Mi vecino, el asesino

Ezequiel Obregón
Sitio Leedor
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2 min readOct 11, 2020

El Caso Watts: el padre homicida (documental original de Netflix) expone, a partir de fotos y videos subidos a Facebook, la vida de un matrimonio joven con dos pequeñas hijas. Lo que en la superficie parecía ideal, escondía tensiones y pulsiones criminales que culminaron de la peor forma.

Con series como Making a murderer o The keepers, el gigante de la N roja impulsó un formato pero, por sobre todo, un tipo de espectador. Un televidente interesado en atar cabos y resolver casos que, en muchos casos, no tuvieron un veredicto final pero produjeron un gran impacto mediático. De allí en adelante, otros trabajos aspiraron –con mayor o menor éxito- a ampliar el universo de esa clase de documentales. El Caso Watts: el padre homicida se inscribe en esa línea. Es un trabajo conciso, dirigido por la documentalista Jenny Popplewell, en donde no se hace tanto foco en la resolución del crimen (un triple femicidio, en este caso) sino en la bifurcación entre la realidad y la fantasía proyectada en la imagen virtual.

El Caso Watts: el padre homicida funciona como relato de horror suburbano, con la impronta de tener un asesino a pocas casas de distancia. Tal vez porque el propio criminal no tardó demasiado en confesar sus hechos (que incluyen, además, el asesinato de su esposa embarazada,) el relato no establece un pacto con el televidente que lo comprometa como detective. En cambio, sí permite entrever la historia de un matrimonio signada por la mirada heteropatriarcal porque, en esencia, la pulsión destructora surge a partir del deseo de destruir el núcleo familiar para darle impulso a una relación extra marital. Una triste postal de nuestros tiempos.

Chris Watts no tiene en sus múltiples capturas (grabaciones de llamadas, mensajes de texto, videos, etc.) el aura que definió y convirtió en tristes íconos a otros asesinos reconocibles como Ted Bundy (estelar en la factoría Netflix). Pero, tal vez a causa de ello, su rostro pétreo, la forma en la que diagrama su torpe coartada y el modo en el que actúa “colaborativamente” sirven como mejor testimonio del terror, en una sociedad que escinde sueños en la pantalla y los devuelve hechos pesadillas cotidianas.

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Ezequiel Obregón
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Escribo sobre cine, teatro y literatura. Cuenta de Medium para Leedor.