La tecnología al servicio de la equidad educativa: el reto de Leemons

Una nueva plataforma educativa nace con el sueño de apostar por la equidad educativa, la educación inclusiva y la atención a la diversidad.

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8 min readFeb 10, 2022

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Un grupo de docentes y de alumnas y alumnos están sujetando un cartel que pone “Educación”. Representa la equidad educativa, ya que los estudiantes que no llegan a sujetar el cartel a la misma altura son ayudados por unos libros, según sus necesidades.

“Aunque la pandemia se pase, estas cosas en la distancia van a seguir. Aquí, éste es el gran desafío: los niños tienen sólo un celular en la casa, se lo tienen que ir turnando. Las profesoras están como locas para ver cómo organizar las tareas”.

Estas son las palabras de Marga, educadora en una de las zonas más pobres de Perú, en donde día a día se pelean por una educación de calidad para los más olvidados, miles de estudiantes que siguen inmersos en la educación a distancia sin acceso a la tecnología.

El tsunami de la educación a distancia

En marzo de 2020, millones de profesores en todo el mundo fueron empujados en sólo una semana a la piscina de la educación a distancia sin haber sido capacitados para nadar en ella. Cientos de millones de estudiantes tuvieron que enfrentarse al estudio sin la presencia constante de un docente. Miles de escuelas tuvieron que improvisar aceleradamente su digitalización para poder ofrecer un servicio con mínimas garantías de calidad.

Las aulas se vaciaron, pero las escuelas nunca cerraron. Y aunque la apuesta continuó sin descanso, no se estaba preparada y preparado para las clases online. Todos los centros educativos (colegios, universidades, centros de estudios técnicos, etc.) se encontraron con la dificultad de ofrecer una formación de calidad. La escuela, además, se enfrentó a una de sus tareas principales: el cuidado de la infancia. Y tuvo que buscar formas creativas para acompañar a tantas y tantos niños en un momento tan complejo.

Un alumno de primaria realiza las tareas en casa siguiendo las clases a distancia por ordenador.

Desde que comenzó la pandemia y hasta el día de hoy, con la vuelta a las aulas en algunos países, el esfuerzo del profesorado ha sido y sigue siendo enorme. Mezclar las modalidades de presencialidad, semipresencialidad y educación a distancia trae de cabeza a la gran mayoría de la comunidad docente, al tener que gestionar actividades en las que, de manera simultánea, interactúan alumnas y alumnos que están en el aula y que están en casa, muchos de estos últimos solas y solos.

Tampoco se estaba preparado a nivel tecnológico. Surgieron nuevos retos en los que la tecnología ha jugado un papel crucial. Más o menos expertas y expertos, más o menos convencidas y convencidos, todos, sin excepción, habéis realizado un aterrizaje forzoso en un mundo tecnológico que se ha convertido en un recurso indispensable para poder ejercer la labor docente.

La brecha digital

Pero no son los profesores las víctimas de esta situación, por muchas piedras que haya en el camino. Las verdaderas víctimas son tantas y tantos alumnos de todas las edades y todas las etapas educativas que continúan excluidos del acceso a una oferta educativa de calidad por varias razones posibles:

  • No tener acceso a un dispositivo electrónico con conexión a Internet.
  • No contar con la competencia digital necesaria para aprovechar los recursos que ofrece la conectividad.
  • Muchas personas con algún tipo de discapacidad sufren la falta de accesibilidad a algunas plataformas y aplicaciones tecnológicas.
Una alumna utiliza una tablet para seguir un curso online, y escribe a mano apuntes en un cuaderno.

¿Cuántos millones de personas sufren esta situación? En los países con menos recursos, el privilegio de miles de familias es contar con un solo teléfono móvil para conectarse con la escuela. Pero en los países desarrollados el drama también existe, aunque los centros educativos hayan acelerado su digitalización. Miles de familias siguen sin poder ofrecer a sus hijas e hijos espacio y recursos para seguir el ritmo escolar. Además, docentes y estudiantes no tienen la formación necesaria para utilizar estas herramientas tecnológicas.

Esta brecha digital ha visibilizado las inequidades ya existentes y ha aumentado la brecha educativa. En esta situación: “¿cómo avanzar hacia una educación de calidad para todas las alumnas y alumnos, sin exclusiones?” Y es que hoy ya no es posible, ni creíble, entender ningún tipo de oferta educativa de calidad que no asegure la equidad, la inclusión y la atención a todo el alumnado en su diversidad. ¿Y cómo la tecnología puede convertirse en agente de cambio?

Hoy ya no es posible, ni creíble, entender ningún tipo de oferta educativa de calidad que no asegure la equidad, la inclusión y la atención a la diversidad.

La equidad educativa y el rol de la tecnología

¿Qué entendemos hoy por equidad educativa? Podríamos desarrollar en muchas páginas este concepto. Para reflexionar en pocas líneas, tal vez nos ayude la aportación de Ainscow, Dyson, Goldrick y West (2012) que, con tres preguntas, señalan tres dimensiones relacionadas con el concepto de equidad:

  • ¿Existe justicia en la distribución de los recursos educativos, de las oportunidades y de los resultados?
  • ¿Se trata de forma equitativa a las alumnas y alumnos, respetando y acogiendo sus diferencias y reconociendo la diversidad como un valor y no como un problema?
  • ¿Quién asume la representatividad de las decisiones que involucran al alumnado y hasta qué punto pueden éstos determinar lo que les sucede?

Estas tres preguntas iluminan el diagnóstico sobre la brecha digital y la brecha educativa, lo cargan de significado, y nos interpelan a la hora de determinar el papel de la tecnología en la apuesta por la equidad educativa.

