Miramar y el Gran Hotel Viena: secretos y hallazgos

María Paula Micucci
Sitio Leedor
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5 min readFeb 4, 2022

Miramar de Ansenuza o el mar cordobés. Un pueblo de sanavirones, de criollos e inmigrantes con saltos de esplendor y desmoronamiento a causa de la variación del caudal de su laguna. Una mancha de agua que ocupa una buena parte del noreste cordobés y que caracteriza el mapa de la provincia. Llegar a sus costas no es solo encontrar un paisaje inusual y opuesto a los atractivos clásicos como las montañas y los ríos, también, es conocer una historia plagada de hitos curiosos y cercano a lo misterioso.

Un mar en el corazón del país que tuvo sus primeros habitantes registrados a comienzos del siglo XX. Sus aguas asociadas con la medicina alternativa y de carácter curativo atrajeron a los pobladores y visitantes que venían de distintos puntos de la provincia y de Santa Fe, inaugurando uno de los destinos turísticos más prósperos de la época. Desde sus comienzos, fue vista así y, por lo tanto, el avance económico se debió a la construcción de hoteles y pensiones que albergaban a los visitantes.

Atardecer en Miramar de Ansenusa

En la década del 40´, la familia Pahlke, de origen alemán, comenzó la construcción del Gran Hotel Viena, hoy ruinas donde deambulan espíritus, según narran los lugareños. Cinco años después, las puertas de sus esplendorosas salas se abrieron, el estilo racionalista alemán de sus muros caracteriza tres grandes alas comunicadas por un patio interno, que se corresponden a una marcada división de clases.

Con una vista directa a la laguna, el ala donde se encontraban, en el primer nivel, los servicios y, en la parte alta, los visitantes de privilegio. En la segunda construcción, estaban los comedores y salas comunes en la parte baja y, en las partes altas, las habitaciones de los huéspedes de clase media. Aunque, se piensa que allí descansaban los heridos de guerra, soldados caídos en la Segunda Guerra Mundial. El último edificio de gran tamaño tenía una parte asignada a enfermería y otra para algunos visitantes, allí también, se alojó la familia Pahlke mientras avanzaba la obra. Además, el hotel contaba con construcciones separadas para la biblioteca, la sala de máquinas, una casilla para lustrar zapatos, cocheras y un tanque de agua de grandes dimensiones que sacaba el agua potable de un profundo pozo, al igual que lo hace todo el pueblo de Miramar.

El Hotel Viena

La colosal inversión que significó el hotel, contando con la tecnología más avanzada del país (aire acondicionado, calefacción central, ascensores, entre otros), funcionó por apenas dos años hasta 1947. Esto último, alimenta la idea del lazo de sus dueños con el régimen del nacionalsocialismo, lo cual se acrecienta sabiendo que mantenían una relación amistosa con los dueños contemporáneos del Hotel Edén, en la Falda. Ambos establecimientos comparten relatos vinculados al nazismo, la presencia de Hitler en sus habitaciones y almas en pena que recorren sus pasillos. Por ello, además de conocer los acontecimientos históricos y las antiguas habitaciones, se puede hacer una visita nocturna donde los guías cuentan las experiencias sobrenaturales sucedidas entre sus paredes.

Pasillo de la planta alta

El relato más repetido es el del Jefe de Seguridad Carl Martin Krüeger, quien quedó a cargo del hotel cuando sus dueños lo abandonaron en el ‘47. Solo cumplió su tarea durante dos años, hasta su trágica muerte a causa de envenenamiento, el mismo día, su esposa desapareció sin dejar rastros. Se dice que ambos espíritus merodean el lugar y cada tanto se manifiestan ante los curiosos.

Una noche de 2013, se decidió cerrar las puertas del hotel antes de que quede a oscuras. Y ello fue a causa de un episodio ocurrido en una de las visitas nocturnas, una mujer se descompuso y comenzó a hablar con palabras incoherentes y tuvo que ser llevada fuera del hotel, las guías explican que el incidente fue provocado por la invocación que ella como médium realizó antes de ingresar. Recién tres años después, se habilitaron las visitas nocturnas, aunque, solo una vez al año en la Noche de los Museos y, desde 2020, se permiten visitas nocturnas regulares, tal y como es en este momento. Pero la terraza, donde se produjo el incidente, sigue clausurada para turistas.

El conocimiento de una posible actividad paranormal en el lugar no eran una novedad, en 2009, el programa Ghost Hunters International (Cazafantasmas) de Estados Unidos investigó el hotel y lo catalogó como uno de los sitios con más actividad paranormal en Sudamérica, siendo la habitación 106 la que concentra la mayor energía.

Habitación con muebles originales

El Gran Hotel Viena tuvo su reapertura en 1962 y albergó a muchos visitantes que eran atraídos por sus lujosos espacios y por su vista única. Las aguas de la laguna tenían su mayor densidad de sal y hay fotos que muestran gente leyendo el diario y flotando sin hacer esfuerzo. Pero ello llegó a su fin en 1977 con la inundación de Miramar que dejó a 37 manzanas bajo el agua y las pequeñas olas de la orilla golpeando las paredes del ala Vip del hotel, los sótanos quedaron totalmente afectados por la creciente. La estructura del edificio no se movió, solo algunas partes sufrieron daños, pero fue abandonado y nunca más funcionó como tal.

Hoy se sabe que el antiguo centro de Miramar fue fundado en un período de sequía y que el caudal de agua de la laguna tiene ciclos. El siglo XXI significa el florecimiento económico para el pueblo impulsado por el turismo y un reencuentro con la imagen que lo caracterizó desde sus primeros momentos. Los oriundos del pueblo han sabido valorizar su patrimonio y, por ejemplo, han tomado cargo de hotel bajo la Asociación Civil Amigos del Gran Hotel Viena, convirtiendo el espacio en un museo. De esta manera, el hotel, la laguna, la costanera iluminada, las ruinas del antiguo pueblo, los árboles petrificados a orillas del agua saladas y la diversidad de pájaros, entre los que destaca el flamenco rosado, convierten a Miramar de Ansenuza en una perla de la provincia.

Playa principal de Miramar de Ansenusa

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María Paula Micucci
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Licenciada en Letras Modernas y Correctora Literaria por la UNC. Escribo en @sitioleedor. Traductora, periodista cultural, tallerista IG: @airlavell