El Alma de Sello Indio

A través del EP ‘De la selva’, el secreto mejor guardado del colectivo bogotano nos adentra en una espesura llena de beats percusivos y espirituales.

Cristian Cope
Lenguaje Roto
14 min readJul 31, 2020

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Desde Homero hasta Descartes la idea de alma ha servido para designar el conjunto de sensaciones, imágenes y recuerdos, alegrías y tristezas, ilusiones o esperanzas, así como para nombrar los ideales más sublimes y las más bajas pasiones, emociones o instintos de defensa y supervivencia. El término “alma” ha servido también tradicionalmente para nombrar la parte divina o celeste del ser humano, su transcendente sustancia, imperecedera o inmortal, porque perdurará más allá de la descomposición y desaparición del cuerpo. Precisamente porque somos conscientes de que hemos de morir, el alma es también y muy especialmente la conciencia de la muerte.

Este fragmento, extraído del libro Historia del alma, escrito por el catedrático español Guillermo Serés, sintetiza ligeramente las diversas acepciones que trae consigo uno de los conceptos más fantásticos que ha acompañado a la humanidad a lo largo de su historia. El alma se convierte en el motor de la esencia humana, de su naturaleza, de su arte, de su música. A través de una simple tonada, el alma se manifiesta y cobra sentido: volvemos a la cepa, a las raíces que palpitan en esa fuente ancestral que se resiste a ser perdida.

Alma también es el proyecto del productor bogotano Santiago Morales. Titular indiscutido del Sello Indio desde su concepción, este ingeniero de sonido y beatmaker, quien desde hace varios años reside en Londres, ha preferido optar por una naturaleza que se esconde detrás de cámaras. Ha aportado con la mezcla y masterización de varias de las gemas que componen el catálogo del consistente colectivo capitalino.

En Indio Vol. 1, el primer compilado lanzado por el sello en 2017, debutó con “Kong”, un track instrumental que conjuga impecablemente elementos percusivos con samples de jazz y cantos místicos, mostrando un poco la verdadera esencia de Alma. Dos años después reapareció en Indio Vol. 2, esta vez encargándose del intro y outro del compilado: entramos a la “Selva”, salimos de la “Madre”. Estos dos temas, a su vez, se convertirían en el chispazo inicial de su primer EP en Sello Indio, De la selva.

Conformado por diez tracks, De la selva busca narrar “un recorrido por diferentes paisajes y texturas naturales”, tal como se lee en la descripción del EP. Pero más que un recorrido, este primer trabajo de Alma funde de lleno al oyente en una sesión curativa con tambores, bongós y percusión espiritista; los samples de jazz libre y psicodelia latina arropan cada uno de estos beats terapéuticos, y el tambor pasa a ser el más honrado de los maestros de ceremonia.

Uno de los mejores trabajos instrumentales de este 2020, sin duda alguna. Por eso mismo, decidimos hablar con Alma acerca de este fascinante y esperado debut en su bienamado Sello Indio.

Portada del EP, diseñada por SagaUno.

Para los que siempre se han preguntado quién es Alma, ¿qué nos puedes contar acerca de lo que está detrás del proyecto?

Alma es un proyecto que nace a la par de la creación del Sello Indio. En ese momento entro a formar parte de Indio como artista, y es ahí cuando decido que aportaría lo que llevaba trabajando instrumentalmente. Ya tenía un sonido marcado, uno bien bonito y espiritual, influenciado por el jazz, la música psicodélica latinoamericana y, sobre todo, influenciado fuertemente por la percusión.

Pero para todo este necesitaba un nombre. Así que decido ponerle Alma, un nombre que llevaba dándome vueltas por la cabeza un buen tiempo. Me parece que es un término que se puede interpretar de varias maneras: desde un punto de vista religioso, espiritual, físico, científico. La traducción a inglés es “soul”, que a fin de cuentas resume lo que es el proyecto: la expresión de la música que sale empíricamente de mi interior.

