Puentes de cine: crítica de Espero tu (re)vuelta (2019) de Eliza Capai

Juan Velis
Leedor
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5 min readAug 10, 2020

Llega a la plataforma virtual de Puentes de Cine un nuevo documental dirigido por Eliza Capai (realizadora brasileña) donde se nos presenta una vivificante reivindicación a la lucha estudiantil, en torno a tres momentos específicos en los que el estudiantado secundario de San Pablo alzó la voz para hacer valer sus derechos.

Las enérgicas manifestaciones que evoca y expone la película tuvieron lugar en 2013, 2015 y 2017, y los principales puntos de reclamo por parte de los estudiantes de colegios secundarios tenían que ver con el aumento de los pasajes del transporte público y otra serie de medidas más duras y cruentas (y oficiales, gubernamentales, desde luego) como el intento de una relocalización estudiantil que implicaba el traslado de miles de estudiantes y el inminente cierre de alrededor de 100 instituciones públicas. Una verdad cruda, próxima, que por momentos se temió irrevocable (impulsadas primordialmente por Geraldo Ackmin, gobernador de San Pablo por aquél entonces), y que finalmente fueron aplacadas por el compromiso político de la lucha estudiantil, y su revuelta en las calles de la gran ciudad brasilera.

Lo que hay que destacar de esta apuesta documental es que la guía narrativa de los acontecimientos es una voz colectiva en vez de una individual, conformada por el punto de vista de tres estudiantes diferentes. A través de una estructura narrativa en retrospectiva, las narraciones en voz off nos informan y describen en primera persona esos ambientes álgidos de lucha desesperada, transmitiendo toda esa verdad que se vuelve pureza formal, mediante las voces e identidades protagónicas. Así es que se consolida el modo de manifestación colectiva del documental; porque se trata de un problema común, de un compromiso y una incentiva colectiva, que nace en aquél Movimiento Pase Libre durante el 2013 como parte del reclamo por el boleto estudiantil, pero se agudiza con el correr del tiempo hasta llevar a las tomas de los colegios públicos. Escuchamos voces de varones y de mujeres, de jóvenes extasiados y movilizados por causas comunes que pretenden una desestabilización del sistema que los desoye, y de ese estado de normalidad implícita que se consolida cuando el poder dictamina supuestas verdades inquebrantables (que son más bien mentiras bien diseñadas y articuladas). Las masas se agitan, es inevitable, porque hay descuido, porque hay indiferencia, porque pondera una extraña y peculiar sensación de seguridad, confianza y hasta emotividad en el discurso político de los gobernantes, regido por una total falta de consideración por el estudiantado que, al fin y al cabo, sólo busca llamar la atención.

El énfasis del documental está en esas voces rebosantes de espíritu de lucha y resistencia, y en un montaje de imágenes vertiginosas que se tornan hiperbólicas debido a los grandes conglomerados de jóvenes que podemos ver en las calles. Manifestaciones masivas y vigorosas. La multitud llamando la atención, agitando banderas de libertad y de educación, frente al gas lacrimógeno que no tarda en llegar. “Si alterás la paz, voy a restablecerla”, advierte aquél fornido gendarme; pero, ¿qué es acaso la paz para él? ¿Y para el grueso de la población de San Pablo, para el que ve el noticiero desde su casa a partir de aquél preciso momento en que la cámara selectiva y tergiversadora de la realidad empieza a grabar? ¿qué significa o representa ese desteñido concepto? ¿No hablamos acaso del poder, que todo lo restringe?

La cámara sigue a los personajes de una manera casi invasiva y agresora, emulando esa incómoda y perturbadora sensación de acorralamiento y acecho que ejercen las fuerzas policiales en los enfrentamientos callejeros, represivos. Los estudiantes transitan su hábitat, su espacio, el contexto de inspiración y de reflexión (más que de formación) que es la escuela, y construyen conocimiento en colectivo. Allí, juntos/as, se atreven a explicitar esas reflexiones internas que, en otro tipo de ámbitos educativos menos libres y más restrictivos, no se atreverían a exclamar y manifestar. Allí, se arrojan a debatir sobre feminismo y sobre el rol de la mujer y la sociedad en su conjunto como perpetradora del sexismo. Ahí mismo, se proponen pensar cómo desestabilizar este tipo de patrones imperantes que aún prevalecen e imponen modos de ser y de actuar en la sociedad, estructuras normativas culturales que cuesta derribar. La convivencia en la escuela como aprendizaje, un tiempo y un espacio que se vuelve eterno por su significancia y su gran valor simbólico, donde resurgen sentimientos y emociones que parecían acaso olvidadas, como el amor propio y el amor por el/la otro/a. Afuera, gritan: “vayan a fumar marihuana”, y adentro: la cámara habla por sí sola, porque esa cámara también son ellos/as.

Ahora bien, lo verdaderamente conmovedor y movilizante del documental está en cómo esas identidades propias de la juventud brasilera dejan de ser personajes para volverse los/as realizadores de esta construcción documental, exponiendo un posicionamiento que se evidencia en la puesta en escena. Al ver este tipo de documentales, se resquebrajan esos modelos implícitos sobre cómo hacer una película documental y lo vivimos como si fuese en carne propia, como si estuviéramos dentro de ese universo tan simbólico pero a la vez tan explícito, próximo y cercano. Se comprende una intervención clara y marcada de esas jóvenes y vociferantes personalidades en el proceso de creación y producción del material que finalmente observamos. No hay rasgos de estilo evidentes que nos remitan a líneas de diálogo guionadas o voces orquestadas: esas imágenes que vemos en pantalla articulan con el relato fervoroso de los/as jóvenes de una manera ensamblada y consonante, sin llegar a tornarse ilustrativos o redundantes respecto a lo que se ve y se oye en imágenes.

La cámara no es indiferente ante todo lo que está sucediendo en esos entornos convulsionados, y tampoco instaura un punto de vista omnisciente y aislado. En este sentido, no se trata tanto de una perspectiva testimonial: es una cámara política. Es la mirada de esos estudiantes que, como ya mencionamos pero aún vale la pena remarcar, trascienden su condición de protagonistas para empalmar sus propias miradas con la de Eliza Capai. Esa confluencia armónica de miradas, logra un documental valioso para resignificar aquellas luchas que no merecen ser olvidadas.

Espero tu (re)vuelta (2019) está disponible para ver en la plataforma de Puentes de Cine, accediendo a través del siguiente link: https://play.puentesdecine.com.ar/movie/61

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Juan Velis
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