Wir sehen uns im Kino!: Bienvenidos al 24 festival de Cine Alemán

Csaba Herke
Sitio Leedor
Published in
4 min readSep 19, 2024

Hace ya medio siglo que Alemania presenta todos los años su Festival de cine en CABA. Años buenos, años mejores, siempre promete algo, algo cumple y algo falta.

Este último promete una excepcional muestra, desde sus comienzos, bajo la dirección Jurijs Saule, nos presenta Martin lee el Corán, de 2023. Un film que, junto con Anselm (en 3d) de Wim Wenders que estrenó en Cannes en el 2023 e Ivo, de Eva Trosbisch de este mismo año, son la carta de presentación del Festival.

Anselm

Es curioso o no (al menos para el que escribe) que el protagonista lleve el mismo nombre que Heidegger, persona que también se presenta en el film de Wim Wenders. Cosa que da una idea sobre de qué se trata la selección, que, bienvenido sea, deja a un costado el carácter de enterteiment que nos tiene acostumbrado el mainstream americano.

Las tres películas nos muestran las preocupaciones de Alemania, su pasado, su presente y lo contingente, la salud, la vida y la muerte, las desiciones que tomamos y como involucran el entorno y como el entorno nos involucra en su devenir.

Martin lee el Corán, un film difícil de comentar sin espoilear, tiene dos grandes actores (Zejhun Demirov y Ulrich Tukur) puestos al servicio de una historia llevada a su mínima expresión, pero de un alcance universal, contado desde un punto de vista que se podría decir neutro, cosa que Jurijs Saule, su director lo logra a la perfección, confronta dos argumentos, y una pregunta: qué nos dice el Corán, qué nos pide la religión (si ésta nos pide algo), sea la religión que fuera, porque si el film analiza en este caso el Corán, la misma pregunta y análisis puede hacerse sobre la Biblia y también la Torah. Podría decirse que el film durante 106 minutos hace un trabajo de deconstrucción sobre el texto sagrado y señalando que en definitiva cada cosa que elegimos leer, está siendo interpretada y al tiempo que nos hace responsables de tal interpretación. Incluso los libros sagrados.

Martin lee el Corán

Qué hacer en un mundo tal que hasta la “palabra de D’s” es sujeta a la interpretación?, como actuar si es así? La religión es garante del bien? No alcanza con ser bueno en términos de aldea. El bien siempre compromete lo universal, pero si los universales están puestos en crisis, cómo saber sobre mi conducta? El film me recuerda (de nuevo curiosamente) a la novela de Gabriele D’Annunzio El inocente (L’innocente, 1892) llevado al cine por Visconti (L’innocente, 1976) ¿estaremos en el fin de una era?. una cosa que dejo para el lector es lo siguiente: a lo largo de todo el film aparece el busto, una réplica ya que el original está en Londres, de Aristóteles la otra cosa, sin embargo algo me molesta bastante y es lo siguiente: más allá de lo excelente de ambas actuaciones, es la tipificación de los personajes, como el profesor (dentro de los cánones occidentales) bello, alto, reflexivo; el musulmán es de baja estatura, morocho, irreflexivo, cosa que en definitiva no es sino, una y otra vez la mirada construida desde los arquetipos hegemónicos.

El film de Wenders, por otro lado, nunca abandona cierta melancolía a la que el director nos tiene acostumbrados y que acompaña toda su obra, quizás solo sea Berlín.

El film no es solo un documental, sino una reflexión sobre la memoria, sobre las consecuencias inesperadas de los actos, sobre la producción artística (es interesante a este término que Anselm reconvierta una antigua fabrica en taller, en una acción performática, como museo y obra al mismo tiempo) un antiguo taller que, en un gesto transformador se vuelva un signo si no vacío, lo suficientemente amplio para soportar la polisemia de una obra. Wenders usa el 3D con la suficiente discrecionalidad para no transformarlo en tema que nos ayude a la comprensión de la obra de Anselm y no sostenga el narcisismo del director.

Sin embargo, y siempre hay un sin embargo, hay algo que en el tiempo, juega en contra, y es cierto dramatismo edulcorado al que el director ya nos tiene más que acostumbrado, corta, disecciona y monta de tal manera que la tragedia nunca deja de perder cierta belleza, cierta embelesamiento que deja al espectador fuera de la tragedia y lo sumerge en un melodrama. Es un film apto para todo público con un tema y un autor que tiene la complejidad que no lo hace apto para un amplio espectro de espectadores. Es una película medida y esa mesura la hace en el tiempo distante, no es una obra que transforme la vida, ya no hay esa voluntad. Más bien es una prolija película que funciona (o yo imagino funcionar) en el contexto de un prolijo museo, cosa que resulta bastante diferente a lo que la obra de Anselm Kiefer parece proponer, ( o, será acaso la obra de Kiefer lo que uno supone que es Kiefer o el desmoronamiento programado y calculado que Wenders muestra?) pregunta que cada uno deberá responder en la soledad de la noche solo y con su almohada.

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