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5 min readJul 20, 2015

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Multiplicidad, genealogía e historia. La influencia de Nietzsche

por Nahuel Muñoz

“Habría que hablar de Biopolitica para designar lo que hace entrar a la vida y sus mecanismos en el dominio de los cálculos explícitos y convierte al poder-saber en un agente de transformación de la vida humana”.[1] Michel Foucault.

“Las fuerzas presentes en la historia no obedecen ni a un destino ni a una mecánica, sino al azar de la lucha.”[2] F. Nietzsche

El esquema sobre el que vamos a desarrollar nuestro trabajo presupone una serie de conceptos diferentes al modo convencional sobre el que se sienta la ciencia, uno de ellos es el concepto de “Historia”. Una primera insinuación de ello puede encontrarse en la introducción, especialmente, cuando se habla de relaciones de fuerza. Este trabajo no sólo adhiere a tal concepto sino que además, lo presupone, dado que en el encuentra su basamento para otra forma de pensar la historia, no como un hecho consagrado, con sentido, coherencia y lógica progresiva sino más bien, como lucha encarnizada, relaciones, recortes y ditirambos sucedáneos. Lo que Foucault realiza es una genealogía cuya influencia directa es el pensamiento nietzscheano. Y, ¿Qué entiende por genealogía? Se trata de la historia en tanto que carnaval concertado.[3] Justamente de ello se trata, no de retrotraernos a un origen –que posiblemente nunca existió– sino de develar las luchas, los recortes y las configuraciones que a modo de efecto producen verdad y saber. En este sentido, estas formas son las máscaras de las que la humanidad se fue sirviendo para confeccionarse una historia. La empresa que Nietzsche denuncia y que Foucault prosigue, tiene el fin de “liberar al hombre y no dejarle otro origen que aquel en el que él mismo quiera reconocerse”.[4]

La genealogía tiene la tarea de percibir procesos singulares desde una perspectiva no finalista. No se trata de encontrar un origen y señalar su distancia actual, sino de comprender las diferentes escenas, las formas de relacionarse, los recortes y la manera en la que se fue construyendo –también a través de los silencios– el discurso que nosotros conocemos, finalisticamente, como historia. Como dice Foucault: “Se opone por el contrario al despliegue metahistórico de las significaciones ideales y de los teleológicos. Se opone a la búsqueda del “origen”.[5]

Anteriormente remarcamos que la influencia directa es Nietzsche. Un pensador que, según Foucault descarta la búsqueda del origen para explicar a partir de una esencia perdida y la revindica como método para develar mascaras, para encontrar en el (origen) una primera identidad. Lo que encontramos en el origen no es una identidad preservada, es decir más pura, sino más bien, la dispersión, la discordia y el azar. Se trata de reírse de las solemnidades del origen.[6] Si el origen no es solemne, sino más bien irónico, irrisorio, azaroso, tampoco puede derivar de él una verdad. Este pensamiento derriba, también, aquel postulado que concibe al origen como el lugar de la verdad. Es decir, que se trata de develar y desentrañar una posible articulación –que generalmente aceptamos como valedera– entre la verdad de un origen y la articulación de un discurso veraz. La zona es gris, no hay origen, ni tampoco verdad en el inicio. Se trata de “abandonar una búsqueda adolescente de la verdad”.[7] Hacer genealogía de los valores significa eso, ocuparse de las singularidades y meticulosidades de los comienzos; revolver los fondos, ver el surgir de las máscaras, contemplar las multiplicidades que en ella operaron y que se erigen como diferentes posibilidades, descartar la historia que contempla la quimera del origen y remontar al laberinto.

El termino que Foucault toma de Nietzsche y que, según él, entiende que es el que explica el proyecto genealógico, es Herkunft el cual traduce como fuente, procedencia.[8] Desestimando la controversias raciales a las que el termino, (en una maniquea o pobre interpretación se puede prestar) permite percibir las sutilezas y las marcas que se entrecruzaron para formar la raíz que es difícil de desentrañar; “La procedencia permite también encontrar bajo el aspecto único de un carácter, o de un concepto, la proliferación de sucesos a través de los cuales (gracias a los cuales, contra los cuales) se han formado.” [9] La procedencia marca lo que pasó y señala las dispersiones, accidentes, rarezas y recortes de lo cual el (hecho) es producto/efecto. Se trata de comprender que lo que nosotros conocemos como origen no es la verdad del ser sino la exterioridad primera de la lucha y el azar (en cierto sentido un accidente). Por lo tanto, la genealogía como procedencia no acumula saber ni solidifica, se trata de una dinámica que marca pliegues y cesuras, la procedencia exterioriza el accidente del origen y abre la pura posibilidad, hacia delante de las discontinuidades del devenir. No funda sino que remueve, fragmenta y muestra la heterogeneidad.

El otro concepto que Foucault utiliza de Nietzsche al referirse a la genealogía es Entstehung el cual traduce como emergencia, punto de surgimiento. [10] Este punto le permite introducir de lleno las problemática de la dominación. En la genealogía como emergencia se escenifica un campo de contienda en donde se desarrolla la lucha entre una incipiente fuerza con voluntad de dominio y la fuerza reactiva. Es decir que reproduce la dinámica de relaciones con un contingente que se erige como efecto de relaciones anteriores y cuya voluntad es la de dominio. La emergencia pone en escena un conflicto perpetuo, donde confluyen ambas fuerzas y se miden; es el espacio donde se reparten e intercambian amenazas y palabras, el campo donde se desenvuelve el enfrentamiento y se definen procedimientos. Las jerarquías se legitiman en estos campos de manera permanente, esto es; de dominación en dominación. Es en este proceso donde las reglas –que ya no tienen fundamento lógico sino que son residuos de la lucha– se instrumentalizan, se usan, se interpretan. “Y la genealogía debe ser su historia: historia de las morales, de los ideales, de los conceptos metafísicos, historia del concepto de libertad o de la vida ascética como emergencia de diferentes interpretaciones. La genealogía trata de hacerlos aparecer como sucesos en el teatro de los procedimientos.” [11]

Dos son las interpretaciones que Foucault señala como importantes de su proyecto genealógico y de alguna medida se las apropia, las interpreta. La procedencia y la emergencia cohabitan como legados nietzscheanos en la obra de Foucault y constituyen herramientas necesarias para detectar los recortes y las singularidades perdidas, es decir que le permite hacer historia, convertirse en su amo, dejando de lado aquella supra-historia (a la que se nos tiene tan acostumbrados) que le da sentido y linealidad.

[1] Foucault, Michel. Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber. Siglo XXI editores, Buenos Aires, Argentina. Pág. 135.

[2] Nietzsche, Friedrich. Genealogía de la moral, trad. Andrés Sánchez Pascual, editorial Alianza, Madrid, 1994. (II,12)

[3] Foucault, Michel. Nietzsche, la genealogía, la historia, en “Microfísica del poder”, ediciones La Piqueta, Madrid, 1992. págs. 5–29.

[4] Ibidem, pág. 28.

[5] Ibidem, pág. 6.

[6] Ibidem, pág. 8.

[7] Ibidem, pág. 9.

[8] Ibidem, pág. 10.

[9] Ibidem, pág. 11.

[10] Ibídem, pág. 13.

[11] Ibidem, pág. 17.

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