Carta a Yannis Ritsos
mi muy querido poeta, en esta mañana algo extraña asciendo sobre las alas de una golondrina y, alma a alma, memorizo los aromas de las flores en el cielo. […]
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mi muy querido poeta, en esta mañana algo extraña asciendo sobre las alas de una golondrina y, alma a alma, memorizo los aromas de las flores en el cielo. por tu parte, recitas junto al cántico de las cigarras, mas yo no consigo hacerme con el lenguaje de los insectos, siquiera con el de los pájaros. oh, las horas son tan gigantes sobre mis sueños y, también, sobre los tuyos. son tantas las estrellas, tantos los poemas… una canción, buscas conforme una estrella irrumpe — ¿cuál es aquella que es olvidada cuando nuestra existencia desadormece? concibo. tra la la. quiero salir de mi casa, jugar con la tierra, rozar los tallos, y avistar entre las hojas. la arquitectura de mis huesos me lleva a construir un rezo dictado a mi alma. recoges un rayo de luz — ahora tu forma es traslúcida; ¿y la mía? cuando leo tus versos se me hace oír el latido del corazón (de un ángel). todo baila en la luz. dices. ¿qué nos invoca? ¿qué nos hace amar este momento? no lo sé, yo tan solo subrayo estas páginas. ¿procuras tú despertar del eterno letargo? no, yo pretendo podar las pestañas de mis ojos. deseo ver sin filtros. también crecer para espiar por encima de las copas de los árboles. tan amado poeta, ¡me miras y sonríes! mi espíritu te conmueve porque me reconoce amando tus líneas: contemplas cómo regreso a ellas. los lunares que contienen mi piel se desploman y caminan ahora sobre las letras — convierten la L en U. escribes Luz y yo leo Uuz. ¿es uuz toda mi luz? oh, estoy desvariando. pero acaso no todas las almas acaban sucumbiendo ante un asombro. tú, apreciado poeta, eres mi mayor deslumbramiento.
