Zona de interés: un ensayo sobre el fuera de campo

Csaba Herke
Sitio Leedor
Published in
7 min readJan 28, 2024

¿Se puede producir arte sobre la Shoá?
¿Se puede negar el tiempo después de la bomba atómica?
Preguntas cruciales, pero que el estado de la hegemonía cultural prefiere olvidar, porque si no, hay que dar cuenta del escándalo de las bienales desentendidas, o, perdón, atendidas sólo de manera corporativa; y sí, los grupos culturales funcionan como grupos corporativos.

En su fase clásica, a un sistema no le interesa revolver la basura de su pasado plebeyo, es el problema de La Ronda nocturna de Rembrandt, en él se puede ver que debajo de la floreciente burguesía, lo que hay son “desechos” humanos producto de años de guerra. Lo que no quieren ver ahora, es que el dinero habido fue producto de rapiña y saqueo.

El problema es que hemos olvidado Auschwitz, hemos silenciado su advertencia, hemos olvidado a sus ejecutores, hemos convertido su estética en banal melancolía, los niñes se han aburrido de las sentenciosas recomendaciones de los mayores, encontraron más divertido hacer memes de Hitler y a fuerza de aburrimiento encontraron en Gokú un héroe en quien identificarse. El problema es el de una generación intermedia que quedó atrapada en el ensueño del capital y no quiso saber nada -como los militares holandeses retratados por Rembrandt en La ronda nocturna-, ni del pasado oscuro de sus bienes, ni de teorías morales; bah, de teorías en fin.

Si se dice que Glazer basa su film en el libro de Martin Amis, poco o nada queda de él (afortunadamente); inclusive, lo que en el libro de Amis es en todo caso eufemismos, en el film de Glazer se vuelve realismo, incluso en la fotografía la cual merece un comentario aparte. Nuestro director encara el retrato del Obersturmbannführer (teniente coronel) de las SS (Schutzstaffel) y las Waffen-SS, Rudolf Franz Ferdinand Hoss (en alemán Höß) (Baden-Baden, 25 de noviembre de 1901-Auschwitz, 16 de abril de 1947) y su familia, obviando el melodrama ficcional del libro.

El film Zona de Interés, título traducido literalmente, nos introduce de lleno en lo obsceno, desde el momento que nos muestra un Hoss en malla de carnes blandas y fofas (como el famoso comentario de Dalí sobre Hitler), con el pene erecto, mirando impávido la naturaleza, parece querer emular “esas” fotografías del nacionalsocialismo; imagen inquietante y ciertamente repulsiva, nos introduce a un personaje siniestro con una fotografía exquisita que hace recordar los trabajos de fotografía donde prima la puesta de cámara y la composición, pero parece no haber ninguna otra elaboración, ninguna puesta de escena más que la realidad, cosa que a Glazer inclusive le permite jugar con los diferentes espacios: la casa, el jardín, el bosque, las oficinas burocráticas del Reich.

El film, me atrevo a decir, es una experiencia sonora, donde el horror siempre está fuera de campo, es un film fuera de campo y el sonido tiene por lo menos tres dimensiones: uno que es diegético, o sea está en relación a lo que lo que se ve, otro es el sonido de lo que no se ve (o acusmático), y finalmente un conjunto de sonidos artificiales, que funcionan dando énfasis a momentos particulares, casi como un coreuta que ya nada puede decir, solamente proferir un grito de angustia, ese lugar donde las palabras huelgan, un lugar abismático que proviene del pasado y se hace presente en el cuerpo del espectador.

En relación a los espacios, es interesante mencionar el jardín, lugar donde se puede ver la impostura: su muro da al campo de exterminio, si no fuese demasiado macabro da para un cuento de terror gótico pero está más cerca a La muerte de un viajante; el lugar de esparcimiento es un lugar de encierro, donde las cosas que son, son solo en apariencia: la piscina no es más que un pequeño lavapiés, el meticuloso trabajo de la esposa no logra llegar a ser el de los jardines imperiales donde jardineros profesionales y arquitectos durante años los diseñaron y elaboraron esos jardines de apariencia salvaje que alimentó el espíritu romántico, el origen social de ámbas se ve en su andar, que si recuerdan, es el de las mujeres de M el Vampiro.

Hoss es meticuloso, grandilocuente, desapegado, impávido (hoy sería descrito como psicópata) cumple las órdenes y la sobreejecuta, es al que se le ocurrió poner el tristemente célebre cartel de ingreso al campo: Arbeit macht frei (El trabajo os hará libres)(1) casi irónicamente (un oficial le dice a otro que si Höß no los terminaría gaseando a ellos mismos, un ángel del ciclón B). Es la consumación de la locura de la racionalidad operativa; el problema es la eficiencia, es la cantidad de personas que se pueden ejecutar por minuto, es lo que le pidieron y el cumple, pero cumplen también los contratistas, los ingenieros, los arquitectos, todos cumplen por el bien de la patria; todo Otro debe ser destruido, como se destruye la peste: el judío, el comunista, el homosexual, el anciano son solo cosas que hay que sacarse de encima; el ciclón B, proveniente de los laboratorios BAYER hace bien su trabajo, es tan eficiente como debieran ser las personas, incluso se reemplazó el término “asesinato” por el eufemismo “el derecho a una muerte sin dolor” slogan similar al que usaron ciertos laboratorios para vender opio sintético en EEUU en los 90`del sigl XX.

