La disrupción femenina y la “economía de la vagina”

Ingrid Briggiler
Llamando al Doctor
Published in
4 min readOct 16, 2019
Woman — Liberate the Pattern Series” by Stephanie Medeiros (CC BY-NC-ND 4.0)

Los hombres por lo general saben muy poco, o nada, de las experiencias que las mujeres tienen con sus cuerpos. Aunque asuntos como la disfunción eréctil o los sueños húmedos son moneda corriente en chistes y escenas de series de televisión, muy rara vez se escuchan comentarios acerca de incontinencia urinaria, sequedad vaginal o incluso el orgasmo femenino. Por algún extraño motivo son estos últimos temas los que quedan vedados detrás de una preocupación por los buenos modales o la supuesta decencia.

Esto bien podría ser una curiosidad, o una mera demostración de ignorancia común y corriente, si no fuera porque la vasta mayoría de los productos orientados a las personas que tienen vagina están diseñados, financiados y fabricados por personas que no tienen una. Esta ignorancia, entonces, se ve potenciada por el silencio al que estos asuntos son condenados.

La salud femenina y, en particular, los productos para la gestión menstrual son un campo médico en el que hubo un particular retraso en la innovación y desarrollo de productos. Desde los aplicadores de tampones (que son iguales a los que se usaban en 1930) hasta el espéculo — el dispositivo con el cual se examinan las vaginas — que desde hace casi 200 años no era modernizado.

En respuesta a este tipo de situaciones es que se fue gestando una “vagina economy” o “economía de la vagina” en Silicon Valley. Se trata de startups cuya motivación suele ser similar: atender problemas específicos de las mujeres o personas con vagina que la industria suele dejar de lado aprovechando el mercado muchas veces desestimado por otras empresas.

Polly Rodriguez, cofundadora de la empresa de salud sexual Unbound, comenzó su empresa tratando de atender la pésima experiencia de compra que los productos vinculados a la sexualidad suelen tener. Joanna Griffiths, fundadora y CEO de la marca de lencería Knix, se encontró con un panorama similar cuando quiso comprar productos para la incontinencia urinaria, algo que afecta a una de cada tres mujeres durante o luego del embarazo. Su respuesta fue diseñar ropa interior absorbente.

Los logros de estas emprendedoras son particularmente impactantes cuando notamos que la mayoría de inversores son varones que poco o nada conocen de las situaciones específicas que estas empresas atienden. Dado el estigma del tabú sobre temas como la menstruación o la incontinencia urinaria hacer ciertos estudios de mercado puede ser más complejo que para otro tipo de productos.

A esto también se le suma que muchos bancos no quieren invertir en productos relacionados al sexo, incluso cuando estos se relacionan más con la salud que con otra cosa. Por ejemplo, hay muchas reglas que restringen la posibilidad de hacer publicidad. Lo que muchas de estas fundadoras reconocieron es que no poder hacer publicidad podía dar una ventaja competitiva en sus precios y es por esto que productos de este tipo suelen venderse en esquemas de comisión por referir la marca a una persona que conozcamos.

Y es en las densas tramas de personas interesadas en estos productos, que muchas veces y de forma orgánica se convierten en promotoras de los mismos, se forman vastas colecciones de información que nadie más tiene. Lo que sucede con nichos de mercado largamente ignorados es que emprender en ellos implica aventurarse en lo desconocido. Pero la recompensa es lograr un nivel de entendimiento de los clientes de la que ninguna otra empresa puede jactarse.

Por ejemplo, muchas de estas empresas tienen relación con personas que tienen vagina pero no se identifican como mujeres, un segmento por lo general obviado en la comunicación de los productos orientados a la gestión menstrual o la salud sexual. La utilización de oraciones como “personas menstruantes” en la comunicación de un sitio web bien puede hacer la diferencia para una persona que de un momento a otro se sentirá comprendida por quienes están procurando venderle un producto.

Lo que muchas de estas fundadoras también encontraron eventualmente es que al abrir conversaciones sobre temas que son dejados de lado muchas otras cosas vienen de la mano. Como Rodriguez le contó en una entrevista a Wired, muchas mujeres usan el servicio de atención al cliente de Unbound como una bandeja de entrada para consultas por abuso sexual y acoso. “Buscan ayuda donde pueden”, señala.

Hacer productos para las mujeres no debería ser únicamente una excusa para hacer plata sino priorizar sobre todas las cosas la salud. Se trata de realmente mejorarle la vida a las personas. Lo que muchas fundadoras mujeres descubrieron es que nutrir un ecosistema donde la competencia promueve una economía virtuosa es a la larga mucho mejor que hacer productos de color rosa y cobrarlos más caro.

Ingrid Briggiler es founder y CEO de Llamando al Doctor, aplicación de telemedicina que facilita la comunicación entre pacientes y médicos a través de videollamadas.

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Ingrid Briggiler
Llamando al Doctor

Emprendedora. Tocoginecóloga. Fundadora y CEO de @LlamandoAlDr Vivo dándole forma a la idea que cambiará el mundo ingrid@llamandoaldoctor.com