Justicia en la distribución de recursos

Ya hemos insistido en el papel que durante la pandemia ha jugado y sigue jugando la brecha digital, colocando a millones de estudiantes de todo el mundo en una situación de clara desventaja, estudiantes que por vivir en un contexto social desfavorable no tienen acceso a un dispositivo electrónico con acceso a Internet o no cuentan con las competencias necesarias para desenvolverse en el mundo digital, lo que determina negativamente su rendimiento académico y por lo tanto su inclusión social.

El papel de las escuelas y de las administraciones públicas en este sentido es crucial. Si bien ha sido notable el esfuerzo económico y de gestión de infraestructuras que muchas administraciones han realizado este año para garantizar el acceso a Internet a todo el alumnado, también es claro que no ha sido ni mucho menos suficiente: miles de familias siguen sin poder ofrecer a sus hijas e hijos un mínimo de conectividad necesaria.

Trato equitativo al alumnado en su diversidad

Pero de nada sirve la conectividad si las herramientas tecnológicas que se deben utilizar durante las actividades escolares no aseguran un aprendizaje de calidad para todas y todos los alumnos en su diversidad. En este punto, son las empresas tecnológicas las que tienen una responsabilidad cada vez mayor, buscando cómo actualizar su oferta a las necesidades educativas de todo el alumnado en su heterogeneidad.

Y es que, en este año, ésta ha sido muchas veces la batalla en las aulas. Es cierto que la tecnología ha sido un auténtico salvavidas para aquellos docentes que han tenido el privilegio de poder hacer uso de ella. Las diferentes formas de comunicación virtual, así como el envío y evaluación de tareas online, entre otras formas, han permitido continuar con la labor educativa. En ese sentido, la tecnología se ha convertido en “la ayuda” en mayúsculas.

Pero también es cierto que, en este aterrizaje tecnológico en las aulas, se ha tropezado muchas veces por dos razones.

  • La primera, porque se ha intentado replicar en la pantalla el modelo de enseñanza y aprendizaje en el que hasta ahora el profesorado se había movido con más o menos seguridad y más o menos éxito, esperando los mismos resultados. Es como si se hubiera dejado de hervir patatas a fuego lento para meterlas en una freidora con aceite a 200º C, esperando el mismo resultado final. La ansiedad estaba servida.
Un estudiante observa en una pantalla de ordenador a una profesora escribiendo en una pizarra blanca mientras realiza una explicación.
  • La segunda, porque muchas plataformas y aplicaciones escolares no están preparadas para atender a todas las alumnas y alumnos en su diversidad, y menos mezclando presencialidad, semipresencialidad y distancia. Las profesoras y profesores habéis tenido muchas dificultades para organizar tareas diversificadas en función de las necesidades de cada estudiante y para hacer seguimiento de sus procesos. Las familias de alumnas y alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo también cuentan el caos organizativo de sus hijas e hijos.Es claro que la tecnología necesita seguir avanzando en esa apuesta por atender realmente a la diversidad.

Protagonismo del alumnado en la toma de decisiones que les afectan

Hoy, muchas veces, se siguen ofreciendo pocos espacios para que cada alumna y alumno se hagan cargo de su propio aprendizaje de manera autónoma. Y la mayoría de las plataformas educativas mantienen este status quo, dándoles poco o ningún espacio en la toma de decisiones relacionadas con su aprendizaje. En este sentido, se hace necesario apostar por una tecnología que fuerce al profesorado a desplazarse del centro de la situación de aprendizaje y deje ese puesto al alumnado.

La apuesta de Leemons por la equidad educativa

La pandemia ha generado un punto de inflexión en el mundo de la tecnología educativa. En este punto nace Leemons, formado por un equipo interdisciplinar especializado en la docencia, la tecnología y el diseño de experiencia que, con una mochila cargada de ilusiones, busca soluciones para reducir las barreras educativas que genera la brecha digital. Somos conscientes de que la tarea es titánica, y eso nos estimula a esforzarnos más para dar lo mejor de nosotros mismos.

Y también somos conscientes de que este proyecto está construido desde una posición de privilegio y con unos medios que darían de comer a muchas familias durante un año. Sentimos como responsabilidad nuestra el tener en el centro de nuestras preocupaciones y de nuestra investigación a todos esos estudiantes que trabajan desde un móvil, muchas veces compartido.

Desde ahí, ofrecemos una plataforma tecnológica que quiere ponerse realmente al servicio de la equidad, la educación inclusiva y la atención a la diversidad. Una herramienta que cumple con cuatro características fundamentales:

Leemons. La plataforma de aprendizaje potente, flexible, sencilla y gratuita
  • Es gratuita y abierta, lo que facilita el acceso a los recursos tecnológicos a todo el mundo.
  • Es amigable, diseñada para un acceso fácil e intuitivo para todos y cada uno de los implicados en el proceso educativo: profesores, tutores, alumnos, familias, centros educativos, creadores de contenidos.
  • Es flexible, ofreciendo la posibilidad de utilizar metodologías educativas centradas en el aprendizaje activo y la autorregulación.
  • Es potente, desarrollada para desarrolladores, con el objetivo de servir a las experiencias de enseñanza y aprendizaje con la tecnología más segura y eficaz.

Sabemos que la tarea es titánica, pero estamos convencidos de que, desde la autoridad que nos dan nuestros más de 15 años de experiencia, podemos aportar humildemente nuestro grano de arena en la construcción de un mundo más justo y equitativo.

Este es nuestro sueño, este es nuestro horizonte: que en la escuela, hoy, nadie se quede atrás.

Referencias bibliográficas:

  • Ainscow, M., Dyson, A., Goldrick, S., y West, M. (2012). Developing equitable education systems. Londres: Routledge.

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