Nadie es tan inocente

Ezequiel Obregón
Sitio Leedor
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3 min readMay 18, 2021

De reciente llegada a la plataforma de la N roja, El inocente tiene todos los tópicos para seducir a los televidentes en la era de los algoritmos. Una nueva apuesta adictiva que llega desde España con Mario Casas como protagonista de otra historia con múltiples vueltas de tuerca.

A esta altura de la breve pero contundente historia de la televisión streaming, no cabe dudas de que hay un axioma que sirve para señalar parte de su marketing y funcionamiento: el producto llega, se viraliza, se transforma en un éxito y pasa al olvido. Así ocurrirá con El inocente, miniserie que tiene como personaje principal a Mateo (Mario Casas, reconocible en otros productos como El practicante, Hogar y Contratiempo, también presentes en el catálogo de Netflix).

Una noche, en medio de una pelea grupal a la salida de una discoteca, Mateo empuja a un joven que cae y al golpear fuertemente su cabeza muere en el acto. Condenado a pasar una reducida cantidad de años por este desafortunado acontecimiento, Mateo endurecerá su carácter en su estadía penitenciaria. Un día, hace una salida transitoria y conoce a Olivia (Aura Garrido), la mujer de la que se enamorará y con quien iniciará una relación estable tras salir definitivamente de la cárcel. No tardarán en aparecer nuevos conflictos.

Dirigida por Oriol Paulo (director del filme Contratiempo) y basada en la novela de Harlan Coben, la historia tendrá una segunda rueda de criminalidad centrada en la figura de Olivia, un personaje con un pasado ominoso que, por supuesto, saldrá poco a poco a la luz. De la forma en la que lo hace se nutre este thriller, en el que cada capítulo propone al menos un punto de giro. Aquí hay falsas identidades, figuras de autoridad que encubren (o llevan a cabo) delitos, destinos cruzados azarosamente que producen más desgracias.

La miniserie apela también a la voz en off en primera persona, de modo que varios personajes se instalan en el relato a partir de la propia percepción de sus vivencias. Estamos, claro que sí, frente a un producto de cuidadísima factura técnica y calculada imaginería visual, a tal punto que por momentos se observa un excesivo regodeo aún en los pasajes más truculentos. Pasajes que aquí se relacionan con el universo de la trata.

El guion dosifica aquello que los personajes dicen sobre sus pasados con lo que se va revelando en el presente, temporalidad que ubica tanto a Olivia como a Mateo en estado de permanente riesgo. El elenco cuenta con intérpretes de calidad (aparece la argentina Martina Guzmán), entre los que se destacan el protagonista y Alexandra Jiménez como la inspectora que intentará poner un poco de orden a tamaño caos.

No le exijan a El inocente algo más que entretenimiento efímero. Que aparezcan temáticas vinculadas a cuestiones de género no significa en modo alguno que se proponga una reflexión a la altura de ellas. La experiencia de su visionado se acerca bastante al de un producto gastronómico fast food; se disfruta mucho, se olvida pronto.

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Ezequiel Obregón
Sitio Leedor

Escribo sobre cine, teatro y literatura. Cuenta de Medium para Leedor.