Llevo trabajando como productor aproximadamente ocho años, acá en Londres. La mayoría de proyectos que hago son con otros artistas a los que les produzco la música. Alma ha sido como mi proyecto en los momentos de desahogo, cuando no estoy haciendo nada ni estoy preocupado por el estilo del artista ni que esté afinado o desafinado. Eso es Alma: lo que es visceral, libre, que sale y muestra lo que se está sintiendo en el momento.

Sonoramente, también es un poco la representación de mi experiencia de vida. De haber nacido y crecido en Colombia, de haber migrado a Londres después, y de haber desarrollado mi carrera musical como productor acá, alrededor de unos sonidos muy propios de esta ciudad.

Si uno se dedica a buscar los orígenes del alma, se puede encontrar con diversos textos que cuentan “cómo el concepto de alma se concibió a partir de una reflexión intelectual”. A la hora de elegir Alma como la bandera de tu proyecto, ¿qué tipo de reflexiones quisiste resolver?

Ahí vuelve y juega lo que te comenté ahorita, las diferentes interpretaciones que el nombre puede tener. En mi caso personal, el nombre de Alma representa la manifestación más pura de mi expresión musical, por decirlo de alguna manera.

El proceso que parte de la creación al final del proyecto es bastante corto. Detrás del proyecto no hay mucho proceso de pensamiento, es bien visceral. Sale del alma, como se dice por ahí. Ojalá le toque el alma a la persona que lo esté recibiendo.

Si no estoy mal, tu primera salida al ruedo fue en el primer compilado de Indio Vol. 1, lanzado en octubre de 2017. ¿Cómo fue ese primer lanzamiento con todo el parche de Indio?

Ese primer lanzamiento fue una chimba. Todo el proceso creativo con Indio ha sido algo muy áspero. Desde que empezamos a camellarle, siempre había estado “detrás de cámaras”, aportando con las masterizaciones, mezclas, producciones de algunas canciones. Cuando voy a Bogotá hacemos conciertos, sesiones, etc. Así que fue bien bonito haber podido contribuir por primera vez con mi música al legado de todo el parche en ese primer compilado.

Ahí salió “Kong”, que es una canción bien especial para mí, y que además fue incluida en un compilado de música colombiana publicado por BBE Music.

En “Kong” ya se alcanza a percibir ese tacto especial por los samples y los elementos percusivos. ¿Alguna historia en particular detrás del tema?

“Kong” es básicamente un desahogo, parce. Yo toqué batería durante muchos años, siempre la he considerado como mi instrumento principal. Cuando llegué acá al Reino Unido no tenía acceso ni a comprarme una, ni a un lugar donde pudiera tocarla. Ni donde estudiaba tenían batería. Después de unos años, cuando ya comencé a trabajar acá, me pude comprar unos bongós. Esos bongós se convirtieron en mi batería, básicamente; en mi instrumento para componer y a la vez para desahogarme.

Para mí la percusión es eso, una vuelta terapéutica. “Kong” es fruto de todo esto: un track que creé y al que después le sumé un jam de tambores a modo de desahogo.

Además de ser un colectivo sólido y compacto en todos sus frentes, siempre he admirado bastante a los distintos beatmakers que han formado parte de Indio. Las Hermanas, Cultura Americana, Charles Haggard y Alma, por ejemplo, tendrían suficiente material para armar uno de los álbumes de instrumentales más brutales del año. ¿Cómo ves el rol que cumplen los productores en Indio, y en la escena en general?

Yo creo que el rol de los productores es esencial en Indio. Se ha logrado crear una identidad en el sonido de Indio, por más que los estilos de todos los productores sean tan variados. Siempre estamos creando, creando y creando. Desde afuera lo veo así, como productores hemos ayudado a forjar una identidad sonora. Claro, de la mano con los MCs del parche.

