Crecer como millennial

Victoria147
Life & Culture
Published in
3 min readAug 20, 2018

Por Helena Moreno Diaz

Soy una “pequeña millennial”, por mi estatura y por la generación a la que pertenezco, y la verdad es que jamás me había sentido tan parte de este grupo como hace unos meses cuando emprendí una aventura por Europa con un par de amigos y me gané este apodo.

Hay algo en lo que creo y en lo que coincido con la mayoría de mi generación, y es precisamente en esa debilidad por viajar, por abrirnos a lo nuevo y vivir experiencias extraordinarias. En mi caso desde que tengo uso de razón siempre quise conocer Europa y hace menos de un mes tuve la oportunidad de hacerlo junto a un grupo de amigos con los que comparto la misma edad, un año más, un año menos, pero todos millennials.

Estuvimos cerca de un mes recorriendo las calles de algunas de las ciudades más emblemáticas de este continente. Nos enfrentamos a otro mundo y se convirtió en una experiencia que cambió mi vida en muchos aspectos.

Para ponerlos en contexto, los millennials somos un grupo de personas que nos hicimos adultas con el cambio de milenio, en una época de auge económico, y un desarrollo tecnológico vertiginoso. La mayoría nacimos entre 1981 y 1995, algunos de nuestros antecesores nos describen como una generación fallida, egoísta, pretenciosa y llena de flojos.

Gran parte de nuestras relaciones están sostenidas por dispositivos móviles y muchos nos hemos vuelto totalmente dependientes de nuestros celulares y computadores, no necesariamente por un tema laboral o de estricta necesidad, sino por nuestro aparente bienestar psicológico.

Fuimos criados como personas especiales, bajo la creencia de lograr lo que deseamos y con una debilidad por el reconocimiento permanente en redes sociales para lograr esa falsa sensación de bienestar.

Por otro lado, somos impacientes, tenemos una percepción distinta del tiempo y sentimos que debemos obtener logros rápidamente. Queremos tiempo para viajar, hacer vida social, salir y divertirnos, pero cuando llegamos a un lugar que elimina esta posibilidad nos sentimos frustrados y profundamente infelices.

Andamos por la vida defendiendo nuestros ideales y estamos en contra de las formas tradicionales de vida. Nos encantan las oportunidades, sobre todo cuando son creadas por nosotros mismos, ya que internet nos demuestra cada día que existen otras formas de vivir, de acercarnos a la educación, al trabajo y al consumo. Disfrutamos de la soledad, la independencia y el individualismo, sin embargo, cuando hay una causa podemos unirnos y comprometernos.

Volviendo al tema de mi apodo y de mi viaje, imagínense por un segundo todas estas particularidades reunidas en un mismo espacio durante un mes. De sólo pensarlo suena complicado. Ahora súmenle la personalidad de cinco personas que por obvias razones son un universo único y bastante complejo. Al final todo parecería un caos, y la verdad es que lo fue, pero muy a su modo.

Como les dije al inicio, este viaje significó la oportunidad de crecer en muchos aspectos de mi vida, me hizo entender cómo funciona el mundo real, no ese que tu familia crea para ti, sino el verdad, el que muchas veces puede ser cruel y despiadado. Al final puedo decir que esta aventura europea abrió mis ojos por completo y me hizo apropiarme más a la generación a la que pertenezco y amarla más que nunca.

Descubrí que me siento orgullosa de lo que soy, de lo que defiendo, de cómo veo y vivo la vida. Todo esto me llevó a pensar que no importa cuánto te juzguen por vivir conectado a tu celular o por tus ideales, tus gustos o la constante lucha que enfrentas diariamente por hacer las cosas de una manera diferente. Todo se trata de respetar, de entender y valorar que en la diferencia también hay grandeza, nunca antes había sido tan feliz como hace un mes cuando me llamaron pequeña millennial.

Helena tiene 23 años y es egresada de comunicación social con énfasis organizacional en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. Instagram: @Helenamorenodiaz Facebook: @Helenamorenodiaz

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