Crítica de Yo, adolescente (2020) de Lucas Santa Ana

Juan Velis
Sitio Leedor
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5 min readJul 22, 2020

Nuevo estreno en Cine.ar: la historia de un grupo de adolescentes resistiendo en su cotidianeidad, acaso lo más drástico que puede existir a esa edad, en tiempos de agitación post-cromañón. El despertar sexual, la represión social y moral, los conflictos externos del contexto y los debates internos de la exploración íntima con respecto a las relaciones y a la vida misma. Una adaptación del libro homónimo de Zabo (a la vez transpuesto de su blog virtual) que nos ofrece una reflexión urgente y necesaria.

La nueva película de Lucas Santa Ana, basada en la novela de Zabo, nos presenta la historia del mismo Nicolás “Zabo” Zamorano, un joven de 16 años que allá por el 2004 se encontraba atravesando ese drástico proceso de redescubrimiento personal que solemos llamar adolescencia. Si bien la película tiene una trama principal, un conflicto central (o varios que confluyen al mismo tiempo) y personajes con motivaciones y problemáticas comunes, internas y externas, resulta mucho más eficaz poder resumirla en una frase que el mismo Zabo teclea en su blog: la película muestra “la urgencia en carne viva” que significa la adolescencia en aquellos tiempos post-cromañón. Y lo cierto es que Santa Ana lo expone de manera convincente y extraordinaria.

Si hay algo en lo que la película se ubica contextualmente pero, en contraposición a esto mismo, no lo desarrolla desde lo explícito de su trama, es en el cruento y trágico hecho de República Cromañón: los personajes de la película (elenco coral protagonizado por Tato Quattordio y acompañado por Malena Narvay, Jerónimo Bosia, Thomas Lepera, entre otrxs tantxs) enfrentan un momento de cambio para el circuito nocturno de la ciudad de Buenos Aires y alrededores, tiempos de restricción, clausuras y prohibiciones de boliches, espacios culturales y eventos festivos en general. Tiempos de clandestinidad y necesidad de exploración de nuevas alternativas para un sector pre-juvenil que estaba dispuesto a cualquier cosa por alcanzar esa prometedora idea utópica de la libertad. ¿Qué representa acaso la libertad cuando unx es adolescente?

La película, sagazmente enmarcada en este contexto socio-histórico, lo deja implícito en esos diálogos contenidos y reprimidos de sus protagonistas, en su angustia negada aunque ineludible, en su genuina incomprensión del mundo y de la vida en general. Con todo esto, queda claro que el relato apunta a aquellxs que fueron jóvenes en aquél tiempo, un rasgo que podría llegar a significar un desacierto si comprendemos el sentido y la intención del director (y de Zabo, desde luego) de interpelar y forzar la reflexión para las nuevas generaciones centennials (al reparto protagónico, por ejemplo). Pero es que la película no pretende reducir todo a una mera oda nostálgica de aquellos tiempos en los que sonaba Boom Boom Kid en los boliches y se empezaba a usar Fotolog; y por esto mismo se sostiene la decisión de que el impacto de Cromañón se mantenga como un trasfondo latente y silencioso, tácito, que estalla simbólicamente (casi sin ser nombrado) en cada encuentro, cada diálogo y cada enfrentamiento del grupo adolescente protagonista.

La película mezcla y entrelaza una enorme cantidad de tramas y conflictos comunes para este grupo adolescente, pero sorprende cómo se sostiene el punto de vista predominante en la figura de Zabo y su interioridad problemática. Como mencionamos al principio: hay conflictos externos, propios de un contexto particular y singular, pero también los hay internos y privativos. Basta con citar algunas de las declaraciones tan letales y profusas como universales que Zabo vomita en su blog, en esa suerte de confesionario virtual: “el peor crimen es fingir, y era exactamente lo que yo venía haciendo”, “siento que me voy a morir joven”, “me molesta la vida”, “¿cómo puede ser que mi chica ideal sea un chico?”. La historia de Zabo, transpuesta por Lucas Santa Ana, re resignifica como una plegaria de la resistencia a la normalización que impone la vida cuando uno está atravesando la juventud, planteada desde la mirada aguda y consciente de un adolescente desorientado como cualquier otrx. Expone toda esa represión moral, social, ideológica, identitaria, sexual, de una manera cruda pero auténtica, que se vuelve próxima y verdadera.

El modo de plantear el despertar sexual adolescente, con el énfasis en la bisexualidad como si se tratase de un descubrimiento más en medio de todo ese caos de transformaciones, expuesto de manera natural, es algo digno de celebrar. Así como la cuestión sombría del suicidio post-cromañón y la urgencia de un mensaje implícito y oculto en las miradas y las voces enmascaradas, censuradas y abrumadas de la identidad adolescente. Una urgencia que se torna necesariamente explícita en las palabras que se vuelcan tras la pantalla, en una plataforma web. En este sentido, la película también invita a una reflexión profunda y concienzuda acerca de la ambivalencia y la contrariedad que nos ofrece la virtualidad como medio de comunicación, puesto que muchas cosas no han cambiado respecto a aquella agitación adolescente de los primeros 2000 (salvo la mayor multiplicidad en la convergencia mediática): la internet sigue funcionando como sitio de descargo y de confesionario virtual, sólo que mucho más complejo y diverso que antes.

Si bien se advierten demasiadas subtramas, conflictos y entrecruzamientos en poco tiempo, se comprende que es debido a la noble intención de transmitir aquello que Zabo plasmó en su blog y más tarde en su libro (en un proceso de doble transposición y ficcionalización). A raíz de esto, tal vez nos resulten un tanto abruptas y devastadoras algunas decisiones del guión, con un cierre declamatorio y algo efectista pero, desde luego, imprescindiblemente urgente.

Este estreno de Cine.ar nos trae una película necesaria, bien interpretada y sentida, que logra conmover desde su emotividad y su pureza y movilizar desde su lado abismal, melancólico y casi existencialista. Eso de que cualquier aspecto de la vida corriente adolescente puede significar el fin del mundo no debiera simplificarse en una frase romántica o nostálgica más, mientras sepamos que se trata de una problemática real mucho más ardua y compleja de resolver y de descifrar, en estos trastornados tiempos de sobreexposición, posverdad y furia virtual.

Yo, adolescente estrena este jueves 23/7 a las 22hs por Cine.ar TV, y se podrá ver gratis durante una semana a través de la plataforma Cine.ar Play.

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Juan Velis
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