Abuelos

Leticia Estevez
Letras Viajeras
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2 min readOct 30, 2018

El tiempo corre. Siento las agujas del reloj avanzar. Sin embargo, en la casa parece que todo se ha detenido. Es como si alguien hubiera sacado una foto durante días, semanas.

Camino por los rincones de la casa hasta llegar a la habitación. La cama quedo tendida, intacta desde aquel día en el que él se levantó por última vez.

El despertador sigue funcionando y está programado para sonar a las 7 de la mañana, como siempre. Las pantuflas escoltan la cama y el alhajero aún tiene de rehén a un par de aros a presión, dos collares y un rosario.

El polvillo dibuja con exactitud el contorno de cada uno de los objetos de la cómoda. Los observo. No me atrevo a tocarlos o moverlos del lugar donde fueron deliberadamente ubicados por algunos de ellos. Temo que, tocándolos, pueda borrar sus huellas, sus intenciones. Después de todo, ¿Quién soy yo para afectarlos?

El perchero sostiene un cinto marrón y dos boinas, una de invierno y otra de verano. Eso me genera nostalgia, tristeza. Nadie le aviso que él ya no vendrá por esas prendas.

Cierro los ojos. En el aire se entremezclan los olores. Aromas de ella, otros de él, ambos se adueñan de una atmósfera quieta y calma.

Miro alrededor.

Los abuelos ya no están.

Photo by Lucas Brito on Unsplash

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Leticia Estevez
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