Rayuela cumple 60 años

Adriana Santa Cruz
Leedor
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3 min readJun 28, 2023

La primera edición de Rayuela apareció el 28 de junio de 1963. Nos sumamos a la celebración de los sesenta años de la novela que nos partió la cabeza a muchos y que nos obligó a cambiar nuestra forma de leer.

Boom latinoamericano, revolución cubana, socialismo, movimiento dinámico de las juventudes de Latinoamérica y del mundo occidental: conceptos asociados con Rayuela y con su contexto de producción. Era un momento para explorar otros caminos artísticos, para cambiar el mundo, y para cuestionar la política y la sociedad. Entonces, allí se instala Cortázar con su novela, y parece de golpe que todo cierra, que todo confluye en un solo texto que se transforma en símbolo, en bandera, en modelo para toda la literatura posterior.

En Papeles inesperados, la recopilación de textos inéditos publicada en el 2009 por Alfaguara, hay varias páginas en las cuales el autor se refiere a su novela. En “Acerca de Rayuela” afirma que escribió el libro para él, un hombre de cuarenta años, y para otros hombres y mujeres de esa edad; luego ese mismo individuo emergió de un mundo obstinadamente metafísico y estético, y sin renegar de él entró en una ruta de participación histórica, de apoyo a otras fuerzas que buscaban y buscan la liberación de América Latina. También se sorprende aquí de los lectores jóvenes, esos en los que él no había pensado al escribir y que transforman la novela en otra novela. Evidentemente, Rayuela les decía algo a los jóvenes del 60 que ni el propio autor se había propuesto transmitir.

Más allá de las edades, este lector que exige Cortázar es alguien que tiene que elegir: es protagonista, hace su propio recorrido de lectura, es un cómplice del autor. La novela, estructurada en 155 capítulos, se puede leer de forma lineal o siguiendo la carta de navegación en el inicio, según el “Tablero de dirección”. Rayuela así se instaura también como una anticipación de la hipernovela –uno de los nuevos formatos que ofrece la narración en internet– que tiene la intención de saltarse el canon narrativo clásico y romper la linealidad del discurso literario. En esta hay un comienzo único o múltiple y múltiples hipervínculos en cada pantalla que conducen a otras en un orden definido por el lector: exactamente lo mismo que ofrece la propuesta cortazariana, pero en papel y sesenta años antes.

La aparición de Rayuela hizo que la literatura anterior pareciera anticuada, demasiado formal o muy apegada a reglas preestablecidas. Asimismo, junto con otras obras editadas en la década de 1960, marca el ingreso de la literatura latinoamericana en el canon occidental y, a pesar de las innovaciones y de las propuestas tan renovadoras, tuvo gran impacto popular: la leyeron todos y, aún hoy, sigue siendo un texto de lectura obligada que excede lo literario y se proyecta también como planteo filosófico.

Como nos recuerda Olga Osorio (“Entender, no inteligir. Sobre Rayuela, de Julio Cortázar”), Borges decía que todos los sistemas filosóficos no son más que reconstrucciones ficticias de la realidad, similares a las creaciones literarias hijas de la imaginación humana, en Rayuela esto se hace realidad a la inversa. Rayuela, como el propio Cortázar afirma, trata de plantear en términos narrativos las grandes preguntas existenciales de la humanidad. Pero, al contrario que los sistemas filosóficos que intentan encerrar a la realidad en un sistema cerrado de ideas, en Rayuela no se pretende aportar ninguna solución ni ninguna verdad absoluta. No se trata de explicar el mundo, sino de hacer patente la necesidad que de encontrar dicha imposible explicación tienen los hombres.

Lo anterior enlaza perfectamente con el concepto cortazariano de lo fantástico que irrumpe en la realidad porque es inseparable de lo cotidiano. Entonces, se necesita una mirada abierta, hay que percibir lo que va más allá de los sentidos, de lo racional, de los moldes que nos encierran dentro del pensamiento occidental: en suma, alguien debía escribir Rayuela y nosotros tenemos que leerla y hacer nuestro propio recorrido entre el Cielo y la Tierra.

Si no tuviéramos a Cortázar, deberíamos inventarlo, pero está, y es como si todavía continuara escribiendo entre nosotros porque sigue generando interpretaciones y debates. Cada vez que leemos sus novelas, sus cuentos, sus poemas encontramos algo diferente; en cada etapa de nuestra vida sus textos nos hablan de otra manera. ¿Quién no soñó alguna vez con transitar por las calles de París como Oliveira o como La Maga?

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Adriana Santa Cruz
Leedor
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Profesora y Licenciada en Letras, redactora y gestora cultural