El Tercer Reich, fue una revolución, sí, pero una revolución conservadora. Usó el descontento de una población empobrecida, ascendió económicamente a una sociedad hambreada por una inflación que igual que cualquiera, tiene tanto de exógeno como de endógeno, pero que de modo vil, el nacionalsocialismo cargo sobre sectores sociales vulnerables, consagró valores como la belleza alemana, un orden maníaco, puso “orden” en el desorden de la sexualidad, los explotados tenían finalmente el derecho a explotar: la madre comenta impávida que en el campo debe estar la dueña de la casa donde ella trabajaba.

Otro espacio de oposición dialéctica es el de la naturaleza vs. la cultura, donde Höß va con sus hijos, es buen padre, de hecho es un padre cariñoso,¿o acaso un demente un asesino no puede ser padre?¿pero la pregunta que pocos quieren hacer es qué significa ser buen padre?, Glazer lo hace, y se hace patente el libro de Hanna Arendt La banalidad del mal.

Decía que opone Naturaleza y Cultura, pero la naturaleza ahora, está llena de indicios del horror, vemos solamente las cabezas de personas corriendo entre los pajonales, soldados a caballo, sólo escuchamos gritos y disparos; el que no ve es porque no quiere ver, el que no escucha es porque no quiere escuchar, finalmente el que no quiere saber no sabe, como en el momento en que nos muestran como fertilizan la tierra con cenizas (¿?) y aquí hay una de las cosas que poco o nada se ha hablado: la de la contaminación. En una escena formidable, el padre lleva a sus hijos al río y se da cuenta que en lo inmediato un descarga de los crematorios se vertirá en los ríos, es uno de los momentos mas brutales del film, lo que también muestra lo mucho que hay todavía que decir, pero también lo mucho que se oculta, pero también la complicidad de los habitantes y personas del entorno, en las aguas terriblemente contaminadas por las cenizas, no sólo viajan en él huesos que delatan su origen, sino que viaja la muerte misma del químico.

El film de Gleizer es una sucesión de detalles, que podría tomar páginas y más páginas, siempre fuera de campo, como dije, sin “edulcorar la píldora” ni sobrecargarla de sentimentalismo ni manierismos; no es un film que oculta, todo lo contrario, nos muestra actitudes que están sucediendo ahora mismo, no es un ocultamiento para hacer soportable o hacer potable una historia para nuestra circunstancia, no es oportunista, ya se ve demasiados cadáveres, disecciones y torturas, nada de eso conmueve a nadie, incluso corre el peligro de dar risa. Todo queda en términos sonoros, en el orden de los indicios siniestros, de túneles, de cabezas que corren entre el pasto, de aguas contaminadas, de una chimenea que trabaja día y noche, en medio de todo eso una familia, con una mujer a la cabeza, que se obstina en mantener el nuevo estatus adquirido a fuerza de invisibilizar lo abominable , la fantasía realizada que prometió Führer, el de pasar de ser sirvienta a ser ama; casi como el que niegan a dar de baja el el operador de cable por ese mismo estatus, o el que cree en la fantasía de la criptomoneda; el problema es, justamente, que el fascismo es la etapa genocida del liberalismo, no es una síntesis dialéctica superadora, le cabe mas bién el concepto de eterno retorno, quizás por eso mismo, los jerarcas nazis se llevaban tan bién con el orientalismo y finalmente con Jung.

(1) a pesar que la frase Arbeit macht frei es posible ser adjudicada a la Biblia Juan 8:31–38, su origen directo probablemente provenga del título de la novela de Lorenz Diefenbach, publicada en Viena en 1873, escritor afiliado al NSDAP. Como homenaje, en el año 1922 fueron impresos estampillas con el mismo lema por la Asociación de escuelas alemanas antisemitas.

En 1927, Arbeit macht frei fue adoptado como slogan por el Gobierno de la República de Weimar como consigna en las grandes obras públicas para combatir el desempleo. Este slogan fue mantenido por el gobierno del NSDAP (Partido Nazi) desde que llegó al poder en 1933 y hasta implantarlo luego en los campos de exterminio masivo.

La frase también evoca el principio medieval alemán de Stadtluft macht frei (“el aire urbano te hace libre”), según el cual los siervos fueron liberados después de haber residido en la ciudad durante un año y un día.

Si bien el historiador Harold Marcuse atribuye al primer Obersturmbannführer del campo de Dachau, Theodor Eicke, en el film se adjudica a Hoss el haber sido el ejecutor intelectual (es.wikipedia.org/wiki/Arbeit_macht_frei).

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