La Psicología de la Izquierda Modena

Extracto de “La Sociedad Industrial y Su Futuro” de Theodore Kaczynski, publicado el 19 de septiembre de 1995 en The New York Times y The Washington Post.

Jon Aldekoa
Libre Expresión
13 min readDec 16, 2017

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Desfile de militantes de Reconstrucción Comunista en España

Casi todo el mundo estará de acuerdo en que vivimos en una sociedad profundamente molesta. Una de las manifestaciones más extendidas de la locura de nuestro mundo es el progresismo, así que una discusión sobre la psicología de la izquierda nos puede servir de introducción al debate de los problemas de la sociedad moderna en general.

Pero, ¿qué es el progresismo? Durante la primera mitad del S. XX pudo ser prácticamente identificado con el socialismo. Hoy el movimiento está fragmentado y no está claro a quién se le puede llamar propiamente progresista. Cuando en este artículo hablamos de progresistas pensamos principalmente en socialistas, colectivistas, “políticamente correctos”, feministas, activistas por los homosexuales y los discapacitados, activistas por los derechos de los animales. Pero no todos los que están asociados en uno de estos movimientos es un progresista. A lo que intentamos llegar es que no es tanto un movimiento o una ideología como un tipo psicológico, o, mejor dicho, una colección de tipos relacionados. Así, lo que queremos decir con “progresista” aparecerá con más claridad en el curso de la discusión de la psicología izquierdista.

Incluso así, nuestra concepción quedará menos clara de lo que desearíamos, pero no parece haber ningún remedio para esto. Todo lo que intentamos hacer es indicar de una manera tosca y aproximada las dos tendencias psicológicas que creemos son las principales fuerzas conductoras del progresismo moderno. Con esto no pretendemos estar diciendo toda la verdad. Además, nuestra discusión sólo se ciñe al progresismo moderno. Dejamos abierta la pregunta de con qué extensión puede ser aplicada a la izquierda del S.XIX y principios del XX.

Las dos tendencias psicológicas que sirven de base al progresismo moderno las llamamos “sentimientos de inferioridad” y “sobresocialización”. Los sentimientos de inferioridad son característicos de toda la izquierda, mientras que la sobresocialización es sólo característica de un determinado segmento del progresismo moderno, pero este segmento es altamente influyente.

Sentimientos de inferioridad

Por “sentimientos de inferioridad” no sólo nos referimos a los sentimientos de inferioridad en el sentido estricto, sino a todo el espectro de rasgos relacionados: baja autoestima, sentimientos de impotencia, tendencias depresivas, derrotismo, culpa, auto-aborrecimiento, etc. Argumentamos que algunos progresistas modernos tienden a tales sentimientos (más o menos reprimidos) y que éstos son decisivos en determinar la dirección de la izquierda moderna.

Cuando alguien interpreta como despectivo casi todo lo que se dice de él (o acerca de grupos con quienes se identifica), concluimos que tiene sentimientos de inferioridad o baja autoestima. Esta tendencia es muy pronunciada entre los defensores de los derechos de las minorías, tanto si pertenecen como si no a la minoría cuyos derechos defienden. Son hipersensibles sobre las palabras usadas para designar a éstas. Los términos “negro”, “oriental”, “discapacitado” y “chick”, para un africano, un asiático, una persona imposibilitada o una mujer originariamente no tenían una connotación despectiva. “Broad” y “chick” eran simplemente los equivalentes femeninos para “guy”, “dude” o “fellow”. Las connotaciones negativas han sido agregadas a estos términos por los propios activistas. Algunos defensores de los derechos de los animales han ido tan lejos como para rechazar la palabra “mascota” e insistir en su remplazo por “animal de compañía”. Antropólogos izquierdistas llegan demasiado lejos al no querer decir nada acerca de personas primitivas que pueda ser interpretado como negativo: quieren reemplazar la palabra «primitivo» por «iletrado». Parecen casi paranoicos sobre cualquier cosa que les sugiera que alguna cultura primitiva es inferior a la nuestra. (No queremos decir que las culturas primitivas SON inferiores a la nuestra. Solamente apuntamos la hipersensibilidad de estos antropólogos).

