El Puente: el sonido Medellín de No Rules Clan

El nuevo álbum de NRS define su estilo y lo amplía a una escala global.

Santiago Cembrano
Lenguaje Roto
5 min readSep 4, 2022

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Portada de El Puente, por @nadeneco

El puente comenzó como comienzan todos los puentes — en silencio. En 1964 los distritos de Brooklyn y Staten Island quedaron unidos a través del puente Verrazano-Meadows, el más largo de Estados Unidos y una referencia al italiano Giovanni di Verrazano, el primer europeo en desembarcar en la bahía de Nueva York. La historia la cuenta Gay Talese — observador discreto y hábil del periodismo, la mafia italiana, la revolución sexual y los perdedores — en su libro El Puente. Un gran puente es una construcción poética de belleza y utilidad duraderas, afirmó. Luego añadió: construir un puente es como un combate, el lenguaje es el de los cuarteles.

En Colombia los puentes se caen o nunca se acaban. Son escenario de robos y suicidios, o techos para los que no tienen uno. Pero las palabras de Talese resisten y describen bien el nuevo álbum de No Rules Clan: El Puente. Durante los últimos tres años, Sison Beats, Anyone/Cualkiera y DJ Kario One, con Ignorancia Sofisticada como ingeniero líder de la obra, construyeron esta estructura ambiciosa, que conecta a Envigado con Boston, Miranda de Ebro, Londres, el mundo. Este puente lleva y trae nuevas alianzas con tipos serios como Da Buze Bruvaz o N-Wise Allah, barras y códigos, un concurso de clavadas más que de profundidad. Cuidado cuando lo cruces: es de noche, huele a calabozo y las siglas de siempre están pintadas en la pared.

Con Pantone (2019), una obra expansiva llena de posibles caminos, No Rules mostró la variedad de colores en su paleta, los estilos que formaron a la banda en el proceso de buscar el propio. Lo que parecía el porvenir fue más el sol que se escondía tras los cerros, el fin de una etapa. En El Puente No Rules se contrae y elige uno de tantos rumbos posibles. Diez años después de su debut y más cerca de los treinta que de la adolescencia, deja de lado la mochila y los tonos más cálidos — su gran hit “Quien Va” y “Pico y Chao”, por ejemplo — y se concentra en desarrollar rapeos malacarosos, el carácter gélido de temas como “Veladas de Rap” o “Desert Eagle” y el minimalismo de “Gota Gota”. El enfoque lo resume Sison: “Less is more”, o eficiencia y puntería, Curry desde el logo. La estética sonora es la que otros denominan como renaissance o neoboombap, que a partir de bases sublimes y rasposas ha traído la vanguardia al rap clásico. No Rules la llama la ola, tan revolucionaria como la de Truffaut, Varda y Godard.

Este no es el único caso de diálogo con la ola como referente en América Latina y España. Pilla a Lil Supa en YEYO, sin ir más lejos. La clave en cada caso está en darle la vuelta al referente: No Rules planta la vista, la bandera y los ponches en el extranjero para mostrar cómo suena ese estilo por estos lares. En El Puente, MichaelAngelo ambienta las esquinas de Envigado con “Spaghetti Western”, música para una película de Sergio Leone, y AvenRec hace lo propio con “Garrafa”. El bolero se torna criminal cortesía de Ignorancia Sofisticada en “Tito Puente”, como Vitín Avilés enmascarado, y “Fritanga” evoca secuestros y cantinas. Benditos los dedos de El Arkeólogo que parieron “El Camión de la Basura”, alcantarilla humeante en un callejón. La belleza de lo simple se demuestra en “Konami” gracias a Giallo Point y su habilidad: una voz celestial que se repite, un bucle que es suficiente. El propio Sison demuestra el porqué de su apellido en “Mago Báez”, pura elegancia y filigrana.

Anyone y Sison ya habían declarado la meta de circunnavegar el globo a punta de rap. En El Puente esta temática se intensifica. Son premoniciones de vuelos chárter a Filadelfia, cyphers en Top Shelf Premium y brindis con Quilmes en la Boca. En este juego la escala es a la vez local y global, se trata de pintar tu cuadra y que salpique hasta Japón. Y la cuadra está en los boleros de Ricardo Fuentes y Nelson Pinedo, en las fiestas con la salsa rosa de Nino Segarra y garrafas de Caldas que llevan a errores garrafales, en La Mina y La Sebastiana, donde las vidas tienen precio porque las armas dan valor. El enfoque de No Rules al rapear es panorámico, se habla de todo y de nada; de lo que se habla aparece encriptado y pocos tienen la contraseña. Aun así, estas canciones están llenas de tomas y detalles que ilustran su realidad, esa especificidad irreplicable de su vida en Medellín.

Frente al relato dominante de su ciudad como capital del reggaetón, El Puente contraataca modo guerrilla con el suyo propio. La tesis queda clara en “Philly Steaks” con Da Buze Bruvaz, cuando Anyone rapea “OGs ya conocen el sonido Medellín / Por los No Rules, no por esos que se dicen Gs”. La pregunta por el sonido local y nacional es recurrente, aparece desde el inicio en “Mago Báez”: “Dicen que no sueno a Colombia / Yo todavía sigo sin ver MCs con carriel y tiple”. Esta tensión entre el sonido montañero y, a la vez, estar lejos de los símbolos tradicionales de la cultura patria enriquece la discusión de qué es el rap colombiano. Ya Cualkiera había dicho en su debut Tiempo Libre que el rap es uno solo así lo descubran en Marte, y en esta ocasión El Puente esboza esa comunidad supranacional, el hip hop, con el rap como lingua franca.

Los marineros extrañan su casa, los que cruzan el puente miran atrás y los que lo construyen se fijan en los cimientos que se elevan desde el piso. Con hambre de llegar lejos y la mente en modo global, No Rules reafirma sus principios. De hecho, El Puente es un ejemplo de cómo la evolución no tiene que irse hacia los lados o hacia afuera, sino que puede explotar hacia adentro. Anyone no ha fumado por Nueva York todavía como proyectó desde 2014, pero, como afirma en “El Camión de la Basura”, “el día que pase con prendas y Hennesy, seguiré claro como MC que no rapean mis zapatillas”. Lo hará a su manera. La evolución de No Rules es la de mejorar el producto y llegar cada vez más lejos, la libertad de dialogar con colegas de otras latitudes mientras se reafirman y pulen las razones por las que entraron al rap. La constante es la competición, la actitud de bandidos del Oeste que entran a patadas en el el bar sin respetar al alguacil, la contundencia seca de Anyone y el registro ronco de Sison que reparte golpes y caricias. Es lo mismo de siempre, pero mejor.

¿Cuál es el destino de esta balsa? ¿Qué hay al otro lado del puente? Confían en el proceso: llegarán hasta donde los lleve la ola.

Escucha El Puente de No Rules Clan

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Santiago Cembrano
Lenguaje Roto

Autor de ‘La Época del Rap de Acá’ y ‘Normas Rappa’ // Antropólogo. Escribo de rap, música y cultura.