Detrás de cámaras, ahorita mismo en Indio se está trabajando un resto el tema de las colaboraciones entre los MCs y productores del parche. Justo ahorita sale el disco de Hardem, que ahí tengo un track que le produje al man y está una belleza. El Mismo Perro también saldrá con su proyecto. Los unos estamos trabajando con los otros. Es una chimba porque todo el tiempo estamos dando pista, sobre todo para la gente en Colombia que aprecia esa música instrumental, y que hasta hace relativamente poco solo se podía encontrar por fuera.

Cada una de las personas que hace producción en Indio tiene una exploración propia. Parce, por ejemplo Las Hermanas… ese man es un viaje sonoro muy hijueputa. Y así son todos, cada uno en su estilo. Al fin de cuentas, creo que todo lo que hacemos en Indio lo hacemos para la gente. No importa quiénes seamos, lo que importa es que la música le llegue a la gente.

Casi dos años después del primer compilado, vuelves a colaborar en Indio Vol. 2 con “Selva” y “Madre”. En estos dos temas incluyes samples de Sun RA y cantos aborígenes. ¿Podría decirse que este fue el punto de partida para lo que más tarde sería De la selva?

Parce, básicamente sí. Digamos que “Madre” y “Selva” fueron de los primeros tracks que salieron y me hicieron pensar: “este es exactamente el sonido que necesito estar haciendo con Alma”. Igualmente son una mezcla de todo lo que escucho musicalmente, de todos los vinilos que me siento a escuchar. Yo no los compro solo por usar un sample, sino que me gusta en verdad apreciar cada disco de mi colección de música.

Por ejemplo, para mí Sun RA ha sido una inspiración muy grande, tanto musical como conceptualmente. También estética y visualmente me parece increíble. Ese man era un adelantado en el proceso de exploración de diferentes espacios y conceptos dentro de la música. Así que poder plasmar eso en la música de uno, coger un poquito de esa energía por medio del sampleo y ponerla ahí, es algo bien chimba.

En “Madre”, el sample de la voz es de una cantante brasilera que se llama Maria Rita. Lo sampleé de uno de los primeros discos que sacó. Tiene una vibra bien visceral también. Igualmente, no sé si en algún lugar del disco se mencione, pero en el Vol.2 también estuve involucrado en la producción del track “Pray 4 we”, que tiene a Jamblock, Hardem, Saga y Sizwe Mtwana. La historia de ese tema en Bogotá es una chimba, fue el propio cypher. Nos juntamos todos y salió una sesión de la nada, cada uno escribiendo y escupiendo su verso ahí en el momento. El verso de Jamblock es una cosa, parce…

¿Cómo nació De la selva?

Digamos que, conceptualmente, quería jugar con el nombre de Alma y de la selva. Esto último representa también el lugar de donde vengo, lo que lo hace bien especial e interesante dentro de mi experiencia como inmigrante en Inglaterra. Esa especie de reconexión y rebúsqueda de las raíces de uno ha sido algo bien prominente en mi vida. De ahí viene ese concepto de alma de la selva.

Cuando estoy acá en Londres y pongo música latina, africana, tribal o percusión pura, escuchar eso me hace sentir en casa. Justamente por eso empiezo a samplear todos estos sonidos propios de la selva, para volver a sumergirme en mi propia casa. Acá lo que más exploro es la psicodelia latinoamericana. Durante los años sesenta hubo un movimiento en toda Latinoamérica que estaba explorando con la música psicodélica de una manera increíble: en Nicaragua, Cuba, Puerto Rico, en Brasil estaba la Tropicália, los inmigrantes en Nueva York… gran parte de la comunidad latina estaba explorando conceptos musicales psicodélicos muy ásperos.

Esa es una cara, en la otra ya está toda la espiritualidad del jazz, sobre todo del jazz libre. De acá salen muchos de los samples y texturas con que juego en el EP. Aparte de esto, entra también la parte instrumental que le agrego a los beats: percusiones, batería, bajo, etc. Esa es más o menos la composición del sonido.