Aquellos que son más delicados sobre la terminología “políticamente correcta” no son el negro medio del gueto, inmigrantes asiáticos, mujeres maltratadas o personas imposibilitadas, sino una minoría de activistas, muchos de los cuales no pertenecen a ningún grupo “oprimido”, sino que provienen de estratos sociales privilegiados. La corrección política tiene su mayor arraigo entre los profesores de universidad, los cuales tienen empleo seguro con salarios confortables y, la mayoría de ellos, son varones blancos heterosexuales de familias de clase media.

13. Muchos progresistas tienen una intensa identificación con los problemas de grupos que tienen una imagen de débiles (mujeres), derrotados (indios indígenas), repelentes (homosexuales), o por lo que sea inferiores. Nunca admitirán en su fuero interno que tienen tales sentimientos, pero es precisamente por su visión de estos grupos como inferiores por lo que se identifican con sus problemas. (No sugerimos que las mujeres, los indios… son inferiores; sólo estamos haciendo un apunte sobre la psicología progresista).

Las feministas están ansiosamente desesperadas por demostrar que las mujeres son tan fuertes y tan capaces como los hombres. Ellas están claramente machacadas por el miedo de que las mujeres puedan no ser tan fuertes y capaces como los hombres.

La izquierda odia todo lo que tenga una imagen de ser fuerte, bueno y exitoso. Ellos odian América, odian la civilización occidental, odian a los varones blancos, odian la racionalidad. Las razones que dan para odiar occidente, etc. claramente no coinciden con sus motivos reales. Dicen que odian occidente porque es guerrero, imperialista, sexista, etnocéntrico, pero cuando las mismas faltas aparecen en países socialistas o culturas primitivas, encuentran excusas para ellos o como mucho, lo admiten a regañadientes, mientras que señalan (y muchas veces exagerando en exceso) estas faltas cuando aparecen en civilizaciones occidentales. Así, está claro que estas faltas no son los motivos reales para odiar América y Occidente: odian América y Occidente porque son fuertes y exitosos.

Palabras como “autoconfianza”, “seguridad en uno mismo”, “iniciativa”, “inventiva”, “optimismo”… juegan un papel muy pequeño en el vocabulario izquierdista y progresista. La izquierda es anti-individualista, es pro-colectivista. Quieren que sea la sociedad la que resuelva sus necesidades por ellos y que les cuide. No es la clase de personas que tienen un sentido interior de confianza en sus propias habilidades para resolver sus propios problemas y satisfacer sus propias necesidades. El progresista es antagonista al concepto de competición porque, interiormente, se siente como un perdedor.

Las formas de arte a la que apelan los intelectuales del progresismo moderno tienden a enfocarse en la sordidez, la derrota y la desesperación o, si no, toman un tono orgiástico, renunciando al control racional como si no hubiera esperanza de lograr nada a través del cálculo racional y todo lo que quedara fuera de sumergirse en la sensación del momento.

Los filósofos progresistas modernos tienden a rechazar la razón, la ciencia, la realidad objetiva e insisten en que todo es culturalmente relativo. Es cierto que uno puede hacer preguntas serias sobre los fundamentos del saber científico y sobre todo cómo el concepto de realidad objetiva puede ser definido. Pero es obvio que estos filósofos no son simplemente lógicos, de cabeza fría, que sistemáticamente analizan los fundamentos del conocimiento. Están profundamente envueltos emocionalmente en su ataque a la verdad y a la realidad. Atacan estos conceptos por sus necesidades psicológicas. Por un lado, su ataque es una salida para suhostilidad, y al ser exitoso, satisface el impulso de poder. Más importante aún, los progresistas odian la ciencia y la racionalidad porque clasifican ciertas creencias como verdaderas (es decir, éxito, superior) y otras creencias como falsas (es decir, fracaso, inferior). Los sentimientos izquierdistas de inferioridad corren tan profundamente que no pueden tolerar ningúna clasificación de algo como exitoso o superior y otra cosa como fracasada o inferior. Esto también es lo que subrayace en el rechazo del concepto de enfermedad mental y de la utilidad de las pruebas de inteligencia. Son antagonistas de las explicaciones genéticas de las habilidades o conductas humanas porque estas explicaciones tienden a mostar a algunas personas como superiores o inferiores a otras. Prefieren dar a la sociedad el mérito o la culpa para una habilidad o carencia individual. Así, si una persona es “inferior” no es su culpa, sino de la sociedad que le rodea, porque no ha sido educada correctamente.

