El parque central.

Amores perros.

Soledad Castro
El Laboratorio de Letras

--

¿Nos recuerdas? Corriendo por el parque central, gritando como locos, tratando de cazarnos uno al otro. La gente nos miraba como si estuviéramos chiflados, quizá lo estábamos, tan locos como aquel hombre que hablaba solo, al que siempre saludábamos, y nos respondía con una mirada dulce, pero realmente perdida.

Mi madre siempre nos decía que un día nos íbamos a matar, no tenía claro quien mataría a quien primero, pero estaba segura que esto no iba a durar por mucho tiempo.

Cuando te vi de aquella manera tan sombría, mirándome fríamente, con la mirada perdida, supe que ese día había llegado, y quien debía morir primero era yo. Nunca supe que pasó después, hasta el día de hoy trato de recordarlo, pero ni siquiera las terapias me han ayudado a recordarlo, supongo que jamás lo haré, porque no quiero revivir el momento en el que vi a mi propio hermano con un cuchillo en la mano tratando de apuñalarme como si fuera un animal.

Todos los días de mi vida seguiré preguntándome por qué trataste de hacerlo, por qué quisiste alejarme de ti después de que corríamos y chillábamos por el parque central.

Después de que todos nos consideraban unos chiflados, locos de amor el uno por el otro…pero no ese amor que todos describen, el amor de pareja, sino aquel amor incondicional que no tiene límites, aquel amor que todos envidian.
Finalmente tenían razón, era un amor loco, un amor enfermo que fue capaz de arriesgarse a matar por tener la pertenencia del otro.

Te vuelvo a preguntar: ¿nos recuerdas? Yo ya no te recuerdo como antes, aquí hace frío y está oscuro, no es como dijeron que sería, no veo ni a mis abuelos ni a mi padre, sólo veo mi soledad, esa que no me deja de remover la conciencia. Sé que un día nos volveremos a ver, pero será en el infierno seguro., porque para mi ya no existe el cielo. Tantas cosas buenas que hice, y todas se vieron opacadas por tratar de defenderme, y ¿para qué? Para sentirme sola, para no poder ver a nadie nunca más.

¿Qué será de ti? ¿Andarás vagando por ahí o estarás muerto y enterrado? Nadie me ha contado nada sobre ti nunca más, creo que si no estás muerto realmente, para todos sí lo estás, porque tu nombre ya no retumba en estas pareces.

Un día cuando caminaba por la ciudad escuché a aquel hombre loco que nos miraba dulcemente, ya no podía verlo, pero escuché que hablaba de un gran amor que tuvo, que lo enfermó, que hizo que comenzaran a llamarlo loco. Supongo que he sido el único ser que se ha dignado a escuchar su historia.

Era un amor tan digno de ser admirado, un amor de hermanos. Me recordó un poco a ti, pero cuando comenzó a contar sobre cómo había tratado de matar a su hermana por tener pareja lo comprendí todo, aquel viejo ya no era un loco cualquiera, eras tú. Y aquellas veces que nos miró dulcemente, yo sólo corría por el parque central con tu recuerdo.

--

--