Ensayos para acercarse a la tierra

Jorge Pérez
+LETRAS
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4 min readJan 31, 2017

The World-Ending Fire: The Essential Wendell Berry (2017) es una antología de ensayos del escritor y granjero Wendell Berry. Resaltó la doble actividad del autor, pues es sustancial de acuerdo a la temática del libro publicado por Allen Lane, sello editorial de Penguin Random House. Berry es un autor atípico dentro de la literatura estadounidense, al dedicarse a la poesía y la ficción y al mismo tiempo trabajar la tierra. Lejos de los reflectores del mundo literario, Wendell “rechazó” el lugar habitual del escritor: enseñaba ya en la Universidad de Nueva York, “la capital literaria de EE.UU.”, pero decidió abandonar su plaza para impartir cátedra en su natal Kentucky, además de hacerse cargo de la granja familiar.

Berry nos cuenta la “sorpresa” de sus colegas neoyorquinos, sorprendidos de que abandonara la vida de ensueño con la que fantasea todo aspirante a escritor: un trabajo en la gran ciudad, publicaciones y vida social en la Gran Manzana; todo esto “rechazado” para mudarse y montar de nuevo una granja, con los recursos más rudimentarios. De alguna manera, los textos de Wendell recuerdan al Walden de Henry David Thoreau.

Para el autor, el sentido de pertenencia a un territorio es vital en la vida de una persona. Uno de los problemas de Estados Unidos, afirma, es la falta de arraigo de sus ciudadanos, comenzando con la migración del campo a la ciudad. Esto provocó que en el siglo XX se adoptara un método de trabajo industrial para la agricultura; pero al producir más se genera el desgaste del suelo, que inevitablemente terminará por producir menos y peor en un futuro. Berry aboga por una agricultura responsable, y “sin ser vegetariano”, también critica los métodos modernos de crianza de animales para el consumo humano: “Me molesta la idea de que un animal fue miserable con tal de alimentarme. Si voy a comer carne, quiero que sea de un animal que vivió una vida placentera, al aire libre, con agua disponible y árboles para que descanse en la sombra”.

Wendell es también una suerte de “detractor” de la tecnología. Quizá exagero al tildarlo de detractor, pero por lo menos sí tiene un dejo de negacionista. Desde el prólogo de Paul Kingsnorth (quien hizo la selección de la antología) nos enteramos de que Berry es un asiduo escritor a mano. Redacta con pluma y papel, para luego transcribir sus textos ayudado de su esposa. El granjero se rehusa tanto al uso del tractor como el de la computadora.

“Por qué no voy a comprar una computadora” se titula uno de sus textos, no exento de polémica. En él justifica sus razones para no utilizar un tractor (y seguir usando caballos) y escribir con papel. Se declara enemigo de las empresas que suministran energía, aunque esté en cierta medida “atado a ellas”. El texto se publicó en la revista Harper’s, y levantó ámpula: fue tachado de machista (por la ayuda de su esposa para transcribir sus creaciones) y de hipócrita (por publicar en medios que aceptan publicidad de empresas). Para beneplácito de los trols, el libro incluye esas respuestas, al igual que la contrarréplica de Wendell.

En ese texto aparece un casi decálogo de las herramientas, del cual rescato algunos puntos:

  • Una nueva herramienta ha de ser más barata que la que reemplaza
  • Debe ser por lo menos igual de pequeña
  • Debe trabajar claramente mejor
  • Debe utilizar menos energía
  • Si es posible, energía solar
  • Debe de ser reparable por cualquier persona con una inteligencia promedio que tenga las herramientas para arreglarla
  • No debe remplazar o irrumpir en algo bueno que ya existe.

Según sus puntos, entonces, una computadora no podría remplazar pluma y papel, si se usara sólo para escribir.

Como ya se imaginarán los lectores, Berry es un defensor del consumo local. Aunque no hay que confundir su postura con la moda actual: él lleva medio siglo con ese estilo de vida. En una entrevista reciente (ya no en el libro), Wendell se dice sorprendido, pues nunca esperó llegar a ver una tendencia citadina de “consumo local” y huertos urbanos. Eso sí (ya en el libro), comenta que quienes abogan actualmente por “la tierra” y se preocupan por el cambio climático y el medio ambiente son precisamente las personas que ya no tienen “tierra”, que ya están enclavadas en la ciudad. Pero no todo está perdido: para “comer saludable y responsablemente”, Berry enlista una serie de consejos, que resumo:

  • Participa en la producción de comida… “Sólo al cosechar uno mismo la comida podemos familiarizarnos con el bello ciclo de energía que va del suelo a la semilla, de la flor al fruto”
  • Prepara tu propia comida, “Esto te permitirá gastar menos, además de que tendrás un control de calidad”
  • Busca sobre los orígenes de la comida que compras, y compra lo que se produzca más cerca de tu hogar
  • Si es posible, trata directo con el granjero
  • Entérate, a manera de autodefensa, sobre la economía y tecnología de la producción de alimentos. Hay cosas que no son comida que se la añaden a la comida, ¿cuál es el costo de esas añadiduras?

Algunas de las posturas de Berry pueden sonar arcaicas; escribo esto desde una computadora y lo publicaré en línea, también leí el libro en su versión electrónica. Sin embargo, mucho de su contenido es actual, como la necesidad de acercarnos a la tierra (no precisamente el asfalto) o los problemas ecológicos que atrae la “bonanza” en la agricultura moderna.

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