El progresista no es típicamente la clase de persona de la que sus sentimientos de inferioridad hacen de ella un bravucón, un egoísta, un valentón, un promotor de sí mismo, un competidor cruel. Esta clase de persona no ha perdido totalmente su confianza. Tiene un déficit en su sentido de poder y en su valor, pero aún puede concebirse a sí mismo teniendo la capacidad para ser fuerte, y sus esfuerzos por fortalecerse producen su comportamiento desagradable. Alegamos que todos, o casi todos, los fanfarrones y los competidores despiadados sufren sentimientos de inferioridad. Pero el izquierdista está demasiado lejos para eso. Sus sentimientos de inferioridad están tan arraigados que no puede concebirse como un individuo fuerte y valioso. De ahí el colectivismo izquierdista: sólo puede sentirse fuerte como miembro de una organización grande o un movimiento de masas con el cual identificarse.

Obsérvese la tendencia masoquista de las tácticas de izquierdas. Protestan tumbándose ante los vehículos, provocan intencionadamente a la policía o a los racistas para que los agredan... Estas tácticas a menudo pueden ser efectivas, pero muchos las usan, no como medios para un fin, sino porque prefieren tácticas masoquistas. El odio por uno mismo es un rasgo izquierdista.

Pueden reivindicar que su activismo está motivado por la compasión o por principios morales y es que los principios morales juegan un papel para el prototipo de izquierdista sobresocializado, pero la compasión y los principios morales no pueden ser los principales motivos para su activismo. La hostilidad es un componente demasiado distinguido del comportamiento izquierdista, de igual manera que el impulso por el poder. Además, muchos de los comportamientos progresistas no están calculados racionalmente para beneficiar a la gente a quienes reclaman estar intentando ayudar. Por ejemplo, si uno cree que la discriminación positiva es buena para la gente negra, ¿tiene sentido el reclamarlas en términos hostiles o dogmáticos? Obviamente será más productivo tomar una aproximación diplomática y conciliadora que por lo menos haga concesiones verbales y simbólicas a las personas blancas que piensan que la discriminación positiva los discrimina. Pero los activistas izquierdistas no tomarán semejantes aproximaciones porque no satisfarán sus necesidades emocionales. Ayudar a la gente negra no es su verdadera finalidad. En vez de eso, los problemas raciales sirven para ellos como una excusa para expresar su propia hostilidad y frustración por su necesidad de poder. Haciendo esto, ellos realmente hacen daño a la gente negra, porque la actitud hostil de los activistas hacia la mayoría blanca tiende a intensificar el odio racial.

Si nuestra sociedad no tuviera ningún problema social, tendrían que inventar problemas con objeto de proporcionarse una excusa para organizar un altercado.

23. Enfatizamos que lo precedente no pretende ser una descripción exacta de todo el mundo que pueda considerarse un progresista. Es sólo una indicación tosca de una tendencia general.

Sobresocialización

Los psicólogos usan el término “socialización” para designar el proceso por el cual los niños son entrenados para pensar y actuar como demanda la sociedad. Se dice que una persona está bien socializada si cree y obedece el código moral de su sociedad y encaja bien como parte del funcionamiento de ésta. Parece no tener sentido decir que muchos izquierdistas están sobresocializados, desde que el progresista es percibido como un rebelde. Sin embargo, esta posición puede ser defendida: muchos no son tan rebeldes como parecen.

