Mubi: Sweat, sudor en tiempos de lágrimas.

Tal vez es deliberado el juego entre la palabra Sweet (dulzura) y la palabra Sweat (Sudor) que Magnus von Horn, realizador sueco que vive en Lodz, Polonia, hace ya largo tiempo, trae en esta historia de una joven y exitosa entrenadora física que entra en conflicto cuando hace pública su soledad y su deseo de estar con alguien. Este film, segundo de Von Horn, compitió en la serie mayor de Cannes y ahora se puede ver en Mubi.

No resulta extraño que Sweat transcurra en ese país; el impulso de la produccion audiovisual polaca tiene algunos títulos sobresalientes y ha logrado lugar destacado en las plataformas de streaming. Los casos más recientes de Hater, tambien sobre las redes sociales, o Las plagas de Braslavia, resultan ya conocidos. Se trata de abordar historias y temas que reflejan a una sociedad que vivió dentro del bloque del Este hasta la década del 80, y en las que emerge el conflicto cultural entre la tradicion del comunismo y los ecos del capitalismo como presente y como futuro. Sudor y lágrima pide el capitalismo. Tema que surge con vehemencia hoy cuando hablamos de la situación actual de Cuba, por ejemplo.

La cámara de von Horn no pierde pisada de su protagonista, es vertiginosa y se le pega al cuerpo: no abundan los planos abiertos asi que no es intención que sigamos los ejercicios de Fitness, ni que se vea en detalle lo que pasa en las redes sociales. En el relato, es la mirada que tiene Sylwia sobre sí misma, sobre su trabajo, una mirada sin lástima pero con llamada de atención: la TV, los shoppings, un mercado que todo lo fagocita y que tematiza la soledad o el éxito pasajero, como amenazas superficiales de un estado de control y de sojuzgameinto más salvaje que el anterior. Habrá un episodio crítico con un acosador que pondrá a prueba la humanidad de Sylwia y que peligrosamente pondrá a prueba tambien los espectadores: ¿es válido sentir pena por él? Y hay ahi una mirada masculina que la pelicula no parece querer ocultar.

El cuidado extremo del cuerpo, la publicidad que loexige todo, y miles de seguidores, invocados como “mis amores” que están ahí con un like. Pero el amor en tiempo de instagram tiene sus condiciones.