A mi alma o a toda alma,
«Yo quiero entender, no creer. No debemos afirmar lo que no se logra demostrar. Quiero que Dios me tienda su mano, vuelva su rostro hacia mí, y me hable. […] (Tal vez no haya nadie.) Pero entonces la vida perdería todo su sentido. Nadie puede vivir mirando a la muerte y sabiendo que camina hacia la nada. (La mayor parte de los hombres no piensan ni en la muerte ni en la nada.) Pero un día llegan al borde de la vida y tienen que enfrentarse a las tinieblas. (Sí y cuando llegan…) Calla. Sé lo que vas a decir, que nos hace crear el miedo una imagen salvadora y esa imagen es lo que llamamos Dios.» El séptimo sello (1957), dir. Ingmar Bergman.
a quién escribo esta carta — ¿a mi alma? ¿a alguna otra que alcanza a leerme? oh, querido espíritu ajeno, ¿sabes tú qué es la vida? ¿por qué existes? ¿cuál es el sentido? desde que me reconozco, tengo las metas dibujadas — o, quizás, los caminos imaginados. pero últimamente, me encuentro en el borde; no, no me refiero al abismo, pues no es mi pecho un hueco. quiero decir que me ubico sobre una rama que ya no señala, sino que se mueve hacia arriba y abajo, porque el viento decide. hace unos horas me hallaba leyendo unas páginas de un libro que mis tíos decidieron regalarme, uno que contiene las enseñanzas de una persona que ve en Dios toda comprensión. yo no creo en Él, confiaba cuando era más pequeña — ay, ¡cómo rezaba mi alma! entendía años más tarde que su presencia nada conllevaba; ¿acaso debe suponer algo después? ¿acaso debo admitir otra vida para no caer en la desesperación? en la obra mencionada, dice tal autor que estamos aquí, en esta tierra pasajera, para luego ser presencia en una eterna donde encaminar con todo lo aprendido. y yo me pregunto: ¿llevar qué? (¿puedo llevar mis libros?) ¿hacer qué? (¿puedo compartir con mi pareja, visitar lugares, o simplemente leer?) si no se me permite marchar con materia alguna ni experimentar nada, ay, ¡qué tedio! no lo sé, querida alma, como expresaba, dejé de advertir caminos, siquiera planes. ¿los distingues tú? ¿es esto lo que llaman madurez? escríbeme. cuéntame lo que esconde tu alma. ¿resulta tan imperiosa la necesidad de sufrir para luego flotar entre las nubes? oh, tenemos tanto miedo, ¿verdad? la nada nos hace ver a Dios. ¿lo veré yo, a pesar de toda lucidez?
