Terrence Malick: ¿Qué hacer con el cine? A propósito de Voyage of time x MUBI

Csaba Herke
Sitio Leedor
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7 min readDec 19, 2021

El cine es una bolsa de gatos, incluso se puede decir que es un subgénero dentro del vasto género de las artes visuales, artes visuales en movimiento, objetos audiovisuales.

Hasta hace relativamente poco, cine era todo aquello que se debía ir a ver a una sala oscura, era un ritual intelectual o amatorio (probablemente sea en el fondo lo mismo), un lugar de encuentro de espías, un refugio de niños maltratados, un lugar de acoso y abuso sexual también. La sala oscura (caverna de Platón) se prestaba a todo. Hasta que llegaron las grandes cadenas con sus servicios de comida y bebida, para el gusto de este espectador malolientes, ruidosas, y que inhiben por si mismo todo tipo de erotismo, sea éste intelectual o físico, quizás la decadencia actual comenzó con la venta de pochoclos en los grandes complejos.

La aparición de la televisión fue la primer mella, a pesar de lo que algunas veces dice Scorsese sobre las medias, es “ My voyage to Italy ” (Scorsese, Documental, EEUU- Italia, 1999), reconoce que sin la televisión él ni hubiese conocido el gran cine Italiano.

Cuenta que el padre compró el único televisor de la cuadra y se lo sacaba a la calle y los vecinos se amontonaban a ver Rosellini u otro gran director italiano, (risa) ¿cómo no creer en ese EEUU? (risas de vuelta).

A partir de ahí en más, con bomba nuclear de por medio, la parafernalia se aceleró, y hoy podemos ver IMAX en la pantalla de una mini mac o del teléfono o reloj, o estar viendo el mismo objeto en varios dispositivos periféricos al mismo tiempo; no es lo mismo que ver en muchos televisores (eso es otro tema).

Siempre y cuando se tenga un sofisticado sistema unificado, lo cual requiere de una suma de plata suficiente para la tecnología, pero también para los abonos, y cosa no menor recordar todas las claves.

La diversificación del streaming se empieza a parecer a la de la pornografía, (creo que los usuarios de megadatos deberían alcanzar sólo esa fuente) no en el sentido de la obscenidad, jamás diría eso, ese adjetivo se lo dejo para cierta pacatería tanto de derecha como de izquierda. Lo digo en un sentido cuasi evolutivo, y aquí ya nos metemos con Malick: la hiperabundancia de producciones audiovisuales es tan grande que hoy se están ocupando los “nichos” para absolutamente cualquier gusto y necesidad; búsqueda que si le agregamos la capacidad de poder mover la URL de país, bueno, ampliamos bastante el horizonte que todavía no es infinito, pero se le aproxima. Así es que una compañía está explotando el nicho de los supuestamente espectadores auto percibidos serios, (Europa-Europa ya no alcanza), incluso para beneplácito mío y horror de la dama y el caballero se despachó con uno de los primeros films de Ferrara.

La misma compañía, tuvo la más que agradable sorpresa de estrenar uno de los últimos trabajos de Terrence Malick (EEUU, 30 de noviembre de 1943), autor que cuando todos lo cascotearon con El árbol de la vida (The Tree Of Life, EEUU, 2011), dije; “ojo que acá pasó algo que, o se le escapó de las manos o acá hay otra cosa” y cierta la sospecha. Parece en este film volver para atrás y hacer algo que no pudo hacer antes; o hizo algo, que sin haber hecho antes no podría haber hecho ahora (ufff muchas haches).

El cine reflexivo no necesariamente es autoconsciente, sin embargo las intenciones reflexivas de Malick son tanto unas como otras. su gran atractivo, la reflexión sobre la condición humana, es necesariamente autoconsciente, siempre nos proponía la idea de que la humanidad más allá de donde estuviese, es, porque puede hace esa reflexión, o sea tener consciencia.

Es un dilema extraño, ¿se puede pensar sin saber que pienso?.

Malick no es ni el primero ni el último filósofo en el cine, los hay de profesión como Pasolini, los hay intuitivos como Herzog.

Un fetiche bastante burdo, dice que no hay filosofía en EEUU. No solamente es una gran mentira sino que es una mentira autocomplaciente y racista. Decir que en EEUU no hay filosofía es lo mismo que decir los Maoríes son caníbales.

El todos el genérico (vaya palabra hoy), siempre huele mal.

El film Voyage of time, que además presenta en formato IMAX y que supone un grado de detalle superlativo, nos sumerge en la historia del universo, vaya tarea, retomando lo que dejó inconcluso en El Árbol de la vida, sin ser intrusivo con sus dinosaurios, sin crear la elipsis que tuvo que hacer. Ahora el autor “va directo a los bifes” frase vieja que nunca supe si se refiere que el comensal ataca directamente la comida o antes de decir nada los contendientes ya se agarran a las trompadas.

