De puño y letra

Leticia Estevez
Letras Viajeras
Published in
3 min readMay 30, 2021

Que gran poder tienen los mensajes escritos de puño y letra. Esos mensajes que se dejan a la vista, comunican algo concreto, se guardan y vuelven a aparecer, casi por arte de magia, en el momento menos pensado.

Hace unos días mi hermana me envió la foto de un mensaje escrito por mi mamá. Lo encontró ordenando y la tomó por sorpresa. Era una nota que mi mamá le había dejado en su casa, en alguna ocasión que había estado de paso. Aquel día mi hermana no estaba, y si bien mi mamá podría haberle enviado un Whatsapp para avisarle lo sucedido, optó por tomar lapicera y papel y escribir.

Era una mensaje que la pintaba de pies a cabeza. Con detalles y gestos propios de ella. Con su letra, con su mismísimo puño y letra. Allí estaba su energía, su trazo, sus intenciones, reflejados en algo tan personal y característico como la caligrafía de cualquiera de nosotros.

Es como un regalo, un halo de la presencia de alguien que ya no está físicamente pero que decide aparecer de repente en una hoja que está escondida entre tantas otras hojas y que por alguna maravillosa razón mi hermana decidió conservar.

Y entonces la compartió conmigo y se me puso la piel de gallina. Y comencé a pensar en la cantidad de cartas, notas y mensajes que me escribió mi mamá, y la gran cantidad que yo le escribí a ella. Algunos eran simples avisos que siempre venían acompañados de indicaciones precisas, tales como “Me fui a la estación. Preparate un café que vuelvo en un rato”.

Otros eran de carácter meteorológico, como por ejemplo “llevate abrigo que a la noche va a refrescar” y otros eran cuestiones más operativa como “las mascotas ya comieron”, a los efectos de evitar que otros hagan lo que ella ya había hecho.

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Esos mensajes los dejaba en la mesa redonda de la cocina, para que sean vistos apenas se ingresaba a la casa. Y fueron algo así como un ritual: entrar, llamarla y, ante la falta de respuesta, mirar la mesa redonda y recibir esas breves expresiones de amor.

Las palabras muchas veces salvan las ausencias, y sobre todo las ausencias definitivas. Gestos cotidianos y simples que están en vías de extinción pero que, en definitiva, no hacen más que inmortalizarnos en el corazón de quienes amamos. Les prometo que los papeles, agradecidos, aparecerán para abrazar las ausencias, para acercarles la presencia de quienes nunca se van.

A partir de todo esto, escribí aquí algunas letras viajeras:

Dejen notas

En las mesas redondas, en las cuadradas

Dejen notas

Dentro de un libro, debajo de la almohada,

Dejen notas

En un armario, en el espejo de un baño

Dejen notas

Para que sean encontradas,

por las personas que aman

una tarde cualquiera

de abril o de mayo

Cuando el azar o el viento

Así lo decida

Dejen notas y sólo confíen

Que el otoño sabe muy bien que hacer con las hojas

Leticia

Mayo 2021

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Leticia Estevez
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