Orgullo.

“Corney siempre fue mejor jugador de ajedrez, que pirata.”

Carles Xavier
El Laboratorio de Letras

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-¡Capitán! Ya tiene todo preparado.

El pirata Sir Cornelius O’Beer deja de balancearse entre barriles de cerveza y se levanta con la calma característica que puede tener alguien de su prestigio social.

-Hoy juegas tú, Dirk.

Entran los dos en la bodega y Sir Cornelius, Corney para los amigos, aunque nunca los tuvo; observa lo bien preparado que está el barril de ron, con el ajedrez personalizado en la tapa de éste. Los peones son monedas del último botín conseguido en la Isla de Jamacuco, situada al sureste de la actual dirección del galeón. Los saleros los utilizan de torres y los moledores de pimienta como alfiles. De los barriles ya terminados, tallan los tapones de corcho cuidadosamente para hacer los caballos. Para Corney, la mejor forma de representar la Reina, es con un anillo. Le vale cualquiera de los muchos conseguidos asaltando pueblos costeros. Y como rey, encontraron unas figuras de piedra mucho mejor trabajadas que las del caballo de corcho, en una cueva en la que perdió a tres de sus hombres por mordeduras de rata.

Sentados uno delante del otro, Dirk mira con sus dos ojos, siendo el único que los conservaba de la tripulación, al ojo izquierdo de su superior. Quiere ser el primero en derrotar a O’Beer. Nadie antes lo ha conseguido. Y no por dejarse ganar. Más bien, porque Corney es mejor jugador de ajedrez que pirata. Siempre establece una norma: No vale retirarse. Por lo que las 138 victorias que posee, son terminadas a Jaque Mate.

La partida empieza. Oro primero, en este caso y en todos los demás, el color de Corney. Dirk lleva las fichas bronce. El primero en matar, es el capitán. Su caballo de corcho derroca al salero de su rival. Pero Dirk contesta rápidamente, llevando al otro extremo del tablero un moledor y elimina una de las monedas de Jamacuco. De pronto, el galeón empieza a tambalearse y se oye un grito:

-¡Nos atacan capitán!

Dirk se levanta para ir a ayudar cuando Corney da un golpe en el barril.

-¡No vale retirarse!
- Disculpe Sir Cornelius, pero si no salimos de aquí, acabarán todos muertos y nosotros también. Y no hablemos de las recompensas que tenemos…
- ¡¡De aquí no se mueve nadie!! ¡¡Siéntate y termina la partida!! A no ser que quieras dejar de ser el único con dos ojos…

Con asombro, rabia y sin entenderlo, Dirk vuelve a sentarse. Y se reanuda el baile de piezas en el tablero. Moneda de oro mata a caballo de corcho del capitán. Afuera gritos. Salero mata a moledor del capitán. Se oye la lucha de espadas del exterior. Corney va por debajo en número, y a continuación no hay bajas, sólo movimientos estratégicos. El galeón retumba por todos lados a causa de un cañonazo enemigo. En un momento, Dirk pierde el único salero que le quedaba, un caballo y por falta de concentración, el anillo. Desde la bodega, se puede oler la sangre. Dirk empieza a perder monedas, por lo que no ve remontada posible y de nuevo, se levanta. Sin embargo, antes de estar totalmente incorporado, tiene la pistola de Corney entre ceja y ceja.

-O terminas partida, o seré yo quien acabe contigo en lugar de ellos.
Dirk consigue eliminar los saleros del capitán, como últimas bajas por su cuenta. Desde ese momento, Corney sólo necesita atacar una vez más a causa de una jugada de novato del rival y su rey está a punto de terminar con el otro.

La puerta de la bodega se abre de golpe mientras Sir Cornelius coge su estatuilla para ir a por la 139º victoria. Un arquero de lejos, con la flecha ya cargada, dispara. Los reyes empiezan a chocar. La flecha atraviesa el ojo derecho de Dirk. El rey de Corney ha tumbado al contrario. Dirk cae de espaldas al suelo. La partida ya ha sido conquistada. El enemigo, recarga el arco. Sir Cornelius O’Beer se levanta pausadamente mientras mira al infinito. Otra flecha vuelve a cortar el viento.

- Jaque Mate.

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Carles Xavier
El Laboratorio de Letras

En mi imaginación soy muchas cosas. En la vida real, Ingeniero Informático.