Sea como sea es útil en el contexto: ¿Por qué es el ser y no la nada? Frase que abre varios textos de filosofía incluyendo la introducción a la metafísica de Heidegger, sin embargo también abre la Biblia: primero fue la luz (o el verbo) según el original que se use, da lo mismo.

El buen “tino” de Malick que lo primero que muestra es una niña, (su hija) está en el campus universitario, una urbanización estilo italiana? Está en el descampado, con una piedra y una flor.

Por qué es el ser y no la nada? Nos dice, pregunta el autor.

Y agrega, para que esa pregunta se pueda dar, y que su hija la pueda hacer, tiene que haber pasado todo esto; y la parafernalia de imágenes se despliega a la manera de un arca, de una nave espacial una cápsula del tiempo que nos lleva al origen del mundo, al origen del planeta al origen de la vida.

Mientras hace preguntas, casi como un psicoanalista haría, ¿será la muerte necesaria? cuándo apareció la muerte ¿habrá sido ella la que empujó a la vida?

Lacan, sin la voltereta de Deleuze o otro post-post estructuralista/ postmoderno, y acá diría bien en concordancia con lo mejor del espíritu norteamericano, sin manierismos, sin altisonancias, para eso están las imágenes.

Hasta donde mi conocimiento de astrofísica permite, Malick recorre varias teorías, las junta, las amalgama, las convierte en un viaje que nos pertenece a todos, nos hace partícipe a todos, nos dice al mejor estilo Hegeliano: este viaje somos todos, desde los primeros seres vivos hasta los nuevos futuros científicos, filósofos y Artistas, y, por qué no también destructores de mundos.

Malick parece estar enfermo de bondad (esto es en sí mismo una nota, ni la condición de enfermo es mala, ni anormal, es) y lo lleva a volver sobre esas preguntas que algunos jactanciosos dieron por muertas, parte aquí de la academia aplaudió a rabiar, ¿es acaso el amor obra también de la naturaleza?mientras muestra dos ballenas, será una cría y un hembra?, o macho y una hembra?, será un macho y su cría? que serán? pero es claro que lo que dice es que si existe algo que nosotros llamamos amor, es algo que como mínimo necesita y se da entre dos.

También, en la misma tradición pregunta sobre lo excesivo de la misma naturaleza, su condición imperfecta, devoradora de su propio exceso, interesante reflexión que la hace a posterior de haber afirmado con la imagen de un pulpo la perfección del mismo; o sea, la perfección, ¿es un concepto debido a la distancia con el objeto?

¿Lo percepción de la perfección es una cuestión de distancia?

Siempre sostuve que algunas obras fallan por su escala. O son más grandes o son más pequeñas. Una obra es su escala.

Malick es un metafísico materialista, nos lleva a través de una experiencia mística de encuentro con el universo, catártica, purificadora, pero desoladora también, no hay lugar para esperanzas infinitas y utópicas, nuestra realidad en sí misma es utópica..

El autor une, sin guiños a espectadores cultos (brando y la luna el chicle) usa una casa parecida a la de El árbol de la vida, los niños jugando en el parque, sabemos que en el árbol de la vida un niño muere, pero no podemos de dejar jugar a los niños por eso, no los podemos condenar al control parental a ver si les pasa algo malo. Malick nos dice como un farmacón, el ser humano es bondadoso de por sí, déjenlo hacer las preguntas correctas, vivir una vida buena, el resto no importa le hace mella al universo.

Me imagino que la niña, la protagonista que es la hija de Malick, está en el campus de la universidad, como tantos hijos hicimos alguna vez, pero pocos hijos (en este caso hija) fueron embajadores de palabras tan bellas y esperanzadoras, en este momento donde la oscuridad parece cernirse sobre nosotros, se abre un camino de luz.

No quiero decir más, pero hay claras y bellas notas a los tiempos que corren, evidentemente Malick tiene una esperanza en ellas, lo marca dos veces, también habla sobre la violencia humana y la culpa, pregunta por el arte, y su origen. Habla de Nietzsche, pero también de Hegel, sin importarle mucho períodos y religiones, porque Malick es un hombre de fe, de una gran Fe, pero no un ente extraordinario, porque eso extraordinario, esa luz en la oscuridad somos nosotros mismos.

Pocos films me conmovieron tanto, en los últimos tiempos, sin la pirotecnia de minimalismo oportunista de Koyaanisqatsi ( Koyaanisqatsi: Life Out of Balance, Godfrey Reggio,1982) , sin el tedio de la pose intelectual anacrónica de La chinoise (La Chinoise, Godard, Francia, 1967), es una notable herramienta de discusión y reflexión, espero que muchos docentes usen este film en un futuro próximo en sus clases

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