. Y de paso, hay una burla subida de tono para con los habitantes del Hollywood de la época, en ese paseo por las casas de las estrellas. Distribuyo la R.K.O. Y para este momento Ida Lupino había conocido a quien sería su tercer marido: el actor Howard Duff. Cuando estaba casada con Young tenía ya relaciones con Duff y se divorció estando embarazada.

EL MARIDO IDEAL

En 1953 Lupino rodó The Hicht-Hiker que en español tuvo varios títulos, entre ellos, La muerte en acecho. Es una película que comienza como un thriller convencional: se asiste al vagabundeo de un asesino en serie a través de los planos habituales más los titulares. Se presenta luego a dos amigos que van de pesca y que, naturalmente, serán asaltados por el criminal. Con tres actores como Edmond O Brien, Frank Lovejoy y William Talman más el desierto paisaje de la California rocosa Lupino se las ingenia para conseguir setenta minutos de suspenso.

En ese lapso conviven norteamericanos y mexicanos todos ellos mostrados no como en el Hollywood tradicional donde los mansos se vuelven héroes y los mexicanos son tontos. Aquí, según las palabras del asesino, los amigos se preocupan demasiado el uno del otro y pierden tiempo de esa manera. Porque lo que se demuestra es que estos dos hombres tienen una relación muy sólida como para que algún pensamiento egoísta los asalte. Por otra parte, hay que observar el gesto de Edmond O Brien cuando hablan de una señorita del pasado. Se convierte en un joven que goza con una deliciosa golosina. El otro, en cambio, es el hogareño que jamás ha viajado salvo su participación en la guerra. El thriller exige que el criminal sea castigado y esto es lo que ocurre, hecho que disminuye el suspenso.

También en 1953 nace su hija Bridget. Y en 1954 se asocia con Dick Powell, Charles Boyer y David Niven para formar el Four Star Theater que permanece en TV durante un año. Ella continúa trabajando en cine pero las ofertas son cada vez menos frecuentes. Con Howard Duff encara una serie cómica para la TV que tiene cierto éxito. Y a ese medio, a la TV, le dedica sus esfuerzos. En 1955 dirige por primera vez en TV. Lo hizo con un capítulo de la serie On Trial mientras a su alrededor el viejo Hollywood se va hundiendo sin pausa. En 1949 ya había un millón de televisores en Estados Unidos y la explosión fue fabulosa durante los años 50. En 1966 dirige para la Columbia a Rosalind Russell en The Trouble with Angels, bien tratada por Bosley Crowther en el New York Times. Continuará trabajando como directora y actriz de TV hasta que algo grave la afecta: en septiembre de 1972 Howard Duff se va definitivamente. En realidad habían tenido varias separaciones temporarias pero no habían llegado al divorcio. Se añade a esto que la relación con su hija Bridget no es en absoluto cordial. Los que la entrevistan en los a1ños 70 se encuentran con una mujer desconocida, enferma y amiga del alcohol. Por fin, luego de un extenso período de soledad, Mary Ann Anderson se convierte en su curadora y amiga. Anderson es la hija de Emily McLaughlin –estrella de teleteatros- y ha pasado la mayor parte de su vida alrededor de actores y actrices del viejo Hollywood con problemas personales. Entre 1984 y 1995 Anderson consiguió que entre las dos supervisaran la restauración de La muerte en acecho, además Ida comenzó a recibir la pensión que le correspondía por sus años de trabajo a través de la DGA y lo más importante, la ayudó a escribir Ida Lupino: Más allá de la cámara. Cuando la actriz y directora muere de cáncer en 1995 el 80% del libro estaba concluido.

En varias ocasiones declaró que no era feminista y que lo importante era dirigir bien una película, más allá del sexo de quien lo hiciera. Sostuvo, además, que era necesaria la presencia de las mujeres detrás de la cámara porque era fundamental dar una visión más compleja del mundo femenino. Al propio tiempo, indicó que sus compañeras de la Warner –sin dar nombres- eran muy capaces de ponerse detrás de una cámara. Pero, es sabido, ganarían muy poco dinero. Esta mujer talentosa se permitió un error fatal: eligió al hombre equivocado. Esto nada tiene que ver con su actividad profesional.

Abel Posadas

BIBLIOGRAFIA

Donati, William: Ida Lupino, a Biography. University Press of Kentucky, 1996

Grisham, Therese and Grossman, Julie: Ida Lupino, Director. Her art and resilience in times of transition. Rutgers University Press, New Brunswick, New Jersey, 2017

Kobal, John: People Will Talk, Personal Conversations with the Legends Of Hollywood Aurum Press Limited, London, 1986 pp 323–334

Lupino, Ida with Mary Ann Anderson: Ida Lupino, Beyond the Camera, Bearmanor Media, New York, 2011.

Parish, Robert James and Stanke. Don E.: The Forties Gals. Arlington House, New York, 1980. pp 131–193.

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