¿Cuánto tardó el proceso creativo?

Este proyecto en particular fue larguito, porque todos los tracks los hice en diferentes momentos. Digamos, “Selva” y “Madre” estaban hechos desde el Vol. 2, en cambio “Casa” y “Chipek” fueron de los últimos que hice, hace un mes, más o menos. A lo largo de este periodo de tiempo fui seleccionando los que mejor sentía que se acomodaban al viaje que proponía Alma.

Siento que tu digging tiene un acercamiento mucho más “académico”, por así decirlo. Vas más por ciertos mensajes que por sonidos chimbas. ¿Cómo empieza el ritual de buscar discos para Alma?

Parce, las portadas. Eso para mí es una parte bien importante. Siempre que voy a una tienda de vinilos y una portada me llama la atención, la escucho. Este diría que es el factor principal, pero también soy mucho de explorar las secciones más pequeñas de la tienda. Encontrar música de Bollywood, de Tailandia, del Medio Oriente… esa exploración global creo que define muy bien mi postura musical. Últimamente he estado escuchando muchos discos de psicodelia de Turquía, que son una gonorrea; o el jazz de Polonia, por ejemplo, que es incluso más gonorrea. Pura jazz fusión experimental. De ese rebusque global es que saco la inspiración: tener una identidad latina, pero que cualquier persona del mundo se pueda ver reflejada en mi música. Eso para mí es el digging.

Sobre todo en los tracks “Chipek”, “Jimia” y “Casa” están muy presentes los aires del jazz. Para nadie es un secreto que este es uno de los géneros que más ha recibido tratamiento a la hora de samplear. ¿Existe una relación entre Alma y el jazz?

Mi relación con el jazz es muy especial. Cuando era pequeño, siempre crecí viendo la fascinación de mi papá por la música, sobre todo por el jazz, la salsa y la música brasilera. A medida que fui creciendo me empezó a gustar mucho el punk, que a su vez también transmitía un poder político y social fuerte. Después comencé a tocar, y ahí empecé a sentir que el jazz era como el componente académico de la música. Así pude encontrar el jazz revolucionario, el jazz de raíz, por así decirlo, que tenía ese mismo poder y esa misma libertad del punk, pero que ofrecía un mundo de exploración musical casi que infinito.

A lo bien, creo que en el jazz no existe un fin: ni en lo hecho, ni en lo que se viene. Y bueno, la espiritualidad del jazz también ha jugado un papel importante para mí. Sobre todo acá en Londres se ha convertido en mi compañera fiel. Y pues he tenido la fortuna de estar en una ciudad donde el digging es una cosa increíble, en el que se puede encontrar una música muy hijueputa. Gracias a esto he podido expandir mi conocimiento musical, especialmente en jazz, y eso es algo que me parece bien áspero.

También cabe una mención especial para Juan Carlos Montiel, el trompetista que me acompaña en “Chipek” y en “Casa”. Ese man ha sido como una energía que llegó de la nada a mi vida. El man es un músico brutal de Montería que ha tocado con gente muy grande como Cheo Feliciano y el Joe Arroyo. Un maestro con el que tuve el honor de colaborar en esas dos canciones.

Según Alchemist, los interludios son como los tranvías de Disneyland, que llevan de fantasía a fantasía. En De la selva, “Tambor Skit” se toma unos buenos segundos para dejar respirar al resto de temas. ¿Cuál es la intención detrás de este skit?

Varias cosas. Una es darle el merecido protagonismo al tambor y a la percusión. Lo segundo, el sample lo cogí de un video de Ray Barretto en Plaza Sésamo. El man le está mostrando a un grupo de niños los tambores, y en un inglés como “latineado”. Entonces me pareció chimba porque, ya sea por el idioma o por el simple sonido de los tambores, la gente entiende fácil el concepto. Además de eso, la idea era que se conectara con el siguiente track, “Chipek”, que es un track bien percutivo.

