Las Big Tech y su apuesta por el cuidado de la salud

Ingrid Briggiler
Llamando al Doctor
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4 min readSep 25, 2019
Studio Ianus (CC BY-NC-ND 4.0)

La industria del cuidado de la salud es una de las más importantes del mundo y una en la que la innovación suele llegar a paso glacial. Es por esto que en la última década nos tocó ver cómo empresas que crecieron en la industria tecnológica fueron animándose con diversas propuestas que aúnan desarrollos tecnológicos con medicina.

Sin embargo, tiene mucho sentido desde un punto de vista económico: en prácticamente todo el mundo la industria del cuidado de la salud representa un gasto que a veces roza el 20% del PBI. Al mismo tiempo, es una industria particularmente ineficiente, con sobradas oportunidades para mejorar. Eso no significa otra cosa que enormes oportunidades para mejorarle la vida a millones de personas, y hacer mucho dinero. Por último, el tipo de desafíos que presenta esta industria deja espacio de sobra para el desarrollo de productos, sin necesariamente competir directamente.

Las grandes empresas tecnológicas esto lo vieron hace tiempo y lentamente fueron consiguiendo los recursos para abordar de lleno el mercado. Más que en lo tecnológico el desafío siempre estuvo en lo creativo. Es por eso que Amazon, Alphabet (Google), Apple, Microsoft, e incluso Uber — coloquialmente conocidas como Big Tech — han constituido sus propias empresas subsidiarias para atacar un problema a la vez y desembarcar en un terreno desconocido.

Google, ahora Alphabet, fue una de las primeras compañías tecnológicas en apostar fuerte por soluciones para el cuidado de la salud. Desde 2009 ha invertido en al menos 60 empresas vinculadas a la medicina, cuyos esfuerzos van desde la genética (23andme) hasta la telemedicina (Doctor on Demand), y entre 2013 y 2017 han obtenido casi 200 patentes relacionadas a la salud.

Entre toda esta diversidad de esfuerzos se destacan Verily, que en asociación con varias empresas bien establecidas investiga para el desarrollo de tecnología de monitoreo de signos vitales y genética, y Calico, cuya misión es investigar acerca de la vejez y cómo revertirla para extender la expectativa de vida humana, con un abultado presupuesto de 1,5 mil millones de dólares y unos cien empleados. Amazon, por su parte, puso su foco en donde tiene mayor experiencia — logística y distribución — con la adquisición de PillPack, un servicio de farmacia en línea que envía los medicamentos que son recetados una vez al mes. A esto se le suma el inmenso éxito de Amazon en el análisis de datos y el armado de infraestructura de redes, que calza naturalmente con la oferta de soluciones de historias clínicas electrónicas, un nicho en donde tiene todas las de ganar.

Precisamente en torno a las historias clínicas es que Apple se enfocó también en años recientes. En 2018 se incorporó a Apple Health, la app que centraliza el cuidado de la salud en el ecosistema de Apple, la posibilidad de vincular nuestra identidad con nuestra historia clínica si nos atendemos en alguno de los hospitales que llegaron a un acuerdo. Además, Apple logró certificar con la FDA estadounidense una nueva característica de su reloj inteligente: la posibilidad de hacer electrocardiogramas.

Esta última característica, sin embargo, no está a la altura de los instrumentos profesionales. En el caso del ECG del Apple Watch, varios expertos han señalado que los falsos positivos del dispositivo bien podrían causar más daño que otra cosa e incluso hacer que las guardias vean un aumento innecesario de visitas.

Quizás una de las empresas que más nos sorprenda encontrar invirtiendo en soluciones vinculadas a la industria de la salud es Uber. En marzo de este año se lanzó Uber Health que le permite a los proveedores de servicios de salud pedir viajes para pacientes o sus cuidadores. La idea no es reemplazar a las ambulancias, aunque muchos señalan que en algunos casos podría ser mejor: cuestan miles de dólares y muchas veces no las cubren las aseguradoras médicas.

Lo que Uber identificó es el negocio de tres mil millones de dólares que supone el transporte médico no urgente, del que dependen muchas personas que no pueden manejar y necesitan llegar a un hospital. Aún queda ver cómo Uber se adapta a este nuevo segmento, en donde cuestiones como la accesibilidad no son un extra sino indispensables.

Cabe mencionar que aunque Alphabet encabeza este breve repaso se distingue del resto por un motivo fundamental: antes que en productos para lanzar al mercado en lo que trabajan sus empresas es principalmente en investigación. Desde el uso de algoritmos de inteligencia artificial para el análisis de historias clínicas, diagnóstico por imágenes e incluso reconocimiento de voz, hasta el estudio del sueño o el análisis genético, en lo que Alphabet confía es en primero avanzar el estado del arte de las ciencias médicas y luego resolver cómo convertir eso en productos.

Creo que lo más interesante de todos estos esfuerzos es que mueven a empresas con modelos de negocios e intereses muchas veces bien delimitados a aventurarse en territorio desconocido con un límite muy claro: el juramento hipocrático.

Ingrid Briggiler es founder y CEO de Llamando al Doctor, aplicación de telemedicina que facilita la comunicación entre pacientes y médicos a través de videollamadas.

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Ingrid Briggiler
Llamando al Doctor

Emprendedora. Tocoginecóloga. Fundadora y CEO de @LlamandoAlDr Vivo dándole forma a la idea que cambiará el mundo ingrid@llamandoaldoctor.com