Vaciar la memoria

Sobre recuerdos, asociaciones y fotografías mentales con Margo Glantz

Daniela Razo
+LETRAS
4 min readOct 3, 2016

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Margo Glantz. Guadalajara, 2014. Foto: El Informador

Me acuerdo que cuando comencé a leer Yo también me acuerdo de Margo Glantz iba en el camión rumbo a mi casa. Había terminado mis ocho divertidas horas en la oficina, tenía en mi organismo un litro y medio de cafeína y… sí, me sentía de muy buen humor. Toparme con los recuerdos de Margo, Margarita, fue sólo la cereza del pastel.

Esta especie de autobiografía (y digo especie de porque el relato no sigue el orden cronológico que una autobiografía debería… en absoluto) es un ejercicio que emula lo hecho por el francés George Perec Je me souviens en 1978, que a su vez emulaba el I Remember del estadounidense Joe Brainard. Como escritora y como viajera que es (no es secreto, ella misma se define así, además de periodista, académica, profesora y coleccionista –no necesariamente en ese orden–), Glantz también recuerda muchas cosas de su vida y decidió compartirlas en este libro de casi 400 páginas, publicado por la Editorial Sexto Piso en 2014.

“Me acuerdo que empecé a escribir este libro cuando Rodrigo Hasbún me pidió que redactara diecisiete textos empezando con las palabras Me acuerdo, como en los libros de ese nombre que escribieron Joe Brainard y George Perec”.

Esta narración, de pequeños párrafos que pudieran ser apotegmas o aforismos, o ambos, por separado o combinado, es un viaje a través de la memoria de Margo Glantz: un breve vistazo a los lugares, tiempos y personas que la escritora mexicana ha conocido.

¿Recuerdan esa cosa donde Harry Potter veía los recuerdos de las personas? Este libro es mucho mejor.

“Me acuerdo que he viajado en tren, en avión, en autobús, en barco y de aventón en las carreteras europeas”.

Dicen que recordar es vivir. Hoy en día, buscamos mantener las memorias con algo tangible, sea una foto o un objeto que nos devuelva a aquellos tiempos. Compramos frasquitos de arena de playa, llaveros, plumas con la leyenda “Recuerdo de…” y llenamos decenas de álbumes con fotografías. Aunque bueno, es el siglo XXI, todas nuestras fotografías están organizadas en Facebook (a la cual también recordar, por cierto).

Sin embargo, para algunos la mejor manera de conservarlos es escribiendo, como es el caso de Margo, quien se acuerda “que cuando viajo no tomo fotografías, escribo diarios”. La memoria de la escritora está en las letras, en todo lo que ha escrito y lo que sigue escribiendo (pronto saldrá a la venta su nueva creación, Por breve herida, también editado por Sexto Piso), y deberíamos considerar como un privilegio poder voltear hacia los álbumes de Glantz Shapiro.

“Me acuerdo que nunca me canso de oír a Billie Holliday. Me da el blues cuando oigo Gloomy Sunday”.

En lo que respecta a Yo también me acuerdo, la viajera y coleccionista voltea al pasado, al pasado pasado y al no tan pasado, y vuelca en las hojas en blanco un sinfín de recuerdos sobre temas muy variados. Libros, viajes, familia… de una vida llena de vida, enérgica y vívida.

Este álbum se asemeja más a un collage de recuerdos, todos unidos libremente, en el orden en que las ideas han fluido. Margo Glantz es tan artística como sólo puede serse cuando se juega con la memoria de uno mismo, y es divertida, sencilla y fiel a sí misma. Sin duda, es un placer poder leerla; y más aún no limitarse a sus textos publicados, sino seguir leyéndola a través de Twitter (¡Margo es más millennial que yo, oigan!).

“Me acuerdo que me gustaría que mis quejas fueran oídas, en este país donde hay causas pero no efectos”.

“Me acuerdo que el vicio de tuitear me ha ocasionado problemas en los ojos: fui a un oftalmólogo, era pediatra, sesión épica”.

“Me acuerdo que revisé con atención el atuendo de Kate Middleton, la duquesa de Cambridge, cuando bautizó a su hijito real”.

“Me acuerdo que Tito Monterroso escribió que el dinosaurio todavía estaba allí”.

La nostalgia no falta en libros como éste. El viaje por la memoria es acompañado por el recuerdo de lo que sentimos en ese entonces, e inevitablemente termina en el añoro de volver a vivir momentos como ése.

En casi 400 páginas, Glantz nos muestra lo bonito que es recordar, pero más bonito vivir. Con ese estilo conciso que la caracteriza, introspectivo y divertido, la narradora nos invita a adentrarnos en estos momentos de su memoria, que son pocos e insuficientes, al menos para lectores como yo.

“Me acuerdo que tengo que acordarme de muchas cosas para seguir escribiendo este texto”.

Cuando Margo Glantz ganó el Premio FIL de Literatura en 2011. Foto: El Informador

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Daniela Razo
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Escribo porque solo así me entiendo. A veces.