Tiapatria en el Beckett

Diego Díaz Córdova
Sitio Leedor
Published in
3 min readOct 26, 2023

Ficha técnica:
Unipersonal en código clown de y por Julia Muzio
Dirección: Jorge Costa y Gabriel Páez
Miércoles 20:30 hs Desde el 11 de Octubre
Teatro Beckett: Guardia Vieja 3556

¡Mamma mía! ¡Qué manera de reirme! En la sala nos reímos todos, todes y toddys, porque hasta los más chiquitos se reían. Cuando alguien hace reír indistintamente a tan diferentes grupos etarios, es que está haciendo las cosas bien o al menos está haciendo las cosas graciosas. Y eso no es nada sencillo, aunque la risa sea casi una reacción, como un estornudo, algo que no puede racionalizarse porque simplemente explota sin poder frenarlo, aún así, no es nada sencillo.

Un acto escolar solemne y conmemorativo, conmm, conmmm, conmmemorativo. La Patria así lo demanda y ante tal demanda, no podemos menos que reírnos, porque la solemnidad promueve a la risa y esa risa abruma a la pobre maestra que, por más que se esfuerza, sólo logra generar más risa. Se pone nerviosa, pues tiene que estar impecable, pero su cabello rebelde se opone, los bolsillos donde guarda sus discursos (y otros papeluchos) se levantan en armas y la boicotean. Pero como buena maestra, sigue adelante.

El orden exige que se entonen las estrofas del Himno Nacional Argentino (HNA). Si algo tiene el HNA es que su introducción musical es larguísima, tanto que en la cancha le pusieron letra, puntualmente una sola letra, la “o”. Es tan larga que algo hay que hacer y de golpe algo sucede, el espíritu de Isadora Duncan invade a la Señorita Pérez y una danza peliaguda e irresistible copa la parada. Un saltimbolonqui de movimientos espasmódicos y espontáneos como las risas que se escuchaban.

Por suerte llegó la Tía, puede ser que estuviera un poco desubicada, pero es la tía querida y tal vez el problema de la ubicación tenga algo que ver con su personalidad. Todos los que estábamos presentes nos preocupamos un poco, para que negarlo, pero la docencia es un sacerdocio y al escolaridad debía continuar con lo programado. “Saquen una hoja” dijo la maestra y nos paralizamos del miedo y por la sorpresa del examen anticipado. Los ojos encendidos de la maestra buscan a los autores de los sonidos selváticos que salen del público alumnado e iluminado.

Y de repente, sin aviso y como quien no quiere la cosa, una voz inconfundible invade todo el espacio. Nada menos que el bueno de Julio Cortázar nos relata uno de sus textos, acerca de las rehabilitaciones y las caídas y la maestra, como cualquier persona sensata (porque a pesar de las apariencias y sus extrañas actitudes, gestos y movimientos la señorita Pérez es una persona sensata) se conmueve hasta el punto del amor literario. Esa sensación de felicidad que nos da leer la buena literatura y que no sólo nos transporta a un lugar mágico sino que nos envuelve en hermosas emociones. Eso sí, todo mientras lxs alumnxs tratan de terminar su examen y los nervios se perciben en el aire.

El viaje literario se extendió hasta los confines de la imaginación y cuando nos dimos cuenta, ya era el otro día; toda la noche en la escuela, bueno al fin y al cabo Julio Cortázar también era maestro del nivel inicial. Pero el acto conme, conme, conmemorativo patrio debe continuar. La señorita Pérez nos interpela, nos induce a la reflexión, a preguntarnos ¿qué es la Patria? y nadie sabe, pero la Patria tal vez no sea otra cosa que la Tía Patria, es decir el lugar donde están nuestros afectos.

El horno no está para bollos y la amargura pareciera ser la tónica de nuestro tiempo. Encontrar un crisol de risas en el medio de la pérfida tristeza es un oásis en el desierto. Aproveche y dese una panzada de alegría en el teatro Beckett disfrutando de la Tía Patria, no se va a arrepentir.

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Diego Díaz Córdova
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