Carta a mi sombra
Querida sombra:
no sé si luces grande o pequeña, pero me haces sentir terrible muchas veces. Confío demasiado en mi luz y demasiado poco en ti, pues por esos misterios embaucadores que habitas no logro verte como debería. Habitas en este lado mío que si bien conozco, pareciese que no lo hago como debería. Me entorpeces muchas veces con tu mano de querer abarcar las cosas y yo nunca te dejo, pues creo que la luz ilumina mejor y ensalza las cosas de una manera más bella y amable. No me gustaría enfrentarte a ti, me gustaría ser tu amiga para que no me hagas daño, ni a mi, ni a nadie más. Creo que si te haces amiga de mi luz, ya que siempre vas con ella, podrías darle muchas enseñanzas y aprendizajes. Sin la luz no eres nada, deberías darle las gracias a ella por todo lo que es capaz de mostrarte y enseñarte. ¿Crees que no me doy cuenta? Sé que me quieres enseñar cosas. Cosas grandes respecto a la vida, respecto a mi persona, respecto al mundo. Querida sombra, ¿puedo llamarte así? Déjame hacerlo como se dejan acariciar los gatos que son cariñosos y amorosos. Una sombra amorosa puede ser divina si ella quiere, como la luz. La luz es divina por sí misma pero es gracias a ti que puedo ver mis defectos. La luz alumbra en aquellas partes que yo dirijo alumbrar, pero eres tú quien completa la imagen. Sin ti, ¿existiría la luz? Esta luz que me atraviesa, que me ensancha el alma. Oh sombra, sin duda a veces pareces solo una caricia más, otras sin embargo eres arisca y no quieres ser tocada, pero tú, como la luz, siempre me tocas y me muestras qué camino no seguir, pues en las sombras no puedo ver bien, no puedo encontrar esa esperanza. Pero es gracias a ti como me puedo conocer bien. Es gracias a la luz y a ti como puedo ser yo y ahí no hay temores, pues aunque saques ese lado oscuro de mi persona no eres lo suficientemente poderosa para quitarle el puesto a la luz. La luz engrandece. Tú empequeñeces. Quién sabe si tú, mi propia sombra, solo eres un pequeño desliz que crea mi luz al mostrarse. A veces me gusta jugar contigo al escondite, pero terminamos empatadas. Oh sombra, sé pequeña, y juega a veces conmigo a esconderte cuando sea necesario. Creo no necesitarte, pero la vida me ha mostrado que eres imprescindible en la vida. Sin ti la vida no sería completa.
Con esta carta, y de la mano de la luz, a ti sombra te pido perdón por no hacerte caso nunca; a ti sombra te digo que gracias por mostrarme mis defectos, por no ser muy grande, por ayudarme a crear de la nada junto a la luz algunas de mis mejores obras. Sí, te veo y haces buena pareja con la luz. Sois necesarias en la vida, pero tienes que ser pequeña, recuérdalo. No te agrandes, no vayas a tu aire, ve de la mano de la luz como solo a veces sabes hacerlo. En silencio. Sin pasos grandes.
Con afecto,
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