Para el etnobotánico Wade Davis, “cada cultura tiene algo para decir, y nosotros como humanidad tenemos la obligación de escucharlas a todas”. ¿Piensas que hoy en día se está escuchando a la gente de la selva?

No, güevón. O sea, hay gente que está parando bolas, claro, pero creo que a nivel global la conversación no está sobre la mesa. Siento que este tipo de conversaciones, para que lleguen a ese nivel de alcance, tienen que tener primero un cierto mainstream en redes sociales. La gente debe comenzar a hablar de esta vuelta en sus redes, porque a fin de cuentas es un tema que nos afecta a todos. Siento que las comunidades indígenas, que son los verdaderos habitantes de la selva, son los protectores de la naturaleza, y por lo tanto los protectores del mundo. A ellos hay que protegerlos a toda costa.

La gente y las empresas, sobre todo, tienen que entender que si no hay naturaleza, no se puede hacer nada. Y son sus habitantes los que tienen el conocimiento que nosotros no tenemos. Ojalá se puedan hacer más iniciativas para proteger a las comunidades indígenas, y que nosotros desde el arte podamos mandar un mensaje de que, finalmente, de ahí es que venimos nosotros. Todos, de alguna manera u otra, venimos de una raíz indígena.

Desde tiempos remotos, la percusión ha sido una forma de catarsis muy propia de la gente habitante de la selva. ¿Con el EP lograste hacer una propia?

100%, parce. Para mí el tambor es el elemento más básico de la música, en el sentido de que del tambor nace todo. En tiempos donde todavía no existían los instrumentos melódicos, para las comunidades indígenas cualquier tronco podía convertirse en un elemento percutivo, en un tambor. Ese fue el primer elemento utilizado por personas para comunicarse musicalmente. Cuando me logro conectar con la percusión siento como una descarga, una liberación. Y eso en parte es lo que busco transmitirle al oyente: que regrese a esa primera semilla, que es la percusión.

Por simple curiosidad, ¿cuál es el productor que más admiras y por qué?

Uno es muy difícil, pero de tener que escoger uno, empezaría por Willie Colón. Para mí ese man es uno de mis productores favoritos de toda la historia, más que todo porque está detrás de demasiadas canciones que son bien especiales para mí: mucho de lo de Héctor, de lo de Celia, de lo de Rubén. Yo siento que Willie Colón es como el Quincy Jones de nosotros, que además es otro productor que me encanta.

Ya en cuanto a beatmaker, tendría que ser entre J Dilla y Madlib. Por preferencia musical escogería a Madlib, el man me destruye la cabeza. Justo hace unos días estaba desempolvando vinilos y volví a escuchar el Shades of Blue después de un buen rato… un palo de disco muy hijueputa. Aunque bueno, quién sabe qué estaría haciendo el Jaydee hoy en día.

¿Qué se viene para Alma en lo que resta de este 2020?

Ahorita estoy colaborando un resto con artistas. Sobre todo después de esta pandemia y de haber estado encerrado tanto tiempo, se siente como esa necesidad de colaborar y de hacer música con otras personas. Ahorita estoy trabajando con un artista nuevo increíble que se llama Loshh, sale el primer single el otro mes. Viene mucha música con Summer Pearl y varios raperos de acá de la escena de Londres. Tengo un track en el disco que se viene de Hardem, otro en el disco del Mismo Perro, que se viene en Indio también.

También quiero sacar este proyecto De la selva en físico, poder sacarlo en vinilo. Y la idea es estar sacando un segundo proyecto de Alma ya para el otro año, en el cual me gustaría incluir un par de colaboraciones, puede ser con instrumentalistas, vocalistas o raperos. Ese es como el plan, muchas colaboraciones por venir.

Escucha acá De la selva, el primer EP de Alma:

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Cristian Cope
Lenguaje Roto

A veces escribo. Devoto de Juan Román Riquelme. Trying to achieve a Daniel Dumile & Richard D. James lifestyle.