La venganza de un vampiro, de Brando DeSica
El nieto de Vitorio Desica, Brando DeSica, nos entrega un historia plagada de tristeza. Principalmente por mostrarnos que, finalmente, la posible salida para la juventud napolitana, (y de gran parte del mundo) se reparte entre los violentos mafioso, los asimilados y las víctimas, tanto de unos como de otros, pero también de si mismos.
El film, en cierto modo, es una relectura de La tiendita del horror en clave trágica: Mimi tiene una malformación en los pies, que le da un aspecto monstruoso, sufre la burla de todos, la permanente intimidación lo obliga a vivir escondido en el sótano de una pizzería, cuyo dueño oficia de padre adoptivo; en principio lo vemos severo pero cariñoso y finalmente comprensivo.
El aserto del film es como el dirrector, sumamente lúcido, delinea las causas subyacentes al conflicto, la tolerancia del pizzero que alimenta pero evita sentarse al lado de una travesti, el de las relaciones mediadas por substancias químicas (legales e ilegales), el padre adoptivo que en definitiva usa como fuerza de trabajo gratuita al hijo.
Mimi no tiene filtros, no tiene máscara ni siquiera protector solar, los padres biológicos lo abandonaron, el padre adoptivo no lo protegió, sólo lo escondió. En realidad lo usó como fuerza de trabajo gratuito; oculto como Kaspar, no aprendió a diferenciar la realidad de la ficción, se entrega sin dudar siquiera, no al juego del amor, eso sería saber la diferencia entre la apariencia y la realidad, sino a lo que él cree entender que es el amor, sin saber que éste sólo es ficción; que en definitiva, las relaciones en el plano de la realidad están (en el film) para ser “normales”, medicadas, o sin la cuales los protagonistas son monstruos (podríamos decir, parafraseando a Žižek: en la lejanía los enamorados juegan a ser monstruos, es cuando se drogan, juegan; en la cercanía son monstruos reales, sujetos cuyo yo está diluido en psicofármacos debidamente recetados, criminales en potencia).
La venganza de un vampiro es una película que en el tiempo se torna compleja, más allá de la aparente simpleza inmediata del guión, de una puesta y actuación lindando con lo giallo; sin embargo cada vez que vuelvo sobre ella, me muestra un conjunto de problemas, de breves pero agudas observaciones sobre nuestro presente, sobre lo que le pasa a los jóvenes; la relación con la tecnología, que para muchos (en realidad son unos pocos) está naturalizada; la tragedia de Mimi, es en definitiva la tragedia de todos, de una manera u otra estamos frente a una realidad tecnológica que por el momento nos parece haber desbordado.