Netflix: “Enmienda XIV, Estados Unidos lucha por la libertad”

Csaba Herke
Sitio Leedor
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4 min readFeb 24, 2021

Si hubo algo que festejar en estos días, es la producción “Enmienda”, una lección de historia política sobre y de los EEUU. Todo hace pensar que hemos entrado en una era post Trump, y que algunos medios como Netflix, (hace tiempo que lo sostengo sin más conocimiento que el que me da su programación) participan activamente reparando el daño causado por su ministerio a favor de ideas de tipo integristas.

Conducida por Will Simth y narrada entre otros por Samuel L. Jackson, Mahershala Ali, Yara Shahidi, Pedro Pascal, Randall Park o Diane Lane, la serie atraviesa las vicisitudes de la enmienda XIV formando una suerte de juego con el film Enmienda XIII de la premiada Ava Du Verny, primera directora afrodescendiente nominada al Oscar.

Uno de los puntos más altos de la serie, a mi juicio, es el que propone a la enmienda en términos de “batalla” cultural, en el que muestra cómo el aparato cultural blanco (ideológico)trabajó sin descanso no sólo para invisibilizar las atrocidades cometidas por el sistema esclavista, sino también transformar la derrota en un triunfo de carácter moral; señalando también cosa que pocas veces sucede, que Griffith (EEUU 1875–1948 EEUU) el director del “nacimiento de una nación” no sólo es responsable de iniciar un largo mito donde el esclavismo fue un periodo feliz de orden y prosperidades, sino que es directamente responsable con su film del resurgimiento del KKK. Porta la idea, verdaderamente putrefacta, que el “negro” es bestial y como bestia que es no puede controlar los impulsos naturales de un ser humano que son el bien y la belleza, también sugiere que la violencia no surge de la marginación de sectores blancos bajo el paradigma industrialista del norte, sino que es una violencia que siempre estuvo y operó desde el poder de los amos esclavistas, que su aumento fue una manipulación de estado para justificar el encarcelamiento masivo y la consiguiente re-esclavización en otras formas legales , la reconciliación en este contexto, que se pidió principalmente a la comunidad afroamericana, sólo sirvió para ocultar el crimen, permitiendo que, bajo ese manto de olvido asimétrico, germinara auto justificadamente los grupos de blancos supremacistas blancos.

También queda claro, entre otras cosas, que la lucha de clases, en el país del norte, quedó a las sombras de otras formas por la igualdad, la igualdad tanto étnica, de género y de identidad sexual, o también la libertad de culto, fueron, y son prioridad, ante una sociedad que en ningún momento pone en cuestion el fundamento capitalista de la misma.

Esto no es una formalidad o un distractivo, como me hubiese dicho hace algunos años atrás, sino que es el núcleo mismo de la sociedad norteamericana, el individuo y su libertad intrínseca, podríamos decir que pocas veces, de manera tan clara se plantea en una producción americana, aunque esté con sordina, que la libertad es una construcción política en eso acordamos, pero para ellos es la suma de intereses individuales, que el éxito se da para todas las personas si sus intereses van de la mano, pero siempre es un individuo, en este sentido podríamos decir que son honestamente realistas.

Es interesante hacer notar que por más acertado que sea, la ausencia de la idea de colectivo, aunque está mostrada, està ausente en todo el discurso. Nunca el plano o esfera social alcanza al del individuo, siempre es el mismo que logra desprenderse y crear nuevas condiciones, siempre se va de lo particular a lo general.

Si uno pusiese en términos griegos el problema, diría lo siguiente: el individuo es la esencia y la sociedad la materia, si bien uno no existe sin el otro, diría Aristóteles, siempre la esencia o substancia es más importante, si Kennedy se ve obligado a dar su conferencia por la igualdad de los ciudadanos, no es por una sociedad que lo reclama sino por la acción provocada / buscada del Dr Martin Luther King Junior, que lo obliga: la dialéctica del individuo y la sociedad se convierte en una titánica lucha de personalidades y siempre es el individuo el que lucha y moldea, es esta la gran diferencia con la narrativa, por ejemplo, de China.

También, para los cinéfilos, es interesante ver, o repensar en el film El Ciudadano (Welles, 1941, EEUU) y poder entender que la grandeza del film poco o nada tiene que ver con el misterio de Rosebud, sino con la pregunta sobre qué es un ciudadano. en ese sentido el documental, que adolece de momentos de teatralidad de preparatoria, es certera en por lo menos un planteo: es verdad que un ciudadano es un ser libre, pero en qué consiste la libertad y quien la ostenta es lo que llena de sentido el concepto de ciudadano; como vemos, todavía nos debemos esa respuesta.

La segunda parte de la serie dedicada al feminismo y a los restantes movimientos es emotiva y correcta, quizás urgida por reparar el daño de la administración Trump, no es todo lo que uno esperaría, lima asperezas, dice cosas interesantes y auténticas, pero en la medida que EEUU no resigne su lugar en el mundo para entender que es un país más entre países, sus el límite de la crítica va a estar siempre a la mano

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