Ausencia y demencia
Ausente estoy de ti y me hundo en un mar de llanto.
Pensado estoy en ti, en tu dulce boca, tu cabello negro, tus ojos luminosos.
Bajo la oscura sombra de la noche me cobijo, añorando tu regreso. Deseando fueras luna, para poder contemplar tu belleza innata cada vez que observara el cielo.
¿Qué será de mí?
Quiero sentirme entre tus manos, quiero mis brazos rodeando tu cintura, con esa delicadeza que solo tú ya sabes.
Necesito de tus caricias, de un beso tuyo que serene mi alma. Vivo atormentado por este deseo indócil de tenerte cerca.
Y es que tengo miedo, miedo de ya no recordar tus besos, de olvidar tu cara, de ya no tener en mi memoria tu dulce fragancia.
Me inquieta el hecho de imaginar que un día, ya no sabré quién eres. Ya no podré ni recordar tu amor, ni aquellos momentos que forjamos juntos.
Deja por favor de matarme en vida, frena ya tu indiferencia, esa que no te permite retornar a estos brazos, que aún esperan la calidez de tu cuerpo.
Regresa a estos tus labios que te llaman y que solo reciben una repuesta de un eco frío y desolado.
Vuelve ¡Por favor! Vuelve, antes que esta ausencia se convierta en desconsolada y vacía demencia.