India

Alejandro Santa Lucia
Lippo por Liebre
Published in
2 min readMay 28, 2020

Te odio india

Odio a tus vendedores.

Odio que no tengas veredas.

Odio tus motos, tus carros, tus autos, sus bocinas ruidosas a más no poder, manejando tan descontrolados, anárquicos. Odio tener que cuidarme yo de ellos, para que no me pisen. Odio que respeten más a una vaca que a mí.

Odio a tus vacas, gordas, hediondas, sagradas. Odio que bañen las calles de mierda. Odio a esas mujeres bendiciéndose las unas a las otras con tu meo fresco.

Te odio Vaca.

Odio tu basura, que lo cubre todo, odio tus olores a caca, a sahumerio, a putrefacción.

Odio tu aire, tan viciado, tan contaminado, tan lleno de humo y vapores y cenizas y polvo, tan irrespirable.

Odio tu sol y tu cielo, siempre borroso, siempre triste, pegajoso, agobiante.

Te odio India.

Odio tu comida, picante, insalubre, asquerosa. Odio tus cocinas llenas de ratas.

Odio tu ejercito de mendigos, lisiados, vagabundos, niños famélicos con caras desencajadas, que viven acá, en este suelo tan ruin, entre la mugre y los perros descascarados por la sarna, acosándonos, no de a uno, no de a diez, de a cien al mismo tiempo. Odio sus tachos plateados para pedir limosnas, odio sus vidas tan inhumanas, odio su sufrimiento, su injusticia.

Odio sus miradas, tan inquisidoras.

Odio sus estaciones de trenes, sus policías de tránsito, sus empleados, sus filas, sus salas de espera.

Odio su religión, llena de dioses bizarros y estúpidos, odio sus creencias, odio esa fe ciega que es causa y consecuencia de este escenario post-apocaliptico, que es el origen y el fin de este círculo vicioso de esperanza y miseria.

Odio tu Ganges, lleno de peces y barcos, lleno de basura y flores, lleno de personas y pestes, lleno de mitos y huesos. Odio tus aguas turbias. Odio ese cuerpo, flotando de espaldas, rio abajo, a centímetros de nuestro bote.

Te odio rio.

Odio esta habitación húmeda de hotel, odio el ruido que llega desde la calle, odio a los monos que se acicalan en mi balcón, odio esta noche agitada en Varanasi, estas paredes rosadas, estas cortinas mugrientas, este baño precario, este intento de colchón.

Odio el ser que soy estando acá, odio la persona en la que me convertiste, odio no poder controlar esta ira que me cierra la garganta.

Pero por sobre todas las cosas, por encima de todos estos males, lo que más odio me genera es la intuición… más bien el saber… que en realidad, pueda que yo sea éste, el que está escribiendo estas líneas… y no aquel, que creía poder manejarlo todo.

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