La chimera, en la Semana de Cine Italiano en Cinépolis Recoleta

Alejandra Portela
Sitio Leedor
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3 min readApr 2, 2024

Cinco siglos le bastaron a los etruscos para convertirse en una de las culturas más refinadas del Mediterráneo. El misterio de su existencia que está datada entre el 900 al 300 AC, está cargado de mitología. “Si la cultura italiana fuera etrusca en lugar de romana sería otra cosa”, dice un personaje en La chimera. Pero no olvidemos que Rómulo y Remo eran etruscos, y fundaron Roma, la ciudad imperial del mundo Antiguo.

Aquellos albores identitarios de esta Italia actual, son obsesivamente rastreados por el cine contemporáneo, en busca tal vez de las respuestas de la decadencia actual. La obra de Rohrwacher, se interna en la historia de un singular buscador de tesoros (no podemos dejar de pensar en el personaje del príncioe Carlos juvenil de The crown cuando vemos esas inglesas maneras de Arthur, el personaje que interpreta Josh O’Connor). ¿Alguien supone que puede haber todavía restos que no estén en los Museos de aquella rica cultura que vivió en el centro del país (la Toscana). Recuerden (o busquen) el sarcófago de los esposos, o los trabajos en metales y cerámicas, o pinturas de las tumbas. Los tesoros hay que encontrarlos, luego, alguien se encargará de abandonarlos o venderlos. El mercado aparece como maligno, monstruoso y todo lo deforma. La historia de la película se ubica en los año 80, lo cual tambien le da un tono prístino, impulsada por la textura fílmica que recurre a formatos del 35 y 16 mm.

El film es un sueño. Tambien, una quimera.

“Lo siento pero nunca sabrá como terminará ese sueño”, le dice a Arthur el guarda del tren al despertarlo para pedirle el boleto. Es el comienzo del film y un anuncio de este sueño en el que nos sume, como suele hacerlo la directora más importante del cine contemporáneo italiano. Hacia allá vamos, con todas las intenciones de meternos en su película más felliniana: ver si no la banda de amigos, sus rostros y sus movimientos circenses. Arthur quiere escapar pero se lo impide la intuición: el destino es una quimera en la que seguir buscando y buscando aquello que nos hace felices. Y que tal vez, se encuentre en el mismo pasado. Como la memoria fáctica del gran Federico que amplía la emoción. Ahi está Benjamina, amor perdido de Arthur, hija perdida de Isabella Rossellini (vaya si Isabella no encarna también ese pasado mismo del cine italiano), es que la memoria de la historia es la memoria misma de Italia: los etruscos incluidos en su costado más primigenio. Italia es el nombre de un personaje, el más puro de esta historia tal vez, que resguarda a sus hijos a escondidas de la anciana noble, terminará viviendo una vida colectiva donde las mujeres organizan sus vida en la vieja estación abandonada de Riparbella, pequeño pueblo de La Toscana.

Si existe el cine, parece decir la Chimera, es porque mezcla con total felicidad todos esos componentes, distintos, que parecen no tener relación pero que construyen en el cine de Rohrwacher una masa bella y armoniosa.

Toda la programación de la Semana de Cine Italiano, aquí.

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Alejandra Portela
Sitio Leedor

Licenciada en Artes de la Universidad de Buenos Aires. Decana de la Facultad de Artes de UMSA. Directora de Leedor.com. Forma parte de Fundacion Cineteca Vida.