Carta a la lectura y la escritura

Francisca P
Legados Literarios
Published in
3 min readMay 12, 2024

"Escribir al lado de la ventana. Sobre pájaros azules y un cielo blanco sobre el horizonte. Beberse el agua y la luz", escribí hace justo 4 años. Crecía la luz entre mis dedos al escribir. Digo que crecía porque al escribir esa luz era arrojada sobre mi conciencia y, en cierto modo, aún lo sigue haciendo. Dice Pablo Remón en su obra El tratamiento que escribimos para recordar y no le falta razón. Escribimos contra el olvido, contra lo que se nos pasa decir, sobre lo que necesitamos para nosotros mismos e incluso el otro, los demás. Al escribir evocamos emociones que teníamos ahí dentro y que de otra manera no podemos sacar. Y yo me emociono al escribir esto, porque cuando escribo, encuentro mi lugar y encuentro mi sino pese a que no sea del todo una escritora. Todos podemos escribir, pero, ¿todos quieren escribir? ¿A todos se les da bien? ¿Todos son capaces de sacar sus emociones y enfocarlas en las de los demás? Escribir es leer la vida, es diluirla en tinta, recordarle su sentido y darle sentido a la nuestra propia.

Si todos tuviéramos la vocación de la escritura: ¡cuanta pasión se desprendería en las palabras! La inspiración estaría siempre ahí. Y es por eso que es tan importante leer, es por eso que los libros se convierten en algo indispensable. Los libros son los hijos del conocimiento, de la luz, de la vida y la sabiduría. Quien lee sabe que lee para emocionarse, para sentirse acompañado. Los libros son nuestros amigos, y así debería ser. Leo porque en la escritura me encuentro, igual que me encuentro al dialogar con un amigo.

Escojo las palabras de esta carta bien medidas y mesuradas porque no puedo hacerlo de otra forma. La escritura y la lectura nos salvan. Y de qué modo lo hacen. Porque no sólo arrojan esa luz, sino que nos acompañan en nuestros peores momentos y nos reconocemos en ellas como lo hacen los pájaros al piar entre ellos. Creo en la creación y en las palabras no sólo como salvación, sino también como acompañamiento. En ellas el duelo cobra algún sentido, en ellas suspirando la vida, la respiración se entreteje con ellas formando otras vidas, aumentando y dando significando a la propia.

El otro día, en el último día del Ateneo Félix Prieto, un poeta dijo que qué es lo que queda de nosotros al morir en todas esas cosas que hemos visto, que hemos experimentado, que hemos leído. Y por eso es tan importante la cultura y ese transmitir de conocimientos. Al escribir yo aquí, hago que las palabras no mueran conmigo, hago que se queden también en los demás y hago, quizás, ojalá , emocionar a alguien con ellas.

En la escritura y la lectura, en las palabras, está la vida que no sólo vivimos, sino la que ha de ser vivida. Conjuramos nuestro interior y volcamos letras con sus vocales y consonantes dándole un sentido. ¿Qué sentido tiene sino la vida de las palabras? Decía un neuropsiquiatra que escribir y leer va contranatura, pero cómo puede ir contra nuestra naturaleza algo que nace desde nuestro yo más profundo, desde esa introspección y a la vez unión con nuestro alrededor.

Escribamos y leamos para no perecer, para compartir, para emocionarnos y extasiarnos.

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