El Fondo de Cultura Económica, fundación y evolución

Jorge Pérez
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5 min readJan 17, 2017

¿Quién no tiene un libro del Fondo de Cultura Económica en su casa? Juan José Arreola solía decir que la editorial había sido “su universidad” (el Juglar cursó hasta tercer año de primaria, pero la lectura lo hizo el gran escritor que se lee en sus “pocos pero doctos libros”). El “FCE” o el “Fondo”, como le decimos “de cariño”, ha sido un motor del pensamiento en México: su labor editorial no tiene comparación en su impacto en la educación y la difusión del conocimiento en México en el siglo XX.

La portada, muy libresca.

El Fondo de Cultura Económica publicó dentro de su colección Libros Sobre Libros la investigación de Javier Garciadiego sobre el propio FCE y La Casa de España, con el título de El Fondo, La Casa y la introducción del pensamiento moderno en México.

Javier Garciadiego es un prestigiado historiador mexicano, cuya bibliografía suma ensayos históricos sobre la cultura, política y los personajes que han marcado la historia de nuestro país. El libro que hoy recomendamos fue fruto del trabajo previo al aniversario número ochenta del FCE, la máxima editorial mexicana: una nota introductoria nos aclara que una parte del texto fue leído en los festejos de dicho aniversario, además de haber sido publicado un adelanto en La Gaceta del propio Fondo.

Libros Sobre Libros es un espacio dentro del amplio catálogo del FCE destinado a acoger las obras que reflexionan o registran la historia de ese extraño objeto del deseo, el libro. Es una colección “escondida” para muchos lectores, pero que guarda varias joyas, libros de grato interés, como éste. El libro relata esa peculiar historia entrelazada que tuvieron las dos instituciones fundadas en México, nutridas de intelectuales provenientes de España. La Guerra Civil española significó el exilio para muchos pensadores del país que se habían formado en otras latitudes del continente.

El libro tiene un apartado iconográfico.

Aunque el FCE nació con una vocación enfocada a los temas económicos, muy pronto se fueron sumando otras áreas del conocimiento: para el autor de El Fondo y La Casa… 1939 fue el año de inflexión. Si bien entre los pocos libros (apenas 13) publicados entre la fundación y 1938 ya se había inaugurado otra colección (la llamada Política y Derecho), para 1939 se abrieron dos nuevos capítulos en el catálogo del FCE: Sociología e Historia (ésta última con la “curaduría” de Wenceslao Roces, también traductor). Poco más tarde llegaría la colección de Filosofía (1942), bajo la dirección de Eugenio Ímaz y José Gaos, quien ejercería de profesor en la UNAM. La misma casa de estudios recibió un proyecto que estaba pensado para engalanar el catálogo del FCE, pero que por temas de presupuesto no se concretó: la publicación de clásicos griegos y latinos, en ediciones bilingües. En la UNAM, la iniciativa cobró vida con el nombre de Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, una colección emblemática y fundamental para todo aquel que desee sumergirse en la lectura y estudio de los clásicos grecolatinos.

Gaos tradujo el complejo El ser y el tiempo de Heidegger.
Un clásico: Paideia de Jaeger.

Luego de la mencionada quintilla de colecciones del FCE, en los cuarenta se crearon las colecciones de Tezontle, Antropología, Psicología y Psicoanálisis, Lengua y Estudios Literarios, Tierra Firme y Ciencia y Tecnología. Al revisar los primeros años de la editorial vemos que la traducción es el elemento clave para tender el puente de las ideas: su catálogo buscaba ofrecer a los estudiantes las obras actuales en las disciplinas. En los temas de sociología y política, es resaltable la actualidad con la que el FCE, con menos de un decenio de funcionamiento ya estaba publicando análisis y reflexiones sobre el nacional-socialismo alemán, en plena guerra.

En su centenar de páginas, este opúsculo nos ofrece un sinfín de anécdotas históricas alrededor de la fundación y los primeros años. Una de ellas, precisamente, tiene que ver con el mencionado conflicto bélico, del cual Garciadiego escribe:

“(…) la admirable labor del Fondo alcanza niveles épicos cuando se constata que algunos autores europeos, como Alfred Weber, pidieron que sus regalías no fueran pagadas en metálico sino en especie, en ‘comida y ropa’, decisión que se explica por la inflación y el desabasto padecido en esos años en Europa”.

El autor agrega, más adelante, “lo más admirable de la historia inicial del Fondo es haber nacido, y sobre todo crecido, en tiempos de crisis espiritual y material; esto es, entre la crisis económica de 1929 y el ascenso del nazismo, y entre la Guerra Civil española y la segunda Guerra Mundial”.

Es también encomiable el crecimiento más allá de las fronteras mexicanas: las filiales del FCE comenzaron pronto, en Argentina llegaron en 1945, nueve años después abrieron la filial en Chile, siete más tarde en Perú y en 1963 en España.

Otro gran clásico: Frazer y La rama dorada.

Otra anécdota curiosa: el libro de William Shea El dólar de plata, primer título publicado, tuvo la traducción del poeta Salvador Novo, de quien Garciadiego rescata sus posteriores comentarios al respecto. Cuando Novo tradujo el libro, éste se “hallaba sin trabajo ni ruta definida (…) y no había aún encontrado un camino de trabajo independiente y personal”, Javier agrega que ni siquiera conservó un ejemplar del tiraje, además de olvidar el contenido del libro.

¿Datos “inútiles” pero curiosos? El capital, de Marx, es un best seller: 138,000 ejemplares impresos, con 14 reimpresiones (es el segundo más vendido, la traducción es de Wenceslao Roces). Otro libro histórico sobre el FCE es Historia de la casa: Fondo de Cultura Económica, 1934–1994, de Víctor Díaz Arciniega, más estadístico y ya un poco alejado de la actualidad por los datos. El de Javier Garciadiego, al ceñirse a la historia de su fundación y primeros años, tendrá mayor vigencia con el paso del tiempo.

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