Antiguamente ayer

los momentos y dolores
no se acotan, ni se cansan.

Ayer me rompí la cabeza,
en mis jugarretas de niño,
lloraba con la voz limpia
y hoy por la mañana
amanezco tosiendo,
hablando por debajo
de plomos algodones.

Con un crecimiento
de pasado a presente,
de pasado a otro pasado.

Un recuerdo de ayer,
amigo de mi feto,
o amigo del gesto primero,
de nuestro único y verdadero gesto
el gesto creador.

De un golpe ya estoy asimilando mi luz,
acompañada de su correspondiente túnel.

Así me doy cuenta
que no me intermedia nada,
ningun aparato,
ni sicología, porque
no hay divisiones para el tiempo.

Mis manos y mi piel
van amaneciendo,
van con otras tallas,
pero siguen perfumando
su hermoso gen.

Los recuerdos se topan desorientados,
trenzados por alguna ley.

Tal vez, un pasado de minuto
Me enseña algo.
O la semana de segundo
que apresura en la vertical
deja moraleja,

moraleja que ahora desconfío
desconfío por la fecha.

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