El código moral de nuestra sociedad es tan exigente que nadie puede pensar, sentir y actuar de una forma completamente moral. Por ejemplo, se supone que no podemos odiar a nadie, sin embargo casi todo el mundo odia a alguien alguna vez, bien se lo admita a sí mismo o no. Alguna gente está tan altamente socializada que el sólo intento de pensar, sentir y actuar moralmente, es una pesada carga. Con objeto de eludir sentimientos de culpa, continuamente tienen que engañarse sobre sus propios motivos y encontrar explicaciones morales para sentimientos y acciones que en realidad no tienen un origen moral. Usamos el término sobresocializado para describir a tales personas. Durante el periodo Victoriano mucha gente sobresocializada sufrió serios problemas psicológicos como resultado de reprimir o del intento de represión de sus sentimientos sexuales. Freud aparentemente basa sus teorías en gente de este tipo. Hoy en día, el foco de la socialización se ha trasladado del sexo a la agresión.

La sobresocialización puede conducir a una baja autoestima, a sentimientos de impotencia, al derrotismo, a la culpa, etc. Uno de los más importantes recursos por los cuales nuestra sociedad socializa a los niños es haciéndolos sentir avergonzados del comportamiento o del habla que es contraria a las expectativas de la sociedad. Si esto es excesivo o si un chico en particular es especialmente sensible a tales sentimientos, acaba por sentirse avergonzado de sí mismo. Además el pensamiento y el comportamiento de la persona sobresocializada están más restringidos por las expectativas de la sociedad de lo que lo están los de aquellas personas levemente socializadas. La mayoría de la gente dosifica en cantidad su comportamiento travieso. Mienten, cometen pequeños robos, violan las normas de tráfico, holgazanean en el trabajo, odian a alguien, son rencorosas o usan artimañas para superar al otro. La persona sobresocializada no puede hacer estas cosas o si las hace le generan un sentimiento de vergüenza y autoaborrecimiento. La persona sobresocializada incluso no puede experimentar, sin culpabilidad, pensamientos o sentimientos que son contrarios a la moralidad aceptada; no puede tener ideas “impuras”. Y la socialización no es sólo un problema de moralidad; estamos socializados para confirmar muchas normas de comportamiento que no están bajo el encabezamiento de la moralidad. Así la persona sobresocializada está retenida con una correa psicológica y pasa su vida corriendo por los raíles que la sociedad ha tendido para él. En mucha gente sobresocializada esto provoca un sentido de coacción e impotencia que puede resultar en una dificultad severa. Sugerimos que la sobresocialización está entre las crueldades más serias que los seres humanos se infligen los unos a los otros.

Deducimos que un segmento muy importante e influyente de la izquierda moderna está sobresocializado y que su sobresocialización es de gran importancia en la determinación de la dirección del izquierdismo moderno. Los progresistas del tipo sobresocializado tienden a ser intelectuales o miembros de la clase media alta. Nótese que los intelectuales universitarios, sin incluir necesariamente a los especialistas en ingeniería o ciencias puras, constituyen el segmento más altamente socializado de nuestra sociedad y el ala más izquierdista.

El progresista del tipo sobresocializado trata de huir de su correa psicológica y reafirmar su autonomía rebelándose. Pero normalmente no es suficientemente fuerte como para rebelarse contra los valores más básicos de la sociedad. Generalmente hablando, las finalidades de los izquierdistas de hoy no están en conflicto con la moral establecida. Por el contrario, la izquierda toma como principio la moral establecida, lo adopta a su manera y entonces acusa a la corriente mayoritaria de la sociedad de violar ese principio. Ejemplos: igualdad racial, igualdad de los sexos, ayudar a la gente pobre, paz como opuesto a la guerra, generalmente pacifistas, libertad de expresión, amabilidad a los animales. Aún más fundamental, la obligación de la persona de servir a la sociedad y la obligación de la sociedad de hacerse cargo de la persona. Todos estos han sido valores profundamente arraigados de nuestra sociedad (o al menos por mucho tiempo de su clase media y alta). Estos valores son explícitamente o implícitamente expresados o presupuestos en mucho del material presentado por los medios de comunicación de corriente de opinión mayoritaria y por el sistema educativo. Los progresistas especialmente del tipo sobresocializado, normalmente no se rebelan contra estos principios, sino que justifican su hostilidad a la sociedad afirmando (con algún grado de verdad) que esta no está viviendo conforme a ellos.

