Louise Glück: Premio Nobel de Literatura 2020

Adriana Santa Cruz
Sitio Leedor
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3 min readOct 8, 2020

La escritora norteamericana Louise Glück, de 77 años, fue la ganadora del premio Nobel de Literatura 2020 por su “inconfundible voz poética que, con una belleza austera, torna la existencia individual universal”. Considerada una de las mejores poetas de su generación, ya había recibido el premio Pulitzer de poesía en 1993 por su libro The Wild Iris (El Iris Salvaje).

Otras dos mujeres estaban en la lista de posibles ganadoras: la escritora Maryse Condé y Liudmila Ulítskaya, pero finalmente el nobel recayó en Glück, quien obtuvo varios premios importantes. Además, es miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras.

También publicó una colección de ensayos, Proofs and Theories: Essays on Poetry (1994), que ganó el PEN Martha Albrand Award for Nonfiction. Algunos de sus libros de poesía son Firstborn (1968); Descending Figure (1980); Meadowlands (1997) y Averno (Farrar, 2006), entre otros.

Amor bajo la luz de la luna

A veces un hombre o una mujer imponen su desesperación
a otra persona, a eso lo llaman
alternativamente desnudar el corazón, o desnudar el alma.
(Lo que significa que para entonces adquirieron una).
Afuera, la tarde de verano, todo un mundo
arrojado a la luna: grupos de formas plateadas
que podrían ser árboles o edificios, el angosto jardín
donde el gato se esconde para revolcarse en el polvo,
la rosa, la coreopsis y, en la oscuridad, la cúpula dorada del capitolio
transformada en aleación de luz de luna,
forma sin detalle, el mito, el arquetipo, el alma
llena de ese fuego que en realidad es luz de luna,
tomada de otra fuente, y brilla
unos instantes, como brilla la luna: piedra o no,
la luna sigue estando más que viva.

El espino

Al lado tuyo, pero no
de tu mano: así te miro
andar por el jardín
de verano: las cosas
que no pueden moverse
aprenden a mirar. No necesito
perseguirte a través
del jardín; en cualquier parte
los humanos dejan
señal de lo que sienten, flores
esparcidas en el polvo del camino, todas
blancas y doradas, algunas
levemente alzadas
por el viento de la tarde. No necesito
seguirte adonde estás ahora,
hundido en la ponzoña de este campo, para
saber la causa de tu huida, de tu humana
pasión, de tu rabia: ¿por qué otra cosa
dejarías caer todo aquello
que has acumulado?

El iris salvaje

Al final del sufrimiento
me esperaba una puerta.

Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.

Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.

Terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.

Luego todo se acaba: aquello que temías,
ser un alma y no poder hablar,
termina abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en bajos arbustos.

Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo
podría volver a hablar: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz:

del centro de mi vida brotó
un fresco manantial, sombras azules
y profundas en celeste aguamarina.

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Adriana Santa Cruz
Sitio Leedor

Profesora y Licenciada en Letras, redactora y gestora cultural