Medium (Oddity), o asustarse de la nada.
¿El terror es un género en sí mismo?, se puede afirmar que sí, pero también lo contrario, que no lo es; La hora del lobo de Bergman o el cine del recientemente fallecido Lynch, o el de Lars von Trier, o incluso el film de Spike Jones: Donde habitan Los monstruos, difícilmente aparecen en un listado del género, y sin embargo, su cine tranquilamente podría estar catalogado como tal, entonces ¿por qué no se lo considera?.
Porque considerar la diversidad va en contra de los catálogos, cualquier otra cosa requeriría un espectador que pueda hacer y hacerse preguntas tales como ¿qué es el terror? ¿por qué el terror? ¿para qué el terror?.
Si se pregunta en la calle, se suele entender el terror como cine principalmente masculino, parejas adolescentes, un cine de susto perecedero; en él se mezclan monstruos de goma, mutantes, todo tipo de creencia sobre el mundo preternatural, como si hiciese falta sustos frente a lo que en este momento (enero del 2025) sucede en Gaza o Ucrania, o incluso acá en la Argentina.
Médium (ODDITY) es uno de esos filmes de diseño, de sustos bien administrados, una coctelera de ideas ya realizadas con apariencia de novedad. ¿Al lector le resulta una fórmula conocida, acaso? que, igual que una mala pesadilla, se olvida a la brevedad sin mas daño que un temblor al ir al baño a medianoche.
Si el núcleo del terror se da como resultado del conflicto entre lo racional y lo irracional, tanto el Asilo Arkham (Arkham Asilum, Batman) y todas sus variantes eran derivados del Gabinete del doctor Caligari (Das Cabinet des Dr. Caligari, R. Wiene, Al. 1920), incluso El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs, Jonathan Demme, EEUU, 1991) tocaba notas familiares, aunque de fronteras ambiguas, era la la razón y la ley, como su agente, que restituían algún tipo de orden; aquí ese parentesco se vuelve mitomaníaco, predecible, incluso por momentos burdo, un sinsentido que parece estar solo en función de un par de sustos, la gente quiere sustos y no textos de que asustarse; parecería que en los tiempos que corren, la razón, (logos) no se ha vuelto el enemigo.
Un texto para asustarse sería hacer emerger las razones -profundamente humanas- que llevan a una persona a matar a otra, planificar su muerte, designar a alguien, eso es más terrible que tal o cual muñeco cobre vida; lo aterrorizante es que una persona cualquiera, un vecino, compañero de escuela, una pareja en la que depositamos nuestro afecto o nuestras decisiones económicas y políticas, finalmente sea un monstruo criminal; el cine de terror en nuestra época, no necesita el terror ontológico; las guerras, el renovado miedo a una guerra nuclear, la crisis económica, son suficientemente angustiantes, para además agregarles cuotas de creencias sobrenaturales, las cuales se niegan a quedar en el olvido; en ese sentido el género se vuelve pasatista, cumpliendo ejemplarmente su cometido: asustarse de la nada.