29. He aquí una ilustración de la manera en como el izquierdista sobresocializado enseña su apego real a las actitudes convencionales de nuestra sociedad mientras pretende estar en rebelión contra ellas. Muchos promueven la discriminación positiva para promocionar a la gente negra dentro de los trabajos prestigiosos, para mejorar la educación en los colegios negros e invertir más dinero en tales colegios; considerar el modo de vida de la “clase baja” negra como una desgracia social. Quieren integrar al hombre negro dentro del sistema, hacer de él un ejecutivo de negocios, un juez, un científico, simplemente como la gente blanca de clase medio alta. Responderán que la última cosa que quieren es hacer del hombre negro una copia del hombre blanco; en vez de eso, quieren preservar la cultura afroamericana. ¿Pero en qué consiste esta preservación? Puede consistir simplemente en comer comida de la cultura negra,escuchar música negra, vestir ropa al estilo negro e ir a una iglesia o mezquita de negros. En otras palabras, sólo pueden expresarse sobre los problemas superficiales. En todos los aspectos esenciales más izquierdistas del tipo sobresocializado quieren armonizar al hombre negro respecto a los ideales de clase media del hombre blanco. Quieren hacer al padre negro “responsable”, quieren que las bandas negras se vuelvan no violentas, etc. Pero estos son exactamente los valores del sistema tecnológico-industrial. El sistema no puede preocuparse menos de la clase de música que un hombre escucha, qué clase de ropa lleva o en qué religión cree, mientras estudie en el colegio, tenga un trabajo respetable, ascienda la escala social, sea un padre «responsable», sea no violento y así sucesivamente. En efecto, porque muchos pueden negarlo, el izquierdista sobresocializado quiere integrar al hombre negro en el sistema y hacer que adopte sus valores.

Ciertamente no postulamos que los izquierdistas, incluso del tipo sobresocializado, nunca se rebelen contra los valores fundamentales de nuestra sociedad. Claramente algunas veces lo hacen. Algunos izquierdistas sobresocializados han ido demasiado lejos hasta rebelarse contra uno de los principios más importantes de la sociedad moderna atrayendo la violencia física. Por su propia cuenta, la violencia es para ellos una forma de «liberación». En otras palabras, al cometer violencia, rompen con las restricciones psicológicas con las que han sido entrenados. Porque están sobresocializados estas restricciones han sido más limitantes para ellos que para otros; por lo tanto necesitan liberarse de ellas. Pero normalmente justifican su rebelión en términos de valores de la corriente de opinión principal. Si se comprometen en la violencia postulan el estar luchando contra el racismo o algo parecido.

Comprendemos que se pueden poner de realce muchas objeciones al pequeño esbozo precedente. La situación real es compleja, y algo como una descripción completa ocuparía varios volúmenes, incluso si los datos necesarios estuvieran disponibles. Afirmamos sólo haber indicado muy aproximadamente las dos tendencias más importantes en la psicología del progresismo izquierdista moderno.

Los problemas del progresismo son indicativos de los problemas de nuestra sociedad como conjunto. Baja autoestima, tendencias depresivas y derrotismo no están restringidos a la izquierda. Aunque son especialmente notables en ésta, están extendidos en nuestra sociedad. Y la sociedad de hoy trata de socializarnos a un mayor alcance que cualquier sociedad previa. Incluso los expertos nos dicen cómo comer, cómo hacer el amor, cómo educar a nuestros hijos y así sucesivamente.

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